El último peldaño.

"Los amantes están un peldaño, por encima de la locura."
Anónimo; en los muros de un sanatorio

Subimos al último piso por una empinada y estrecha escalera, añosa y oscura, hasta la ultima puerta, despúes del último peldaño para escaparnos de esas voces que ya amenazaban por alcanzarnos.

Dentro y a salvo del mundo, el cuarto humedecido por el tiempo, ajado por la sal del mar, nos ahogaba en su espacio de tiempo, y nuestras bocas se anudaban en besos carbonizados por el deseo, mientras mi mente divagaba contando los hilos y nidos de arañas, mientras disfrutaba de mirar su cuerpo desnudo, hasta que su mirada se enredo con la mía contándose los secretos que queríamos alcanzar, deseos guardados en silencio.

Como serpiente, se fue enredando en mi, deslizando su frío cuerpo sobre mi piel... como si estuviera esperando agazapada, asegurar su presa . Mientras ella se deslizaba sobre mi, mis manos acariciaban sus nalgas y mi nariz, aprovechaba sus fragancias, ese particular olor formado por el deseo y el sudor. Por fin nuestras bocas se acomodaron para beber de sus lenguas, gozar del sexo del otro, y fundirse entre los exquisitos vaivenes. Nuestros gemidos, acallaron el temor de ser encontrados y las olas hicieron desaparecer el mar. Eramos sólo nosotros, bebiéndonos, temblando como niños, y a sabiendas exactamente que hacer.

Cada movimiento, cada caricia, cada beso, caían justo donde tenían que caer.  Nos fuimos mimetizando hasta convertirnos en uno, entre aromas y sabores, esperma a la  esperma. los jadeos y orgasmos nos fueron envolviendo, como las llamas al leño de una estufa.  

Nos tendimos en la cama, abrió sus piernas para que yo entrara en ella sin angustia, aún entre temblores, y mi cuerpo se hizo al de ella para resbalar en su interior.  Los orgasmos se sucedieron uno tras de otro, hasta caer extenuados sobre el solitario somier. 

Detrás de la empinada escalera, aún se escuchan los jadeos y gemidos que dejamos escapar escondiéndonos de todos los que nos querían alcanzar.

Gustab.