Ella.
¿Cuántas veces recorrió el mismo pasillo?, Suplico que le abrieran la puerta. Dentro de ella estaba la imagen de él, desnudo mirándola desde la ventana. Y ella sentada ahí, en el escaño rojo y blanco sonriéndole mientras se imaginaba ¿Cuál sería su olor, qué tan suave sería su piel? ¿Qué tan larga y dura se sentiría?.... y nadie le abrió la puerta, las enfermeras sentían celos de ella, hasta que un día le dijeron que había acabado con su vida, y que el escaño rojo ya no estaría.
Desde entonces llora sonrisas y se tumba en el primer regazo que le promete un abrazo, porque sólo en esos momentos logra tapar el hueco con una nueva sensación; Entonces puede parar el torrente, para buscar aquel primero, el que nunca pudo sacarse del todo. Lo revive, se desgarra un poco más, sus dedos se diluyen, y esas noches las lágrimas mojan sus sabanas, recupera sus sueños y entiende que siempre le echará de menos.
Aún ahora sigue esperando verle, porque, se agarra a la esperanza, en ese poco de realidad que aun consigue separarla de sus ficciones, esa, en que él sería capaz de tapar el hueco, porque solo tenerle dentro implicaría que no hubiera lugar para nada más, y entonces volvería a ser ella.
Tantas veces intentó sacárselo de dentro, y lo único que finalmente logró hacer, es un hueco enorme por el que cada vez entraba y salía de ella, que acabó inundando todo su consciente, y media parte de sus sueños.
"Ella, La que debe ser obedecida, que parece haber encontrado el secreto de Gustab..."
Gustab.
Ella (Henry Rider Haggard)Henry Rider Haggard
(1856-1925) Su experiencia aventurera en África le permitió escribir Las minas del rey Salomón, que se convirtió inmediatamente en un éxito de ventas. Dos años después, en 1887, apareció Ella, que también se convirtió de forma inmediata en un best-seller. Desde entonces, generaciones de lectores han disfrutado de la magia que emana esta maravillosa narración, en la que dos hombres, uno extraordinariamente bello (Leo Vincey) y otro extraordinariamente feo (Horace Holly) parten al continente africano en busca de la legendaria Kôr, para desentrañar el misterio que rodea la vida del padre de Leo Vincey y su relación con una enigmática sacerdotisa, «Ella, La que debe ser obedecida», que parece haber encontrado el secreto de la eterna juventud..."
Entre Libros con Neo.
Esa mujer caló tan hondo, que generó un caos absoluto en ese hombre. Pero sí, hay quienes pueden provocar esa enajenaión.
ResponderEliminarUn abrazo
Ella, se sintió de él y eso la provocó una enajenación que la llevo a su propia destrucción.
ResponderEliminarUn beso, Gustab.
Hermoso Gustab, me ha encantado! Ella se quedó parecía detenida en ese momento mágico y ya no pudo casi seguir a partir de allí, poderosos sentimientos que nos llevan a la destrucción... Besos por ahí!!!
ResponderEliminarUna historia muy propicia para imaginarla desde tu perspectiva, Gustab. Gracias por evocarla. Un abrazo
ResponderEliminarNecesitaba de él y no lograría llenar ese espacio vacío ni siquiera con reemplazos que pretendieran ocupar ese lugar.
ResponderEliminarMuy buen relato Gustab.
Un abrazo.
PATRICIA F.
Sentimientos destructivos por una obsesión.
ResponderEliminarFelicidades por tu aportación, Gustab.
Me ha gustado mucho como te has insertado en una historia libresca, que no llega a comprenderse totalmente hasta que no lees el libro origen de ella.
ResponderEliminarMe encanta siempre la imaginación que pones en los textos.
Pues creo que como no he leído el libro en cuestión, la verdad es que no he pillado el mensaje del relato. Y eso que lo he leído dos veces. No sé, a mí Las minas del rey Salomón no me gustaron, esta otra no la he leído, como ya dije, y con este autor, después de la mala experiencia, no creo que repita. Siento no haberme enterado de nada. Un saludo.
ResponderEliminarNos introduces en la mente del personaje y haces vivirka en primera persona Un abrazo
ResponderEliminarE quais erão seus segredos?...
ResponderEliminarBelíssimo!!
Bom final de semana.
Beijos carinhosos.