"Me gustaría que un rojo sonara como el tañido de una campana. Si no lo consigo la primera vez, tomo más rojo y otros colores, hasta que lo tengo”. Pierre-Auguste Renoir.
En sus dedos hay memorias de Rubens y Velázquez, pintaba con rayos de luz un paisaje de ensueño. Pinceladas que daban vida a el agua como espejos y las hojas verdes reflejadas que parecían estrellas chapoteando entre galaxias . Íbanos a los bosques donde los verdes danzaban con los rojos y anaranjados; Puntos de luz, pequeños trazos. Casi podíamos respirar el verano entre sus pinceles. Pierre Auguste, augura risas y pinta un día que pareciera ocurrir en otro mundo.
Persigue a las enfermeras para desnudarlas y pintarlas, las dibuja con las sabanas entre las piernas , mientras tira de la punta para excitarlas, tira pinceladas sobre sus cuerpos, que parecen excitarles al salpicarles el agua de transparente color.
Río con él, él siempre ríe sin mostrar dolor. Sus manos vendadas amarran con precisión los pinceles; sus pinceladas se hacen más cortas, pero intensas, llenas de luz. Una de las enfermeras me desnuda mientras posa para él, él ríe, siempre ríe. La artritis se come sus manos, las retuerce sin piedad, pero eso les fascina a ellas que le hacen colocar sus torpes dedos entre sus senos, a veces gime de dolor, cuando ellas aprietan sus piernas cuando se acerca el orgasmo. Gimen ambos, gimo yo, gime la enfermera que antes me desnudo.
Sus pinceladas cortas llenas de luz, aparentan farolas pegando sobre la tela, chispazos de vida. Me hace sentir su amigo, mientras la artritis le va reventando las articulaciones. Atrás quedaron las telas oscuras, las pinceladas sin luz, las miradas de Courbet, el realismo rebelde que quería mostrarle al mundo tal cual era, dejando el romanticismo atrás.
En el dolor, Pierre quería escapar, dando luz a sus cuadros, sexo a su cuerpo enfermo y movimiento a la silla que lo sostenía por sus rodillas gastadas de reumatismo. El dolor pintó más, sus retorcidos juegos con las enfermeras, dieron luz al sanatorio.
Sus manos deformadas se perdían entre las piernas de Juliette, doblándola y dejándola de rodillas pidiendo más. Sin soltar sus pinceles, los rayos de luz seguían golpeando su ingenio.
Se jactaba de retratar a la mujer de mil maneras. Unas veces elegantemente ataviada, otras como madre cariñosa amamantando al hijo, también desnuda en medio de un bucólico paisaje o sorprendida en su toilette. Pintó a su mujer, a sus amantes y a sus amigas; a modelos profesionales, a muchachas de la calle, a actrices y a grandes burguesas. A prostitutas sin nombre, a las enfermeras de este sanatorio, a mi loca figura de triste de escritor.
Pero sigue pintando y no pierde el humor. Su estilo, lejos de agriarse, se dulcifica en extremo , en el que predomina el tono rojizo en sus telas. Debe sujetarse el pincel a la mano completamente deformada con esparadrapo; él lo llama, "Ponerse el pulgar". Cuando las pinta, las hace imbuidas de una sensualidad que no desparece. Siempre decía:
Nos invita Cecy a ser ese ser humano, aquí, otras miradas.
Magnífico texto, te estás superando a ti mismos, Gustab.
ResponderEliminarTe dejo mis buenos deseos y un besote, hasta la vuelta de las vacaciones.
Imponente texto, que seguramente incentivaría al artista "Maravilloso Auguste Renoir" a seguir creando de donde este.
ResponderEliminarGracias Gustab por sumarte a la propuesta.
Un abrazo,
Qué texto más bello, me gustó mucho esta frase: Pero sigue pintando y no pierde el humor...
ResponderEliminarQué así sigas siempre Gustab, deleitando nuestra vista con tus escritos. Una belleza. Abrazos
Celebremos esa belleza que permanece! Muy poético este homenaje a otro gran pintor. Un abrazo
ResponderEliminarHola Gustab! Que bello relato, me encanto como hilaste las palabras y describiste a este pintor, que a pesar de su dolor seguía haciendo lo que más amaba, pintar y con una sonrisa... Besos por ahí!!!
ResponderEliminarImpresionante texto...mas que texto has pintado un lienzo con las vivencias y dolor de Renoir, que como bien has escrito, te enredaste con sus pinceles para hacer una obra de arte...felicitaciones..es un escrito precioso...bss
ResponderEliminarEs un texto excelente, me ha encantado Gustab, lo disfruté mucho, todo. Como fuiste hilando las palabras con las pinceladas, de color, su alegría a pesar de su enfermedad.
ResponderEliminarMuy bueno, saludos.
PATRICIA F.
El dolor pasa, pero la belleza permanece. Sabias palabras.
ResponderEliminarHay algo especial en esas enfermeras, que son musas y amantes, tan entregadas al erotismo y a la sexualidad.
Un gran homenaje.
Saludos.
vaya que si que era muy festivo el famoso pintor, que nos dejo retratos inmortales.
ResponderEliminarEl erotismo y la pintura tienen su forma perfecta en mi imaginación. No hay nada mas embriagador que el arte y el sexo como máxima expresión.
ResponderEliminarUn saludo
Me gustó mucho tu relato porque. Me apasionan los colores y has descrito las pinceladas que parece que las estaba viendo en el lienzo.
ResponderEliminarUna manera de liberarse del dolor de ese modo, pincelando con las manos deformadas y con la imaginación. Muy buen texto.
ResponderEliminarEl dolor pasa, pero la belleza permanece. Me quedo con esa frase.
Vengo algo tarde pero es que la semana pasada me resultó imposible.
Un abrazo.
Pincelando con tu relato una historia hermosa, conjugando la pintura y el erotismo . Excelente!!! Un beso.
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