Al entrar en la cocina, los ruidos se hacían intensos y al ver su cuerpo grueso sacudiéndolo todo y sus nalgotas libres de son y movimiento, me hizo volver a ese pasado. Siempre lucía esas faldas cortas que mostraban ese tambembe siempre bailando con esas antiguas rumbas. Esas que en mi adolescencia me excitaban.
- Hola negra, dije bajito sin interrumpir la música....
-Hola mi señorito, ¿ que le trae por aquí?...- subió sus faldas dejando libre la linea de sus nalgas y las sacudió con frenessi...- ¿ viene por su negrita?.
Me acerque a ella y pegado como lapa a su trasero, le hice sentir mi virilidad como ya hacía diez años atrás. Entre roce y roce, y ese jardín que soplaba esa cálida frescura, hizo que la negra subiera sus faldas y rápidamente se acomodara abriendo sus grandes nalgas para que me deslizara adentro, su sudor de cocina y chancho, me hacía delirar. La música bailaba al fondo sacudiendo sus nalgas hasta que por fin me recibió dentro , y el silencio y la música hizo gemido.... el agua corría por mi espalda, la humedad del ambiente hizo sudar hasta la ollas, y sus corcoveos hipnóticos me trasladaron a un pasado encerrado entre barrotes de ventanas fundidos en fuego, doblando su cuerpo mientras gozaba de mi repentina visita, la profundidad de apoderó de todo. Cuando ya mis gemidos anunciaron lo que venía, ella sacudió con fuerza y dijo- grite cuando se venga, su negrita tiene sed.-
Y así fué, del grito a la boca poniendo el ultimo recuerdo entre sus labios, mientras saboreaba lo que su niño había dejado en su boca pal disfrute... luego besando con melancolía, volvía a ponerme en guardia para continuar con los recuerdos. Tomillo, baldosas húmedas, telas livianas mostrando el culo de mi negra, y ese escote desbordado luciendo dos perlotas negras y duras por el roce de mis dedos.
Esa tarde fue hoguera encendida, cenizas a medio apagar... y llama entre sus carnes... Ya era mayor, y la negra esperaba que la satisficiera como ella me había enseñado. Al dejar la cocina, y pasar por los viejos pasillos gastados y sombríos con fugaces rayos de sol de la tarde, aún sentía la humedad de sus senos en mis manos y mi boca untados del espeso recuerdo que mi piel guardaba.
-Niiiñooo.... su negra esta alegre de velle....- le escuche al alejarme de su casa. Me tendí bajo el viejo limón mientras miraba por la ventana de la cocina esas grandes nalgotas temblar y esos senos flotando en el aire desacomodados con sus vibrantes pezones oscuros y carnosos como no hay iguaal, me tendí en la hamaca y descorché el ron para beber y olvidar.... esa negra sabía consentirme como ninguna.
Ella tatareaba la música, y reía sacudiendo los senos por la ventana.
Gustab Y si abrieras este jueves la puerta?.....
Me gusto muchísimo como comienzas a detallar el jardín y te vas entrando en esa vorágine de sexo y satisfacción. Una unión que se nota de lejos que se atraen físicamente.
ResponderEliminarMuy bonito, muy bien detallado.
Un abrazo Gustav.
Un jardín alborotado que cede al placer de la carne. Magnífica narración. Saludos
ResponderEliminarLa puesta en escena es magnífico. Ese ambiente que defines tan espléndidamente, como antesala al encuentro con la negrita, me encantó.
ResponderEliminarTras el sexo, la plácida laxitud. Un buen texto. Un abrazo, Gustab.
Un sensual jardín que te va llevando a la excitación tras el recuerdo y ese encuentro con aromas que jaquean el cuerpo, que lindo tirarse después de lo vivido bajo el limonero.
ResponderEliminarSaludos,
Increíble y sutil transición entre esa descripción tan acertada del jardín, y el encuentro furtivo con la negrita. Un escrito estupendo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Lujurioso y detallado tu recuerdo rescatado del olvido. Muy bien fundido jardín, casa y hembra
ResponderEliminarRecuerdos con aroma a cítrico y sexo... ¡Me encantó, Gustab! Un besazo
ResponderEliminarLo has descrito tan bien , que he visto el jardín, el limonero y a esa negra maestra en el arte de hacer el amor que dejó al señorito tan bien enseñado que con el paso del tiempo comprobó que había sido una buena maestra en las artes amatorias..
ResponderEliminarMe gustó tu relato, la descripción de la casa y el jardín a medida que avanzaba, esa frase del ramaje y las sombras antiguas me encantó, y la negra su maestra en las artes amatorias, esperándolo y recibiéndolo, muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Hola Gustab.
ResponderEliminarAl principio tu relato me ha recordado al huerto de limoneros de mis abuelos, pero la historia no tiene nada que ver.
Me ha gustado tu relato e incluso he aprendido el significado de tambembe, palabra desconocida para mi hasta hoy. Aunque tratándose de esa negra, maestra en artes amatorias, no había muchos significados posibles ;-)
Un saludo y buen fin de semana.
Gustab un jardin debe siempre estar cuidado y bien regado para que florezca y perfume su entorno Un abrazo
ResponderEliminar¡Hola! Un relato lleno de metáforas y de sensualidad, no dejes nunca de regar ese jardín porque de lo contrario el mundo se va apagando poco a poco.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Hola, Gustab.
ResponderEliminarSiempre tengo que leerte desde el móvil porque aquí, no sé bien por qué, se me esconde el texto bajo una enorme imagen y no puedo leerlo en su totalidad :-)
Tu texto me enamora. Ese color de los recuerdos que toman vida. Una imagen bucólica y terrenal, y ese encuentro que, pasado el tiempo, ha sido como el cocido a fuego lento, que ahí sigue, con el mejor de su sabor y aroma.
Sin duda, un texto para leer dos veces y regocijarse en él.
Millones de gracias por acompañarnos en esta aventura. Hace tiempo que no sabía de ti [a veces no sé ni de mí :-)]. Deseo que tengas unos bonitos días y tengas mil motivos para sonreír y no dejar de deleitarnos con tus letras.
Un beso.
Descriptivo en sensaciones y sentires. Tu relato consigue la inquietud de la mente adentrándonos de manera muy visual.
ResponderEliminarTe felicito.
Te dejo mis mejores deseos para esta Navidad, que las disfrutes en familia y que todos tus deseos se cumplan.
Mil besitos navideños, Gustan 🎄💫❤️