Lirio de Agua...


Después de mucho tiempo y tranquilo el tema de la cuarentena, en el intento de recuperar la economía de un país devastado, el gobierno decidía seguir adelante asumiendo las consecuencias de sus decisiones y con eso daba permisos al ciudadano común a retomar la vida.
Así fué como , por primera vez , volvían a darme permiso para salir, en lo que adelantaba, una probable alta clínica, pero con el compromiso de volver si se presentaba algo en mi tema de salud.
Aunque aún quedaban huellas de la pandemia en el rostro de la gente encamine los pasos a mis cerros, decidido a no volver. 
Vería nuevamente mi departamento después de mucho tiempo y a retomar mis letras para olvidarme de lo que había pasado todo este tiempo, que no recuerdo cuánto fue. Días, semanas , meses...quizá años sin ver mi hogar y comunicarme con todos los que me conocían.
Los adoquines se sentían fríos y los vientos de primavera, solían escurrirse entre mis huesos, la gabardina no alcanzaba a detener su cruel carácter y la fuerza en que el viento se encaramaba entre los cerros.
Al acercarme al café de mi calle, su fragancia entro por mis fosas nasales inundandolo todo, su cálido aroma removía todas las fibras de mi piel. Salude como de costumbre, pero la chica que atendía, al parecer , ya ni siquiera se acordaba de mi rostro. Sin buscar explicaciones por su actitud, le solicite un capuchino de esos que acostumbraban a despertar mis días , en amaneceres ya olvidados por mi mente. El puerto me recibía con sus bocinas de gran factoría, las idas y salidas de los buques daban un gran espectáculo y sensación de libertad en mi cabeza. El olor de las refinerías de pescado, acariciaba mis recuerdos levantando la mirada, entregando caricias al alma. Al mirar hacía arriba,  podía observar la ventana de mi dormitorio, cerrada y humedecida por la soledad, desteñida como astillas de un viejo mástil varado en las arenas del puerto, bajo los muelles, abrazados como amantes al clima que lo corroe todo.
Subí las escalas de granito inundado por una emoción inusual. Bajo la puerta, asomaban miles de cuentas y cartas largamente abandonadas y encogidas por el tiempo, algunas húmedas y amarillas manchadas por el húmedo frío de mar. Ese que escala por los cerros sin piedad ni miramientos.
Curiosamente, la manilla de bronce, a pesar del tiempo y verdoso color , y algo oxidada, marcaba claramente las señales de haber sido manipulada, y aunque abandonada, parecía mostrar la presencia de algún alma perdida por la curiosidad, y bastante poco prudente de la privacidad.
Al entrar, el polvo en suspensión jugaba con los rayos del sol, impidiendo que mis ojos distinguieran figura alguna. El picaporte, el oxido en la cerradura, el oscuro manillar, las aldabas y hasta las bisagras reclamaban atención, gruñian despechadas entre las viejas maderas de roble distrayendo mi atención, música para mis oídos. La vieja royal lucía cubierta por el tiempo de abandono, las hojas estaban oscuras y esparcidas por la habitación, y las arañas oscuras de rincón, parecían ocupas sin control. Las telarañas formaban cortinas entre los rincones , mientras una botella agua ardiente parecía desviar los rayos del sol hacia ellas.
El moho del ambiente, ocupaba cada rincón, y el polvo dibujaba delicados pasos de tacón sobre el piso, parecían recientes, y lucían sensuales en la decoración. Mis oídos prestos a escuchar , anunciaron visita, en mi habitación, se escuchaba el recorrido y golpeteo de hojas, como si ojearan un viejo libro. Rsgaban con hambriento apuro lo que parecía un manojo de hojas sueltas, un delicado aroma, me hacía presentir, que las huellas dibujadas en el piso, tenían alma y vida.
Al entrar al cuarto, la sábanas revueltas de la cama, jugaban con el cuerpo de una intrusa de extraña belleza. Sus cabellos morenos, colgaban libres mecidos por la corriente de aire que entraba por una de las ventanas. Escondido entre las cortinas de polvo y oscuridad, me apoye en la puerta para mirarla con detención. Su piel lucía tan morena, como la de las chicas del cabaret, brillababajo los rayos de sol que entraban tímidos por la ventana. 
Estaba distraída leyendo viejos papeles que debieron ser, alguna vez , una novela. A pesar que sus muslos estaban abrigados por oscuras medias de seda, atadas a un sensual y delicado portaliga, parte de ellas lucían desnudas a mis ojos. Su cuerpo era hermoso, y probablemente adictivo. Sus ojos oscuros, tenían un brillo especial, quizás enaltecido por la más hermosa y sensual de las sonrisas. Sus cejas escasas, hacían que el brillo resaltara en su rostro, y una desordenada linea de dientes , sumaba un encanto a todo lo que le hacía brillar. De asombroso e indulgente escote, escondía todo ese pudor que sólo entregan algunas mujeres, frutos de dulce adicción. Caderas bien dibujadas, de cintura tan ancha como sus caderas, hembra , como suelo describir a una mujer así. Sus piernas, emergían de un hermoso derriére, como nalgas esculpidas en mármol...
El tranvía del medio día anunciaba su paso con fuertes campanadas, sacando  a los ángeles de su lectura, y denunciando mi presencia. Al verme, se levanto de la cama con rostro sorprendido, y sin saber que hacer , ni darle tiempo para nada, le pregunté: 
- Quién eres, que haces aquí?.- jugaba con su collar de perlas sin saber qué responder. Mientras nuestras miradas se acusaban y no dejaban de recorrerse uno al otro, después de un momento , respondió;
- Gloria, sólo Gloria.-
Me contó que había leído ciertos libros de los que le habrían contado que escribía, y de qué trataban. Que seducida por las habladurías, había decidido conocerme. Qué alguien le había contado que vivía, entre los cerros de Valparaíso, y que no sabían nada más de mi, que había desaparecido y nunca más habían escuchado hablar de mi. Que se accedía por el ascensor de los ingenieros, y que vivía cerca o sobre un café al salir del ascensor. Su intensa curiosidad la había llevado hasta el edificio en que vivía , y que el conserje le habría dado el número del departamento. Notó que estaba abandonado, pero ella sabía como abrir la más segura de las cerraduras y no habría titubeado en llegar hasta eso, para saber de mi. Llevaba dos días escarbando papeles desordenados y tirados por todas partes.
Abrí las ventanas para ventilar el departamento mientras la escuchaba, ordenaba todo lo que se presentaba frente a mis ojos mientras ,ella, seguía hablando. 
-... y tome las hojas y me puse a leer, ... estas que hablan de un gitano... debo de reconocer que me seduce, es un gachii que mola, como dicen por ahí...- se produjo un silencio, que cortó de pronto sus palabras, y un incomodo silencio se sintió en la habitación. Mis ojos la miraban intensamente.
-... y cuando entré, vi esa foto, en la que estás apoyado en un farol, me llamó la atención tu mirada cabizbaja, y esa, dónde estas en las puertas del banco, y me sentí atraída, seducida por tu sonrisa... y..
Sin más que decir, atorada por sus palabras y bajo mi intensa mirada, simuló un mareo que me llevó a cogerla por sus caderas, y sin más, nos sumergimos en un beso que nos llevó a un abismo que parecía no terminar jamás. 
Los besos, nos llevaron a las manos, y las manos , al deseo. Mientras nos íbamos desnudando, la humedad fue cubriéndolo todo, sus senos parecían agrandarse entre mis dedos, los sexos eran convertidos en miel, en un torrente de miel, cálido y sereno. Sus manos fueron desapareciendo entre las telas de mi pantalón, mientras este anunciaba con desbordarse entre sus dedos. Bajo temblando hasta mi cintura, desatando los broches de mi pantalón, ese que acusaba , que recién empezaba a conocerme , quién era y porqué escribía así.
En la locura, la empujé contra la mesilla del bar, que se escondía en un desorden de botellas vacías, carentes de licor. Mis manos tiraron de su ropa interior, hasta dejarla desnuda contra las maderas, expuesta a mi mirada, abierta a mis ojos, y sin más defensa que su excitación. Bajé por su vientre descubriendo cada espacio de piel. Pujaba por beber y alcanzar el lirio de agua, que soltaba todo el néctar del deseo. Bebí de sus carnes hasta perderme, mi boca no dejaba de jadear liberando el aire contenido por el tiempo. Sus senos suaves eran envueltos por mis manos y sus pezones atrapados por mi boca. Mordía el placer regurgitando entre gemidos, jadeaba indefensa entregada a mis ansias por poseerla. Entregada, se dejó beber abriendo sus piernas y cerrandolas alrededor de mi cabeza, el lirio jugoso desencadenaba todos sus rincones. Sus ojos se cerraron entregándose a mi, como si de eso dependiera la vida. Su vientre dibujaba las formas del deseo, se contraía tras cada embestida de mis labios, los que se hundía para liberar la lengua, que hambrienta le devoraba sin dudar en lo que hacía. Los espasmos se labraban con desbordado pudor, los casquillos de sus senos empujaban mis dedos levantados por la pasión, mientras sus rodillas luchaban por mantenerla erguida. Hasta que soltó un grito que se apoderó del puerto , mientras su cuerpo se desfiguraba en un orgasmo que la dejaba caer sobre mi espalda, rendida y sin respiración, ahogada por el éxtasis.
Su cuerpo aún no se recuperaba, cuando me sintió acercarme con mi sexo erguido buscando su boca. Sin resistencia se entregaba al más sublime de mis deseos, sentir su entrega total y sumisa. Sus dedos lo atraparon para detener los embistes que sin control, se apoderaban de su boca para acallar sus palabras, ahogando los sentidos que se entregaban al placer de disfrutarlo. 
Mi cabeza parecía estallar tras cada movimiento buscando el placer, perdiéndose entre sus labios, desapareciendo en su boca para salir y empujar nuevamente. Mis manos buscaban el muro para apoyarse y no perder el equilibrio, hasta que todo estallo en mi cuerpo y fui a soltar todo ese deseo contenido del que alguna vez las enfermeras habían abusado.  Busque salir de su boca que no quería liberar para finalmente soltar y lanzar una segunda descarga sobre su rostro mientras ella , sorprendida, soltaba una carcajada de placer por lo que estaba sucediendo y mojándolo todo.

 Luego de la segunda descarga, volvió a meterlo en su boca, para recoger todo lo que terminaba de salir, disfrutando cada gota insolente y descarada.
Terminó diciendo, que esa era la razón porque quería conocerme, y que tras las ultimas palabras que había leído, deseaba descubrir porqué yo había decidido terminar mi libro con la muerte de tan interesante y apasionado personaje de la aldea, y que no se iría de ahí hasta descubrirlo.
Decidí que tomaría un tiempo en contarle el porqué de los hechos, y tendría que esperar hasta que yo decidiera cual sería el momento.
Mientras nos reponíamos, ya mi boca buscaba el Lirio de agua para empezar un nuevo capítulo.

Gustab, de vuelta en el puerto.

 

Comentarios

  1. Tomando como referencia este magnífico y exquisito capítulo, los siguientes serán un verdadero deleite…

    He degustado cada escena y detalle… Así como el sabor de tus letras que ya echaba de menos…

    Un placer leerte en esta noche…

    Abrazo grande.

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