lunes, 19 de octubre de 2020

Lirio de Agua...


Después de mucho tiempo y tranquilo el tema de la cuarentena, en el intento de recuperar la economía de un país devastado, el gobierno decidía seguir adelante asumiendo las consecuencias de sus decisiones y con eso daba permisos al ciudadano común a retomar la vida.
Así fué como , por primera vez , volvían a darme permiso para salir, en lo que adelantaba, una probable alta clínica, pero con el compromiso de volver si se presentaba algo en mi tema de salud.
Aunque aún quedaban huellas de la pandemia en el rostro de la gente encamine los pasos a mis cerros, decidido a no volver. 
Vería nuevamente mi departamento después de mucho tiempo y a retomar mis letras para olvidarme de lo que había pasado todo este tiempo, que no recuerdo cuánto fue. Días, semanas , meses...quizá años sin ver mi hogar y comunicarme con todos los que me conocían.
Los adoquines se sentían fríos y los vientos de primavera, solían escurrirse entre mis huesos, la gabardina no alcanzaba a detener su cruel carácter y la fuerza en que el viento se encaramaba entre los cerros.
Al acercarme al café de mi calle, su fragancia entro por mis fosas nasales inundandolo todo, su cálido aroma removía todas las fibras de mi piel. Salude como de costumbre, pero la chica que atendía, al parecer , ya ni siquiera se acordaba de mi rostro. Sin buscar explicaciones por su actitud, le solicite un capuchino de esos que acostumbraban a despertar mis días , en amaneceres ya olvidados por mi mente. El puerto me recibía con sus bocinas de gran factoría, las idas y salidas de los buques daban un gran espectáculo y sensación de libertad en mi cabeza. El olor de las refinerías de pescado, acariciaba mis recuerdos levantando la mirada, entregando caricias al alma. Al mirar hacía arriba,  podía observar la ventana de mi dormitorio, cerrada y humedecida por la soledad, desteñida como astillas de un viejo mástil varado en las arenas del puerto, bajo los muelles, abrazados como amantes al clima que lo corroe todo.
Subí las escalas de granito inundado por una emoción inusual. Bajo la puerta, asomaban miles de cuentas y cartas largamente abandonadas y encogidas por el tiempo, algunas húmedas y amarillas manchadas por el húmedo frío de mar. Ese que escala por los cerros sin piedad ni miramientos.
Curiosamente, la manilla de bronce, a pesar del tiempo y verdoso color , y algo oxidada, marcaba claramente las señales de haber sido manipulada, y aunque abandonada, parecía mostrar la presencia de algún alma perdida por la curiosidad, y bastante poco prudente de la privacidad.
Al entrar, el polvo en suspensión jugaba con los rayos del sol, impidiendo que mis ojos distinguieran figura alguna. El picaporte, el oxido en la cerradura, el oscuro manillar, las aldabas y hasta las bisagras reclamaban atención, gruñian despechadas entre las viejas maderas de roble distrayendo mi atención, música para mis oídos. La vieja royal lucía cubierta por el tiempo de abandono, las hojas estaban oscuras y esparcidas por la habitación, y las arañas oscuras de rincón, parecían ocupas sin control. Las telarañas formaban cortinas entre los rincones , mientras una botella agua ardiente parecía desviar los rayos del sol hacia ellas.
El moho del ambiente, ocupaba cada rincón, y el polvo dibujaba delicados pasos de tacón sobre el piso, parecían recientes, y lucían sensuales en la decoración. Mis oídos prestos a escuchar , anunciaron visita, en mi habitación, se escuchaba el recorrido y golpeteo de hojas, como si ojearan un viejo libro. Rsgaban con hambriento apuro lo que parecía un manojo de hojas sueltas, un delicado aroma, me hacía presentir, que las huellas dibujadas en el piso, tenían alma y vida.
Al entrar al cuarto, la sábanas revueltas de la cama, jugaban con el cuerpo de una intrusa de extraña belleza. Sus cabellos morenos, colgaban libres mecidos por la corriente de aire que entraba por una de las ventanas. Escondido entre las cortinas de polvo y oscuridad, me apoye en la puerta para mirarla con detención. Su piel lucía tan morena, como la de las chicas del cabaret, brillababajo los rayos de sol que entraban tímidos por la ventana. 
Estaba distraída leyendo viejos papeles que debieron ser, alguna vez , una novela. A pesar que sus muslos estaban abrigados por oscuras medias de seda, atadas a un sensual y delicado portaliga, parte de ellas lucían desnudas a mis ojos. Su cuerpo era hermoso, y probablemente adictivo. Sus ojos oscuros, tenían un brillo especial, quizás enaltecido por la más hermosa y sensual de las sonrisas. Sus cejas escasas, hacían que el brillo resaltara en su rostro, y una desordenada linea de dientes , sumaba un encanto a todo lo que le hacía brillar. De asombroso e indulgente escote, escondía todo ese pudor que sólo entregan algunas mujeres, frutos de dulce adicción. Caderas bien dibujadas, de cintura tan ancha como sus caderas, hembra , como suelo describir a una mujer así. Sus piernas, emergían de un hermoso derriére, como nalgas esculpidas en mármol...
El tranvía del medio día anunciaba su paso con fuertes campanadas, sacando  a los ángeles de su lectura, y denunciando mi presencia. Al verme, se levanto de la cama con rostro sorprendido, y sin saber que hacer , ni darle tiempo para nada, le pregunté: 
- Quién eres, que haces aquí?.- jugaba con su collar de perlas sin saber qué responder. Mientras nuestras miradas se acusaban y no dejaban de recorrerse uno al otro, después de un momento , respondió;
- Gloria, sólo Gloria.-
Me contó que había leído ciertos libros de los que le habrían contado que escribía, y de qué trataban. Que seducida por las habladurías, había decidido conocerme. Qué alguien le había contado que vivía, entre los cerros de Valparaíso, y que no sabían nada más de mi, que había desaparecido y nunca más habían escuchado hablar de mi. Que se accedía por el ascensor de los ingenieros, y que vivía cerca o sobre un café al salir del ascensor. Su intensa curiosidad la había llevado hasta el edificio en que vivía , y que el conserje le habría dado el número del departamento. Notó que estaba abandonado, pero ella sabía como abrir la más segura de las cerraduras y no habría titubeado en llegar hasta eso, para saber de mi. Llevaba dos días escarbando papeles desordenados y tirados por todas partes.
Abrí las ventanas para ventilar el departamento mientras la escuchaba, ordenaba todo lo que se presentaba frente a mis ojos mientras ,ella, seguía hablando. 
-... y tome las hojas y me puse a leer, ... estas que hablan de un gitano... debo de reconocer que me seduce, es un gachii que mola, como dicen por ahí...- se produjo un silencio, que cortó de pronto sus palabras, y un incomodo silencio se sintió en la habitación. Mis ojos la miraban intensamente.
-... y cuando entré, vi esa foto, en la que estás apoyado en un farol, me llamó la atención tu mirada cabizbaja, y esa, dónde estas en las puertas del banco, y me sentí atraída, seducida por tu sonrisa... y..
Sin más que decir, atorada por sus palabras y bajo mi intensa mirada, simuló un mareo que me llevó a cogerla por sus caderas, y sin más, nos sumergimos en un beso que nos llevó a un abismo que parecía no terminar jamás. 
Los besos, nos llevaron a las manos, y las manos , al deseo. Mientras nos íbamos desnudando, la humedad fue cubriéndolo todo, sus senos parecían agrandarse entre mis dedos, los sexos eran convertidos en miel, en un torrente de miel, cálido y sereno. Sus manos fueron desapareciendo entre las telas de mi pantalón, mientras este anunciaba con desbordarse entre sus dedos. Bajo temblando hasta mi cintura, desatando los broches de mi pantalón, ese que acusaba , que recién empezaba a conocerme , quién era y porqué escribía así.
En la locura, la empujé contra la mesilla del bar, que se escondía en un desorden de botellas vacías, carentes de licor. Mis manos tiraron de su ropa interior, hasta dejarla desnuda contra las maderas, expuesta a mi mirada, abierta a mis ojos, y sin más defensa que su excitación. Bajé por su vientre descubriendo cada espacio de piel. Pujaba por beber y alcanzar el lirio de agua, que soltaba todo el néctar del deseo. Bebí de sus carnes hasta perderme, mi boca no dejaba de jadear liberando el aire contenido por el tiempo. Sus senos suaves eran envueltos por mis manos y sus pezones atrapados por mi boca. Mordía el placer regurgitando entre gemidos, jadeaba indefensa entregada a mis ansias por poseerla. Entregada, se dejó beber abriendo sus piernas y cerrandolas alrededor de mi cabeza, el lirio jugoso desencadenaba todos sus rincones. Sus ojos se cerraron entregándose a mi, como si de eso dependiera la vida. Su vientre dibujaba las formas del deseo, se contraía tras cada embestida de mis labios, los que se hundía para liberar la lengua, que hambrienta le devoraba sin dudar en lo que hacía. Los espasmos se labraban con desbordado pudor, los casquillos de sus senos empujaban mis dedos levantados por la pasión, mientras sus rodillas luchaban por mantenerla erguida. Hasta que soltó un grito que se apoderó del puerto , mientras su cuerpo se desfiguraba en un orgasmo que la dejaba caer sobre mi espalda, rendida y sin respiración, ahogada por el éxtasis.
Su cuerpo aún no se recuperaba, cuando me sintió acercarme con mi sexo erguido buscando su boca. Sin resistencia se entregaba al más sublime de mis deseos, sentir su entrega total y sumisa. Sus dedos lo atraparon para detener los embistes que sin control, se apoderaban de su boca para acallar sus palabras, ahogando los sentidos que se entregaban al placer de disfrutarlo. 
Mi cabeza parecía estallar tras cada movimiento buscando el placer, perdiéndose entre sus labios, desapareciendo en su boca para salir y empujar nuevamente. Mis manos buscaban el muro para apoyarse y no perder el equilibrio, hasta que todo estallo en mi cuerpo y fui a soltar todo ese deseo contenido del que alguna vez las enfermeras habían abusado.  Busque salir de su boca que no quería liberar para finalmente soltar y lanzar una segunda descarga sobre su rostro mientras ella , sorprendida, soltaba una carcajada de placer por lo que estaba sucediendo y mojándolo todo.

 Luego de la segunda descarga, volvió a meterlo en su boca, para recoger todo lo que terminaba de salir, disfrutando cada gota insolente y descarada.
Terminó diciendo, que esa era la razón porque quería conocerme, y que tras las ultimas palabras que había leído, deseaba descubrir porqué yo había decidido terminar mi libro con la muerte de tan interesante y apasionado personaje de la aldea, y que no se iría de ahí hasta descubrirlo.
Decidí que tomaría un tiempo en contarle el porqué de los hechos, y tendría que esperar hasta que yo decidiera cual sería el momento.
Mientras nos reponíamos, ya mi boca buscaba el Lirio de agua para empezar un nuevo capítulo.

Gustab, de vuelta en el puerto.

 

viernes, 28 de agosto de 2020

Monólogo de un Di-vagante.


Detrás de los barrotes, y en un monólogo, Gustab cuestiona su aparente equilibrio. Dialoga con él.
Viste de demonios su vida, orilla quebradas, evitando los abismos, huye de la relativa realidad.
Su habitación luce fría. La roída pared, escamada de pintura, aparentemente blanca, lo obliga a ese dialogo infinito, eterno, carente de lógica. Los barrotes, aparentes de su ventana, lucen gastados, oxidados por el tiempo y la sal del clima. Un hilo de araña, ata los fierros unos a otros; se mueven con el viento danzando transparentes.
El frío no cesa de violar su cabeza. Sus ojos fijos miran la eternidad. Vagan libres más allá de sus gastadas texturas. Él es, un bicho en la pared que abre sus alas , para escapar al mar.
Y en el mar, es un hombre que vaga, con la mirada perdida, orillando las olas, queriendo solucionar la vida. Muestra lágrimas de aparente abandono comprando almas. Divagando y dejando que sus dedos rocen el agua, como dibujando esos cuerpos que se van tras cada caricia. 
El frío del invierno, entra por las costuras de su impermeable. El sombrero, cae sobre sus ojos protegiendo sus últimas ideas, las que quedan, porqué las otras, se funden entre neuronas que luchan por vivir.
-¿qué es esto, un monólogo o una autobiografía?
Para las mujeres, es único, hipnótico, mágico, básico en esencia. Nunca aceptó ser civilizado, es salvaje por naturaleza y deben aceptarlo así.
Gustab no es nadie y es de todas, pero no quieren compartirlo. Les atrapa en cárceles y en palabras envolventes, que ellas saben, que jamas compartirá. No tendría sentido, es vago como su pensamiento.
Él es di-vagante, inescrupuloso, rebelde en el amor, es impúdico. Amante del sexo y sus placeres. Él es... un loco.
Un filósofo que aparenta ignorancia. Ese que parece negar el amor o huir de él. Ese, que lo encarcela todo en su cabeza, para que ellas lo liberen de su condición. Tiene un inconsecuente equilibrio. Es libre en esencia, pero condenado a esa habitación por adicción.
Termina este monólogo, yo sé que la enfermera esta ahí escuchándolo todo. Viene  por las pastillas. 
Cada vez que entra, abre su escote, y desabrocha el último botón de su delantal,- el de abajo - ya es corto, justo para que yo le mire. 
El témpano de hielo se derrite entre sus dedos, el calor me sofoca y el frío se va. 
La habitación esta llena de fantasmas que me ignoran. Ellas entran y salen, se ocupan de mi felicidad. Ellas entibian mi cuerpo, lo envuelven de  besos y abrazos, de caricias que me transportan del lugar. Luego, me olvidan.
En esencia..., libre.


Gustab

jueves, 27 de agosto de 2020

Adicto.

- La adicción sexual es compulsiva, persistente y recurrente. Compulsiva porque no se puede parar, hay que cumplir sí o sí con esa exigencia que impone la cabeza. Persistente porque hay que hacerlo a cada rato, todo el tiempo... recurrente ... - Sofía, la psicóloga, trataba de explicar porqué estaba ahí, mientras la imaginaba desnuda tras su escritorio, mientras sus piernas buscaban un lugar para no sentirse observadas.
No quería escuchar más, sólo quería volver a mi calabozo de murallas blancas, donde la calidez de la primavera entraría por mi ventana, y la sentiría como un brisa recorriendo mi piel. Donde los barrotes oxidados y amarillos encerrarían mis ganas de volar. Donde el sol , era atrapado por mi ventana. Donde el vacío que se sentía, acariciaba mi cuerpo sin pudor. Donde la desnudez, no la vería nadie más que la enfermera, aquella que se escondía tras el visillo de la puerta de metal.
Mi corazón  me removía el cuerpo una y otra vez, mis manos temblaban, una corriente me quemaba por dentro, la cabeza estallaría en cualquier momento. Sentía como mis dientes se apretaban y mi mandíbula permanecía trabada en mi boca sin dejarme respirar. Sentía como ardían mis ojos, como se quebraban por dentro, no podía respirar, no podía respirar. Mi pecho era exprimido hasta cortar la circulación de mi saliva, raspando mi garganta por dentro. Truenos en mi cabeza, sudor que mojaba mis pensamientos. Las palabras rebotaban en mi cabeza golpeando en eco contra las murallas. Mis pensamientos no me dejaban pensar.
 Sofía me miraba tras los cristales de sus gafas, podía escuchar su corazón. Tanto empujaron sus senos , que hicieron saltar un botón que rodó para detenerse entre mis zapatos. Su piel semi desnuda. Expuesta la carne, abierta a mi mirada.
 Dos pechos perfectos, suaves, separados sólo por su respiración. Sus piernas se apretaron, y la impulsaron a recoger lo que acababa de saltar. Sentí su respiración cálida entre mis piernas, su aliento que me quemaba. Sus senos florecían por el peso, encajes negros impedían ver más allá, lucían brillantes y agitados. 
Un silencio encerró las miradas, y sentí sus manos sobre mis rodillas. Jadeaba atrapada por un
impulso incontrolable. Mi sexo empezó a emerger, mientras ella no dejaba de mirarme a los ojos y fundirme con el calor de su aliento. Acerco sus senos a mis rodillas, donde mis manos encadenaban la posibilidad de que temblaran. Sentí su piel tan cerca, rozando mis dedos, que levite sin control alejándome en un abismo donde no terminaba de caer. 
Sus manos frías , el cálido abrazo de su boca, hicieron desaparecer el tiempo y el espacio. Hilos de agua recorrían mi piel alejándome de mi. Un espíritu salvaje nacía desde mis entrañas, haciéndome florecer entre sus labios. Un torrente de fuego que me quemaba por dentro, una tempestad en mi cabeza que me empujaba al respaldo de la silla, mientras era devorado con avidez. Atrapado por su boca y sus manos, desgarrando mi piel, empujándome al precipicio, estallando una y otra vez por dentro. Cegando la razón.
Jadeos y silencios que se tragaban las ideas mojándolo todo. Un laberinto del que no lograba escapar, hizo que me alejara del espíritu volviéndome carne, un molinillo de sensaciones y placer. Mi corazón se detuvo, mi cabeza dejó de pensar y me entregué como un adicto enfermo.
Un estallido silencioso reventó en su boca, y al segundo, fui liberado por sus labios para soltar el resto entre sus senos, mientras ella no dejaba de gemir y reír, agitando mis carnes sin parar , retorciendo mi carne desgarrada por sus manos. 
Una vez más, la tibieza de sus labios envolvieron mi piel delicadamente . Escondiendo las evidencias, sin  dejar de jadear con dificultad.
 Se puso de pié frente a mis ojos, desabrochó algunos botones de su delantal, y empujando mi cabeza, dejó que mi boca se enterrara entre los encajes de las bragas. Separó sus piernas y al roce de mis labios, se corrió en mi rostro envolviéndose como un caracol, para caer pesadamente sobre mi.
Me llevaron de vuelta a mi habitación, donde la fregancia de sus piernas, aún en mi nariz, acunaban mis sueños.

Gustab, Adicto adictivo.


martes, 16 de junio de 2020

Arenas

-Hora de tus pastillas Gustab.- Me susurró al oído.
Caminé por las calientes arenas naranjas del desierto, mientras ella disfrutaba, mientras mis pies ardían al roce de su piel. Entre sus muslos, bajaba la densa humedad. Sus gemidos lejanos se escuchaban tan lejos como estaba el desierto. Sus jadeos  me sometían en cada movimiento, sus caderas se deslizaban sobre mi piel. Se sentía la tibieza del sol que la quemaba mientras buscaba satisfacer todas sus fantasías. Yo volaba lejos de ella, dejándome arrastrar por la corriente que provocaba su cintura, su vientre ardiendo y bailando cadencioso sobre mis carnes. 
Escuche sus gritos y yo sin poder terminar. La fuerza que aplicaba en cada embestida me llevo a  eyacular sin sentir lo que debía... entonces, sentí su perfume dentro de mi piel, su calor en mi sexo y la angustia de sentirse deseado. Estaba tan mojada, que al derramarme dentro de ella, vi como me deshacía dentro.
Mi alma se separó del cuerpo físico y fui a rebotar dentro de su deseo, me fundía con ella, me convertía en un río que parecía no terminar... hasta que caí en mis espaldas y volé.
Tan alto se había ido mi mente, que desde las alturas veía sus senos batirse en cada orgasmo, sus nalgas apretadas entre sí. Cuando acabó recorrió todo mi cuerpo rozándolo con su sexo y terminó dejándolo apoyado en mi boca, mientras su cuerpo se cargaba sobre mis labios. Gimió, restregó  su sexo hasta alcanzar otro orgasmo.
Su cuerpo vencido, cayó dejando su vientre cerca de mi boca, donde yo saciaba mi sed con el sabor que soltaba.
Se sentía tan suave su piel, que si la llegaba a morder , la destrozaría. Creí morir, pero ahí estaba. lejos de todo, en las alturas de mi ser, y entre sus rincones. No recuerdo nada más, sólo su fragancia que alimentaba mi imaginación cuando la noche caía y el hospital permanecía en silencio.

Gustab, cerca del abismo.

jueves, 16 de abril de 2020

Mariposa

No sé cuánto tiempo llevamos en cuarentena, ya ni las puertas permanecen cerradas, todas están abiertas en el sanatorio. Las enfermeras tiran las pastillas y vagan por los corredores sin dirección ni asunto, nadie se protege, no quedan mascarillas , fuimos abandonados por Dios.
La rabia me consume, la impotencia me encadena, y mis demonios vagan por mi cabeza sin sentido.
Una mariposa blanca siempre llega a mi ventana, no me habla, no tiene que decir ni contar. Pero todos los días vaga por mi habitación. Hoy se posó sobre mi sexo erguido, su suave caricia al aletear me produce un cosquilleo, como si unos labios ligeramente me probaran. Me excitan sus alas rozando mi piel.... pero vuelve a volar al pequeño movimiento de mi verga, al temblar por su caricia.
Necesito follar, sacudo mi somnolencia y salgo a los corredores.  Siento las duchas correr en el baño de las enfermeras, el vapor empaña mis ojos , pero las logro ver entre vaho del salón. Todas perfectamente desnudas y blancas se acarician los cuerpos esparciendo el poco jabón que queda en el hospital. Estoy desnudo, ellas me miran sin prestarme atención, estoy excitado, mi sexo pulsa el deseo.
Al entrar en las ducha, paseo entre ellas tocándolas sin pudor... algunas ríen, otras gritan, otras devuelven la caricia con sus manos sin quitar la vista al pene que las va rozando al pasar de una ducha a otra. Me atormentan con sus sexos y senos expuestos, jabonan su cuerpo y hunden sus dedos entre sus piernas.
Las risas se escuchan como ecos lejanos, la música de Bach, acompañan los pasillos donde vagan los
locos, murmuran soledad, abandono, engaños... desvarían en sus cruces.
El demonio esta despierto entre mis piernas, se azota contra la piel de las enfermeras, mis ojos dan vueltas, se abren y cierran dejándose llevar. 
Tomo a la colorina, la de los cabellos rojos, y la empujo hasta los lavabos, tirando de sus cabellos, le empujo su cabeza obligándola a afirmarse de sus frías lozas, doblando su cuerpo hasta dejar sus nalgas a la altura de mis caderas, grita pidiendo ayuda, pero las duchas enmudecen sus gemidos. La acaricio como si fuera una obra de dios, mientras jadea y ruega. Los demonios no me dejan entender sus lamentos. Sus nalgas se hacen presa de mis azotes, ella grita, pero se deja azotar. Trata de buscar mis ojos, pero vuelvo a jalar de sus cabellos apretándola a los muros. Mis boca entra entre sus nalgas, mis labios buscan el sabor, mi legua somete a sus demonios, y finalmente cede.
El oscuro rincón, es la cadena de sus placeres, de sus infiernos y demonios. Gime y jadea apretada contra el muro. Mira con placer como las otras buscan su mirada. Las duchas se apagan, y todas desnudas se acercan para ver. Algunas se tiran en el suelo , abren sus piernas y se masturban, otras, tapan sus ojos para negarse placer. Pero todas están ahí, nadie hace nada por ella, en su boca hay deseo, y en sus ojos se ve la excitación que le produce mi boca.
Mientras las otras enfermeras se tocan, se acarician entre ellas, yo despierto de la agonía, y al verlas disfrutar, la tomo jalándole los cabellos para apoyarla en una mesa  que esta frente a ella, donde las toallas esperan hacer su trabajo. Ella se apoya sin reclamar, y mira a sus compañeras mientras se provocan placer entre ellas.
- Mételo... Mételo...yaaaah, quiero que me vean joder contigo maldito loco... - gritó excitada.
- Mételo mételo - repetían las otras.
Entonces abrí sus nalgas con mis manos y me fuí clavando dentro, mientras sus uñas rasguñaban la mesa, levantando las astillas de la vieja y maltratada, pintura verde, que cubría las roídas tablas.
El dolor era evidente, pero el placer que le causaba , era superior, y lo noté cuando las carnes se vencieron y relajaron, para dejar llegar al fondo en una embestida.
Lo que siguió, fueron gemidos de lujuria despertando aún más la obscenidad de las otras enfermeras , que formaban un gran bacanal alrededor de nosotros.




La lascivia despejaba el vapor de la habitación, disolvía en un gran espectáculo  todo lo obsceno de la escena, y por instantes, nos alejaba de la desolación y locura de una pandemia que no sabemos cuando terminará.
Los jadeos y embestidas se hacían más intensos al grito de las enfermeras, a las quejumbrosas voces del sanatorio. Vi sus orgasmos, sentí como se doblaban sus caderas, sentí como se entregaba el culo al placer y como las otras disfrutaban de ello.
Algunas se unieron a nuestro juego, disfrutando de arrancar el sabor de nuestra piel. Otras se desvanecían entre los vapores y jadeaban escondidas en la humedad.
Desperté en mi habitación, no había nada, nadie a mi alrededor, pero la humedad aún estaba fresca en mi piel... el gusto amargo de una pastilla me anunciaba la hora en que acabaría el día.
La mariposa ya no estaba, ni tampoco se escuchaba la música de Bath, las cuerdas de los violines se habían evaporado entre los muros.
- Buenas noches Gustab.- y el cerrojo de la habitación cayo para enmudecerlo todo.


lunes, 6 de abril de 2020

El puto virus.

Por la manchega llanura
Se vuelve a ver la figura
De Don Quijote pasar
Y ahora ociosa y abollada, va en el rucio la armadura
Y va ocioso el caballero, sin peto ni espaldar.
Va cargado de amargura
Que allá encontró sepultura
Su amoroso batallar
Va cargado de amargura
Que allá "quedó su ventura"
En la playa de barcino, frente al mar....

Y después de salir del infierno, vuelva a caer en uno más, pero este es desconocido, no tiene razón de ser ni existir. Una humanidad convertida en Dios, en rabia, en impotencia, en amargura, en encierro, sepultado en vida. Un puto virus que nos cagó la vida, sin mirar a quien.
Cierro mis ojos, miro el mar y no llego a entender lo que siento. Un sentimiento que no conozco ni logro definir. Pero aquí estoy, aferrado a estos barrotes, esperando una pastilla que me haga feliz y alguien que la pueda poner en mi lengua. Una explicación que no llega, que nadie sabe como empezar, ocultando el miedo que me acaricia por dentro, sin dejarme dormir.
Rezaba hasta hace unos días atrás, pero ya no tiene caso, ni razón. Seguirán pagando justos por pecadores. Dejé de ser quijote decidiendo mejor, no ser nada. Dignidad, y no pediré nada a nadie, ni al mismo Dios , que desaparece dejando sólo a su pueblo, a su creación a la buena de Dios.
Me revelo y sin llorar, porque vuelvo a ser valiente y a aceptar, lo que los demás decidieron por mi,
terminar con todo por ambición e intereses. No hay nada comparable a la codicia, ni siquiera el amor.
Y si algunos sobrevivimos, será para recordar como desapareció una generación ante nuestra mirada y sin poder hacer nada, ni despedirlos dignamente. Al crematorio y que paguen los que tienen que pagar.
Hoy espero a una enfermera que me folle, sólo porque tiene ganas, y sabré agradecerlo y disfrutarlo. No pido nada, hoy acepto y vivo.
Hoy, Dios va camino al infierno, no sabe que decir, y sabe que lo merece. 

Definamos Dios. "En las religiones politeístas, ser sobrenatural al que se rinde culto; tiene poder sobre un ámbito concreto de la realidad y sobre el destino de los humanos."

Gustab en diálogo ...

martes, 31 de marzo de 2020

Mis delirios

Ella quiere ver mis delirios, pero no sabe cuales son.
El hambre que se sacia enredando las lenguas. El deseo que trepa silente haciendo temblar nuestra carne... Tiembla la piel cuando choca el aire de sus bocas solapando gemidos... gimoteos que se pierden tras los muros del encierro, mientras otros imaginan lo que hacen entre las sábanas desordenadas...encarnando  besos entre los labios.
Cuerpo indecente que tiembla entre mis dedos, templo profano..  Piel contenida a mis gemidos de angustia.
Natalia habla de  puñados de arena. Se van enredando entre balbuceantes palabras, donde el agua salpica espacios de piel, luego de haber encontrado el punto exacto de ebullición.
En mis pensamientos, los bordes de su espalda, donde se desnuda la razón, donde los ojos permanecen abiertos para no perder la abismante gota de agua que corre entre sus senos.
Tu verbo se vuelve rostro de niña , cascabeleando entre los dedos y buscando hacer crujir su piel. Entonces cualquier hueco se viste de ajeno a los ojos de quienes nos desean.

Gustab



lunes, 30 de marzo de 2020

Siete pecados...

Los cerezos no florecieron esta primavera. Una de las enfermeras me hace sexo oral, la otra mira con lujuria escondiendo los dedos entre las piernas, parece masturbarse. Mi mirada se pierde en el jardín, la ventana abierta parece traer el frío a mi cuerpo, pero algo lo mantiene caliente. ¿Será la boca de la enfermera que no deja escapar el calor ?.
Todo esta en silencio, parece que estoy muerto, pienso en Cloé, una chica que siempre se encontraba conmigo en el café. Bebía a sorbos lentos, como queriendo guarda el calor en su cuerpo, soplaba y sorbeteaba fumando un cigarrillo mientras bebía. Siempre miraba por el escaparate buscando a alguien conocido en las calles. Como hoy, lucen vacías, pareciera que en invierno siempre están en cuarentena, que siempre ha estado un virus acechando la ciudad.
Las chimeneas de las faenas soplan el humo con locura cuando el puerto despierta, pero hoy no hay humo, ni chimeneas, parece que el puerto se detuvo en el tiempo y en la oscuridad. La soledad es Oscura y tenebrosa, una crisis económica esta por empezar. No sé cuantas pastillas puso esta enfermera en mi boca, pero parezco dormir estando en silencio. Es agradable la sensación de sus labios babeando sobre mi sexo, se esmera en llevarme a no se qué.
Cloé esperaba un rostro conocido en la calle, yo , atraer su mirada a la mía. Siempre estaba distraída y distante, esperando no se qué. 
Los dedos de la otra enfermera, se movían sin descanso violentando aún más mi cabeza, excitando mis sentidos hasta el abismo, empujando mi cabeza al precipicio. Cloé, parecía no entender nada, a veces nuestros ojos se cruzaban, pero no me miraba.
Los cerezos, están secos, les falta agua, lo sé. Pero ya no me dejan salir a los patios a regarlos , porque hay un virus suelto que podría ser fatal.  Yo podría hacerlos florecer nuevamente, sólo les falta agua y cuidados. 

Siento el calor de sus besos, su boca devorándome mientras desvarío. Sus labios son tibios y gruesos, sus senos cuelgan moviéndose a cada engullida, me excita verlos bailar. Sus nalgas son tan blancas , como las flores de los cerezos. Son duras y firmes, se separan cada vez que su cuerpo se mueve, se abren mientras la otra las mira excitada. Sus dedos la hacen temblar, sus jadeos y temblores, sueltan en el escote sus senos. Libres son llevados por sus propias manos a su boca, le chupa con afán. Parece que esta preñada, sueltan leche mientras los chupa, tiran pequeños chorros al espacio cayendo sobre sus manos que siguen escondidas bajo sus faldas. Gime y se alborota a ratos, sus mejillas se sonrojan, perece estar excitada y apunto de explotar. Su rostro muestra sus dientes apretados , muerde sus propios labios y vuelve a lamer sus senos...

Mi cuerpo no responde, sólo siento el roce de su boca sobre mi piel, luzco perdido, extraviado en el tiempo. Cloé solía murmurar palabras que escribía en un cuaderno que lucía viejo. Dicen que esas palabras se convertían en poemas. Su mirada era dulce y chispeante, pero extraviada.
Siento como sudan los dedos de la enfermera sobre mi piel, goza con cada embestida, mi sexo se pierde entre sus labios con generoso y abundante placer. Sus labios son gruesos, gruesos... parece que ya les dije eso. Carnosos, tibios y húmedos, el deseo parece haber nacido en ellos. El deseo es ella y su excitación...  Ella es pura lujuria, su boca y labios, pura gula. Su mirada, es soberbia, llena de ira... Sus dedos avaros, Lo toman todo y entregan placer sólo cuando desea tenerme, bebe de mi eyaculaciones sin compartir con la otra su sabor. Sin embargo, envidia a la otra que no necesita tenerme para sentir placer. Su vientre es suelto, sus carnes blandas, a pesar de la dureza de sus nalgas. Pereza hay en su cuerpo, aunque no deja de esmerarse en dar placer.  Pero parece llevárselo en eso, y lo hace bien.
Me darrámo en su boca, siento como tiemblo entre sus dedos que no dejan de masturbarme, el deseo y la pasión eran tan intensos, que no pude evitar correrme. 
Siento mucha tranquilidad, siento mi espíritu volar libre dentro de la habitación, la otra enfermera ajusta su vestido después de correrse sola en un rincón. Mira su espejo y me regala una sonrisa antes de salir.
Los cerezos no han florecido esta primavera, el sol cae el el horizonte , parece apagarse al tocar el mar, luce rojo y apagado. La enfermera me besa en los labios... saben sabrosos y más carnosos que nunca..
- Gustab, mi dulce gustab....
¿Porqué Cloé?... ¿quién eras tu, y porqué volviste a mi cabeza?

Gustab, delirando recuerdos.

jueves, 26 de marzo de 2020

Virus

El virus sigue ganando terreno, cada día se expande como una red atrapando a todos a su paso, hoy dos de este pasillo dejaron de gritar, no hay lamentos, ni llanto... todo luce lúgubre, oscuro, ya nadie rasga las puertas ni pide ayuda, el silencio cubre cada rincón. Las enfermeras y doctores visten de palidez, sus trajes parecen más oscuros y sus rostros muestran el cansancio. Lejos de sus familias sueñan con volver a sentir. 
Las enfermeras se desnudan en los pasillos después de ver a los pacientes, se llenan de angustias orando que no estén contagiados. Sus cuerpos son hermosos y rozados, huelen a alcohol, sus fragancias ya no les pertenecen, gimen , lloran en los pasillos pidiendo un día más. Sus cuerpos son rozados, su ropa interior se marca en su piel, de un estado de rebelión, de movimientos sociales , pasamos a un estado de emergencia por una pandemia,, a un virus rebelde que acabo con todas las demandas, de la locura a la irracionalidad, de un pueblo unido con sueños de cambiar a un país, a un país desarmado y sin futuro. Las bolsas caen en el mundo dejando nuestra estima por los suelos, no somos nada, el egoísmo y el sálvese quien pueda, ocupo todos los pasillos del hospital.
Aún así sus cuerpos son hermosos y sensuales, sus senos agitados, sus nalgas blancas, lucen majestuosas y mi cabeza da vueltas por la excitación. Sus pubis crespos y negros, algunos claros excitan todo a su paso. Sus senos se coronan de pezones erectos y duros por el frío y la excitación. La locura se apodera de mi cabeza, gimo y susurro a su pasó, Estela no esta. y sólo las arañas que cuelgan en un  rincón de la habitación me acompañan en mis pesares y deseos.
Vuelvo a sentir sus dedos, sus cuerpos lucen agitados... llevan días sin tocar a nadie con deseo, pero lo necesitan, lo sé. Las pastillas ruedan por el suelo, las cerámicas frías y duras dejan sentir el rose de las pastillas sobre el suelo. Una de ellas desnuda, las recoge una a una, cada vez que se agacha para levantar una, sus sexo se abre ante mis ojos, rozados, y oscuros hacia el interior, la vista es exquisita. 
Ellas saben que las miro, y entre sonrisas fingidas y coquetas me guiñan un ojo invitándome a disfrutar. Entonces me apoyo en la puerta de metal y me deslizo dejando resbalar mi espalda por el frío metal, entonces río de locura. y dejo que mis manos se pierdan en mi pantalón de loco, las delgadas telas facilitan todo.
Doy vueltas en mi habitación con  una erección que no alcanzan a esconder mis deseos, algunas se asoman para mirarme por el rabillo de la puerta, susurran palabrotas groseras que me excitan aún más, ellas saben como soy y porqué estoy aquí. Detrás de cada pastilla siempre había una que abusaba de mi inconsciencia, algunas más que otras, siempre lograban una erección, unas sólo disfrutaban el placer de masturbarme, y otras llegaban más allá. Bajar la erección se les hacía fácil, y a veces, volvían a provocarme con el calor de sus carnes, una y otra vez, hasta sentir un vacío en el dolor de sus aberraciones que no dejaban de seducirme. 
Hoy la habitación parece más pequeña, o mis pasos son más largos, o mi angustia me acorrala entre estos cuatro muros que no dejan de murmurar.
El sol se cuela entre los barrotes, me acomodo para recibirlo en un rincón, es el único momento cálido del día en esta celda dónde se encierran mis locuras y deseos empujándolo todo hacia un abismo sin retorno. 
A esa hora entra la gorda a mi habitación, deja caer una pastilla en mi boca y espera a que esta haga
efecto mientras mantengo la erección. Sus senos son gigantes y cubren mi boca hasta ahogarme, y sus gruesos dedos se apoderan de mi verga como si fuera de su propiedad. Ella abre sus piernas para que mis manos se inmovilicen , mi mano queda atrapado entre las carnes de su vagina que no deja de agitarse para provocarse un orgasmo. Soy su presa, mi sexo es agitado por sus gruesos dedos, y cuando esta por estallar, lo engulle con sus labios reteniendolo en su boca hasta saciar su sed.  Luego lo deja al alcance de sus ojos para observarlo mientras vuelve a su normalidad.
Mi cuerpo luce desnudo recibiendo la luz del sol, el calor me adormece, y vuelvo a soñar con aquella que recogía las pastillas en el corredor. Esa que separaba sus nalgas, para sentir que la deseaba aún más, dejando todo a la vista y mis deseos a su imaginación.

Gustab, y el virus que esta dentro de mi. 

miércoles, 25 de marzo de 2020

Pandemia







Vivo lleno de sensaciones, siento temblar mi cuerpo cada día que pasa, nada comparado con la vista que hay desde abajo, donde dos piernas se abren para que bebas cada rincón, el virus me corroe y a veces pienso en el final.
Qué sera de aquellas que he bebido y como olerán hoy, cuánto sabor acumulado entre sus piernas chorrean hoy sus deseos y desean que mi boca las devore. cuántas oportunidades perdí de conocer sabores y fragancias distintas?.
Me desespera el encierro, deseo sentir la calidez de sus cuerpos, el calor de su sexo en mi boca. Sus gemidos golpean mis oídos y su cuerpo parece temblar sobre mis rodillas.
Las enfermeras miran por el rabillo de la puerta y murmuran detrás de ella. Me besan a través del metal. Siento como sus dedos las sacuden y no dejo de pensar en lo mojadas que están.
Aletean las palomas en mi ventana, estas cuatro murallas se parecen juntar aprisionando mis pensamientos, mis deseos. Atrapan mi cabeza y la exprimen hasta hacerla explotar.
El tiempo se acaba y no sé como liberar mi mente.
Entonces alguien susurra por el rabillo, una vez más Estela está tras de la puerta, susurra bajo...
-cómo estás?
Vuelve a temblar mi cuerpo, rasgo con mis manos la camisa y dejo mi cuerpo desnudo, no hay más telas sobre mi cuerpo que la piel, el rabillo se cierra de golpe, pero la siento respirar, esta agitada, susurra a Dios. Puedo imaginar sus dedos aferrándose a su sexo, su mano hundiéndose entre sus piernas, acariciando su sexo como si fuera a explotar. Escucho su corazón excitado, temblando entre sus dedos, la tela de su calzón, se hunde entre sus labios vaginales retorciéndose por dentro...
-Dios, déjala entrar, d'ejala entrar.... - se agolpan las palabras y oraciones en mi cabeza. Se erecta mi sexo pensando el su piel, en sus carnes, en su intima humedad. 
Vuelve a abrirse el rabillo de la puerta, esa tapa de metal que separa su mirada de la mía, ese espacio para mirar a los pacientes como yo que sufren de una mente atormentada. Sus ojos café lo cubren todo, y mi cuerpo desnudo desea que lo miren sin pudor. Se desnuda y toca para ellos, se deja violar con su mirada.
-Gustab, tanto te deseo como la arena al mar.
Entonces me cuenta donde están sus dedos y que hacen, gime entre caricias y hunde sus dedos untándose de su deseo... gravita entre gemidos soplando su respiración, sus senos se aprietan a la puerta y siento como sus botones rasmillan el metal.Su cuerpo se aprieta temblando con el frío metal, ese que se empaña mientras me mira y ruega que me toque para ella.
- tómalo con tus manos y muéstrame cuánto me deseas. Acércate y dime, déjame sentirte.-
Entonces mis manos se aferran a mi sexo, sintiendo la dureza que transpira entre mis manos, que pulsa y deja gemir mis pensamientos.
No para de jadear y respirar confundida, excitada. Ni deja de mirar por los pasillos para que nadie la
pille. Se apoya en el muro y me dice que la mire, su delantal esta abierto y sus senos se mueven al ritmo de sus dedos , jadea para mis ojos y hunde sus dedos en su sexo dejándolo chorrear por sus piernas. Mis manos golpean la puerta y mi sexo se excita tras el metal. No dejo de gritarle como un loco que se acerque , que deje sus senos apoyados en la mirilla hasta que accede a mis suplicas, sus rozados pezones entran por el espacio que nos divide y al rozarlos con mi boca, su respiración parece atravesar la puerta, luce agitada y sus rozados botones se eréctan en mi boca dejando correr sus gotas por mi lengua ávida. Siento como su cuerpo se infla por dentro mientras la sangre se bombea en su sexo, y viene todo eso que estaba acumulado liberado por sus dedos,  y su boca se asoma para recoger mis labios y sellar el último jadeo apretando con sus dientes mis labios hasta deshacerse detrás de la puerta... mis ganas golpean la puerta mojándolo todo... la mirilla se cierra, cayendo la última pastilla en mi lengua, dejándo que mis pensamientos se vuelvan a perder.

Escucho el mar a lo lejos, tal es el silencio de la pandemia que mi cabeza no deja de rodar en mis abismos, en mis infiernos, en mis quizás ultimas horas de vida. No se que viene, ni como terminará.  


Gustab, en pandemia.

viernes, 17 de enero de 2020

Baile de Máscaras

Esa Noche de año nuevo, había bajado una niebla que tendía a desaparecer en la medida que despertaban las farolas. Tras ellas ,  las luces amenazaban con despejarla, pero sólo quedaban en eso. El tiempo de encierro había cobrado sus deudas, mis pulmones no dejaban de respirar tortuosamente por efecto de el maldito vicio del cigarrillo. Decidí salir a tomar ese aire que se sentía limpio. 
Al pasar por  el  Castillo Wulff, la música y el bullicio que salía del baile, me detuvo, recordando que  encontraba una atracción irresistible en él. 
Una figura bailaba con mis fantasías detrás de la mampara de cristal. Aquellos marcos salpicados de pintura por el paso del tiempo, enmarcaban una imagen que hizo explosión en mi cerebro, provocando el rostro intenso más allá del paso de los años. Aurora vestía de Gala recibiendo con Dulce a sus  invitados, el circulo selectivo de la cuna literaria de los últimos años. 
Me sentía embriagado y atraído por la música, tras cada mirada intensa que ocultaban las mascaras mi cuerpo se estremecía y temblaba como el de un niño. Sus rostros amenazaban  encarcelar mi locura otra vez. Había un abismo entre ellos y yo, un cristal envejecido que nos separaba en el tiempo y espacio, donde se movían atrás sus figuras envestidas en trajes suntuosos e impecables .
La ninfa de los cristales era grácil en cada uno de sus pasos, se mueve lenta y elegante, a veces como una gata , otras como mariposa, imita corriendo de puntillas y deteniéndose de golpe de cuando en cuando , como si estuviera encima de una flor , agitando los brazos arriba y abajo con gracia.. podría envenenar el alma de cualquier ángel... hasta convertirlo en el más sumiso de los pecadores... si la sensualidad cambiara de nombre... ¿cómo se me ocurriría llamarla?...
-Hola... hola, ¿puedo tomar unas fotografías?
- si claro, mientras no estorbes... soy Aurora ¿y tu?.- antes de terminar, puso un antifaz negro sobre mis ojos.
Sólo un nombre se venía a mi cabeza... Juan de Marco.. el personaje de mis Libros, el caballero de las noches sensuales. ese loco que por encontrar la seducción, salía al bosque vestido de negro con su antifaz negro y su capa de señor , volteando sobre su cabeza baldes de agua fría para hilar las palabras que le llevarían a conquistar a las damiselas del lugar..
- Juan De Marco, o sólo Juan. Reportero del Puerto.
Y sin interrumpir su baile, dejé a mi dedo disparar hasta agotar el rollo. Cada movimiento generaba un nuevos disparos, su sensualidad y delicadeza no dejaba de empañar mis ojos, enredándome en una danza inagotable de pestañeo y disparos sin objetivo...
- ¿Quieres probar?...
Me tomó de los dedos, empujándome a realizar unos giros libres. Su cuerpo era hermoso y delicadamente suave, no existía gasas de colores, solo seda y un cuerpo abajo desnudo. Su delgada tela acusaba la forma de sus pezones, y por atrás no habían marcas que encerraran las formas exquisitas de su figura...  En ese estado de embriaguez, asombrado por la belleza y la pasión que daba a sus giros, fui a tropezar pesadamente con sus zapatillas, y caí al suelo azotando mi cabeza contra la vieja madera,.
-Eres torpe, pero lindo.- me consoló.
Pasó un dedo entre los pelos de mi barba desordenada, y dibujó con sus dedos el contorno de mi cara... sus manos estaban mojadas, su pelo, lucía desordenado, y un moño a medio hacer, fue liberado por sus dedos dejando caer el pelo sobre mi rostro...
- mmmm, si , eres lindo.
Podía ver desde abajo , correr gotas de sudor entre sus piernas, se sentía húmeda...
-te gusta lo que ves?.
Uno de sus dedos hizo a un lado el corte de su vestido que vestía sus piernas, para liberar la silueta de su sexo. En él , se desenredaban sus vellos ante mi absorta mirada. Balanceando el pubis y apenas rozando mi boca con sus piernas, se dejó ver desnuda... Mis labios habían probado el sabor sublime del sudor y el deseo mezclados en perfecta armonía... Dejé que atrapara mis manos para ayudar a levantarme, mientras no dejaba de rozar mi boca. Sentía la fuerza de su deseo aprisionándolo todo.  Tomó su bolso y desapareció entre las mamparas, dejándome sumido en una confusión.
Entendí en ese momento, lo que provocaba el sexo en mí, como me tranquilizaba y me alejaba de mis depresiones. Ni siquiera era necesario a veces un orgasmo, sino sólo el provocarlos en ellas.
Al voltear la vista, mi cámara estaba botada al otro lado del salón, y como mudo testigo, me invitaba a salir de toda esta confusión. Cuando ya salía, la vi salir en dirección al toilette de damas como invitándome a seguirla... ella sabe donde terminamos y yo lo escribí en alguna parte.
De vuelta en el sanatorio, me preguntaba si alguna ves había salido de él, y si este baile había sólo existía en mi imaginación. Luego los fuegos artificiales que anunciaban el nuevo año, nublaron mi mente. Y me dormí sin entender nada con un texto en mis manos que no sabían de donde habían salido.

Gustab, después de las pastillas.

jueves, 16 de enero de 2020

Aurora.

"Todavía sostengo esa imagen mientras mis manos buscan el mismo camino que tú abriste en mi cuerpo. Haciéndose alianza con mi carne me sorprende un ruido de llaves. Aquí estoy yo con este impulso en la yema de mis dedos... Y bajo el quicio de la puerta me llega tu voz..."

Aroratris...

"Aquí estoy yo con este impulso en la yema de mis dedos...". Esa no dejaba de rebotar en mi cabeza, Aurora había despertado todos mis demonios, yo aquí, parado frente a la ventana, encerrado entre estas cuatro paredes blancas que se oscurecían hacia los rincones, las telas de araña colgando y movidas por el aire que entraba a mi habitación. Me retorcía agarrado a los barrotes queriendo salir al exterior, pero estaba encerrado y drogado por las malditas pastillas...
 En esa fiesta de los años 20, donde todos nos habíamos disfrazado como en la bella époque. 
Esa fiesta donde la conocí. Los disfraces cubrían apenas su cuerpo con vestidos de seda que dibujaban toda su figura. 100 años habían pasado y seguían coronando nuestros recuerdos, esos que nunca vuelven con tanto detalle.
¿cuáles eran sus deseos?... ¿Cuáles los míos?...
La seguí al toilette de damas. Cuando me vio entrar, sus labios dibujaron una sonrisa, me arrimó hacia los lavabos y miró fijamente a los ojos.
Una máscara ocultaba nuestros rostros. Lentamente ella me despojaba de mi cinturón, mientras la miraba y mordía mis labios, ella sólo su labio inferior, insinuando el deseo y despertando al más oscuro de mis demonios, la lujuria. 

Sus manos parecían, las que yo imagino, como la de los ángeles; Suaves, inquietas, provocadoras de sensaciones inimaginables. 
Cuándo sentí sus dedos, todo dio vueltas en mí, el ambiente era cálido,sinuoso, y sus dedos lo alborotaban todo. Me sorprendía su atrevimiento y falta de pudor, me deseaba , la deseaba. El tiempo se detenía a nuestro alrededor, los ruidos de la música se perdían en lejanos ecos que no nos alcanzaban. Todo era sensaciones que agitaban nuestras almas. Alguien podría entrar en cualquier momento, pero nada importaba, eramos sólo ella y yo. Todo se despertaba tras las telas de mi pantalón  abultando toda la sangre que era capaz de recorrer mi cuerpo en esos instantes. Sus ojos, los míos, miradas de libidinosa procedencia, todo era real. Sus manos temblaban tibias , y las podía sentir detrás de las telas. Imaginaba la humedad que desprendía su sexo sin llegar a alcanzarla, me moría por probar, pero ella dominaba el juego sin darme la oportunidad.
Y cuando estaba a punto te tocar mi piel desnuda, unas llaves se sintieron caer tras la puerta del toilette, y los tacos de una mujer, nos despertaban bruscamente de ese instante único e irrepetible, anunciando el peligro que corríamos dejándonos llevar, por el fervor de la fiesta, la música, y esa champagne que corría sin control.
Corrió a esconderse mientras yo inventaba una escusa para salir sin despertar suspicacias en la mujer que acababa de entrar, pero como no se me ocurrió nada, sólo pedí disculpas por tan grave error. La mujer sonrió dejando libre el paso a mi escape... Nunca más la volví a ver , hasta que leí este texto que alguien trajo al sanatorio, y que por alguna causa cayó en mis manos...
No puedo pegar los ojos desde que lo leí, me angustia e inquieta como llegó aquí, y esa frase que me esta volviendo loco...
-"Aquí estoy yo con este impulso en la yema de mis dedos...".-  Palabras de Auroratris... Aurora... y no dejo de pensar en esa noche imaginando como sus dedos cuentan la historia... y como los recordará.

"Si fue un sueño o no eso Nunca lo sabré." así termina este texto, su relato y mi mente agitada.


Desvaríos de Gustab.








miércoles, 15 de enero de 2020

Lila Liberada


En el cuarto de al lado, se escuchaba gemir a una mujer. Al entrar, me encontré con una mujer atada la cabecera de bronce del un viejo catre enmohecido por el tiempo, su mirada perdida en la luz de la ventana me hacía presumir que había una triste historia detrás de esas cuerdas que la encadenaban a su vida.
Gemía mientras me acercaba a ella para liberarla, sus agitadas piernas dejaban ver entre las blondas de su camisola el más exquisito de los manjares. Al acercarme ,y antes de liberarla, me senté a su lado para disfrutar de esa hermosa piel que lucía amoratada por el trato de las enfermeras, y sin despegar la vista de su sexo,  me acerque a oler su tristeza y saborear su angustia. Solté sus manos sin siquiera preguntarme lo que seguiría.
Tomando mi cabeza, dejó que me  deslizara por su vientre mientras subía su vestido. La suavidad de su piel acariciaba mis  mejillas que se  humedecían entre el sudor y el deseo, mis labios recogían sus sabores. Temblaban cada vez que  rozaba su piel, hasta llegar entre sus piernas. Quise ir a su sexo, pero ella hábilmente me llevó entre sus muslos que deseaban ser besados antes que llegara ahí. Lila Negra, despertaba de una maldita pesadilla, sería liberada por mis labios.
- Con calma- suplicó ella
- No hay apuro, aprende lo que deseamos las mujeres.- me fascinaba su forma de dirigir.
El roce en su piel me excitaba, disfrutaba cada uno de sus rincones. Su monte de venus era coronado, por hermosas cicatrices blancas, tan delgadas como el filo de una navaja,  marcando la frontera entre el goce y el placer. Su atormentado pasado le había marcado el cuerpo, su dominatriz, la había marcado para toda su vida.
Sus piernas se fueron abriendo lentamente, develando sus secretos más íntimos. Sus labios se volvían más carnosos a cada beso, la sangre fluía para despertar su más oscura lujuria. Cada surco que dibujaba mi lengua entre sus carnes, hacían que sus gotas de sudor bajaran por su cuerpo, las que eran recogidas suavemente por mis labios. Bebía de sus pecados. Suplicando que me acercara a la miel que brotaba de su encendido sexo, sentí como buscaba mis labios intensamente, deshaciéndose entre jadeos y gemidos. Finalmente ante mi, brillaban sus labios vaginales despegándose entre hilos salivales. Densos hilos de fluidos emergían de su apretada interior. Dejó ver su interior, pardo rojizo, oscuro y bañado. La cabeza de oros, la que asomó tímida entre pliegues, fue atrapada por mis labios. Mi lengua, terminó se romper los hilos que quedaban vírgenes en su dilatado sexo, dejando posar los labios deseosos de extraer el líquido néctar. La delicada cabecilla fue envuelta entre mis labios succionando suavemente, su cuerpo tembloroso, dejaba correr el sudor que chocaba con mis pestañas provocando un intenso ardor. Sus vellos púbicos, se enredaban entre mis dedos dibujando el promontorio monte que florecía entre mis manos, donde caían sus deseos palpitantes. que de ahí provenían. Mi lengua jugueteaba entre sus cárneos deseos separando los labios con cuidado quirúrgico, lamiendo y recogiendo el manantial que emanaba de su interior. Succiones, jadeos y gemidos, su espalda se retorcía clamando para no detener el placer que brotaba de sus entrañas. Sus manos sujetaban mi cabeza entre sus labios, aplastando su sexo contra mi rostro, su espalda se dobló bruscamente liberando energía por su columna hasta reventar a espasmos y gritos de placer.
Me reincorpore enterrando mi sexo en ella, la que empujaba suplicando suavidad, pero embestí con fuerza hasta topar el último rincón, separando con violencia sus piernas bañadas en sudor, y me deje caer con mi peso sobre su vientre mordiendo sus labios secos, succionando lo que encontrara a mi paso, arrancando y ahogando con frenesí cada grito y gemido en sus orgasmos, sin piedad hasta reventar dentro de ella liberando mi energía y mis horas de espera, para aprender de sus muslos los mil secretos que escondían, hasta caer sobre sus pechos ,  enredándonos de placer y temblores,en éxtasis. 
Tranquilizamos nuestros cuerpos con besos y caricias.


Gustab, minutos de mi vida... 

Te espero en:

Malva Intenso. ( Jueves con Madamme Qamar , el espejo, 27/6/2024)

Malva intenso, que actualmente se ha apagado con ​ los colores luminiscentes usados en la piel, aplicados con un tratamiento suave y cremoso...