Pandemia







Vivo lleno de sensaciones, siento temblar mi cuerpo cada día que pasa, nada comparado con la vista que hay desde abajo, donde dos piernas se abren para que bebas cada rincón, el virus me corroe y a veces pienso en el final.
Qué sera de aquellas que he bebido y como olerán hoy, cuánto sabor acumulado entre sus piernas chorrean hoy sus deseos y desean que mi boca las devore. cuántas oportunidades perdí de conocer sabores y fragancias distintas?.
Me desespera el encierro, deseo sentir la calidez de sus cuerpos, el calor de su sexo en mi boca. Sus gemidos golpean mis oídos y su cuerpo parece temblar sobre mis rodillas.
Las enfermeras miran por el rabillo de la puerta y murmuran detrás de ella. Me besan a través del metal. Siento como sus dedos las sacuden y no dejo de pensar en lo mojadas que están.
Aletean las palomas en mi ventana, estas cuatro murallas se parecen juntar aprisionando mis pensamientos, mis deseos. Atrapan mi cabeza y la exprimen hasta hacerla explotar.
El tiempo se acaba y no sé como liberar mi mente.
Entonces alguien susurra por el rabillo, una vez más Estela está tras de la puerta, susurra bajo...
-cómo estás?
Vuelve a temblar mi cuerpo, rasgo con mis manos la camisa y dejo mi cuerpo desnudo, no hay más telas sobre mi cuerpo que la piel, el rabillo se cierra de golpe, pero la siento respirar, esta agitada, susurra a Dios. Puedo imaginar sus dedos aferrándose a su sexo, su mano hundiéndose entre sus piernas, acariciando su sexo como si fuera a explotar. Escucho su corazón excitado, temblando entre sus dedos, la tela de su calzón, se hunde entre sus labios vaginales retorciéndose por dentro...
-Dios, déjala entrar, d'ejala entrar.... - se agolpan las palabras y oraciones en mi cabeza. Se erecta mi sexo pensando el su piel, en sus carnes, en su intima humedad. 
Vuelve a abrirse el rabillo de la puerta, esa tapa de metal que separa su mirada de la mía, ese espacio para mirar a los pacientes como yo que sufren de una mente atormentada. Sus ojos café lo cubren todo, y mi cuerpo desnudo desea que lo miren sin pudor. Se desnuda y toca para ellos, se deja violar con su mirada.
-Gustab, tanto te deseo como la arena al mar.
Entonces me cuenta donde están sus dedos y que hacen, gime entre caricias y hunde sus dedos untándose de su deseo... gravita entre gemidos soplando su respiración, sus senos se aprietan a la puerta y siento como sus botones rasmillan el metal.Su cuerpo se aprieta temblando con el frío metal, ese que se empaña mientras me mira y ruega que me toque para ella.
- tómalo con tus manos y muéstrame cuánto me deseas. Acércate y dime, déjame sentirte.-
Entonces mis manos se aferran a mi sexo, sintiendo la dureza que transpira entre mis manos, que pulsa y deja gemir mis pensamientos.
No para de jadear y respirar confundida, excitada. Ni deja de mirar por los pasillos para que nadie la
pille. Se apoya en el muro y me dice que la mire, su delantal esta abierto y sus senos se mueven al ritmo de sus dedos , jadea para mis ojos y hunde sus dedos en su sexo dejándolo chorrear por sus piernas. Mis manos golpean la puerta y mi sexo se excita tras el metal. No dejo de gritarle como un loco que se acerque , que deje sus senos apoyados en la mirilla hasta que accede a mis suplicas, sus rozados pezones entran por el espacio que nos divide y al rozarlos con mi boca, su respiración parece atravesar la puerta, luce agitada y sus rozados botones se eréctan en mi boca dejando correr sus gotas por mi lengua ávida. Siento como su cuerpo se infla por dentro mientras la sangre se bombea en su sexo, y viene todo eso que estaba acumulado liberado por sus dedos,  y su boca se asoma para recoger mis labios y sellar el último jadeo apretando con sus dientes mis labios hasta deshacerse detrás de la puerta... mis ganas golpean la puerta mojándolo todo... la mirilla se cierra, cayendo la última pastilla en mi lengua, dejándo que mis pensamientos se vuelvan a perder.

Escucho el mar a lo lejos, tal es el silencio de la pandemia que mi cabeza no deja de rodar en mis abismos, en mis infiernos, en mis quizás ultimas horas de vida. No se que viene, ni como terminará.  


Gustab, en pandemia.

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