Mundo de Agua.


Con la piel caliente y resbaladi­za, nos unimos con una mínima sensación de roce. La presencia en su interior era sólida, íntima, un punto fijo en un mundo de agua, como si hubiera un cordón en los desplaza­mientos casuales. Emití un gemido al sentir el flujo caliente que acompañó mi embestida. Me acomodé como un  punto fijo con un suave suspiro de placer.
El torrente surgió entre sus muslos y se disparó como un dar­do hacia lo hondo de su interior. Aflojé y mis manos que resbala­ron laxas, sudadas e indefensas  en sus caderas sosteniéndome en el vacío que provocaba el resbaladizo paisaje frente a mis ojos. Su espalda se arqueó y los redondos senos se aplastaron con mi pecho.
Me desplomé sobre ella que gemía y contraía su vientre palpitante, casi asfixiada, era blanda como una medusa. El silencio se apoderó de todo por un instante, mientras caíamos en un acantilado sin referencias. No sabía -ni me importaba- qué sonidos había emitido, pero me sentía in­capaz de hablar con coherencia. Hasta que comencé a mecer­me otra vez con la fuerza de un toro sobre su cuerpo oscuro tallado por la fuerza de la naturaleza bajo el agua turbia que fluía como cascadas desde su interior.
Sentí tal humedad en nuestros cuerpos, que mi lengua ganó espacio entre la aspereza de sus labios llenos de sangre y la profundidad de sus carnes. Igual de mojada, intentó pasar desapercibida su boca por mi piel, hasta que sentí el vacío que se expandía por mi cabeza poniendo rígidos mis brazos aferrado a su cintura
El roce de sus muslos en mi rostro que hervía, envió un escalofrío por la columna, mientras mis uñas se clavaban en la figura esculpida de sus caderas. 
Al abrirse las cortinas, dejó desnudas las vitrinas del escaparate, mientras las empleadas gritaban desde afuera espantadas por el espectáculo brindado a sus ojos. Dos hombrones se abalanzaron sobre mi hasta separarme de ella, mientras su eterna sonrisa brillaba en bermellones oscuros y sus ojos no dejaban de guiñarme...
Era la Gloria vestida de tul, con la mirada lejana y azul que sonreía en su escaparate con la boquita menuda y granate, y unos zapatos de falso charol que chispeaban al roce del sol... 
yo amaba a esa mujer. No era como esas muñecas de abril que me arañaron de frente y perfil, que se comieron mi naranja a gajos, que me arrancaron la ilusión de cuajo. Era como un pajarillo, pidiéndome...libérame, libérame y huyamos a escribir la historia....
Y entonces, llegaron ellos, me sacaron a empujones y me encerraron entre estas cuatro paredes blancas, donde vienen a verme las enfermeras de vez en vez y a comerse mi naranja a gajos.
...Tuve entre mis manos el universo,  hicimos del pasado un verso perdidos dentro de un poema...



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Comentarios

  1. Todo un placer que se desborda como un río .
    Al menos dejaron que el poeta antes de ser reclutado tuviera su momento cenit de placer.
    Un abrazo.

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    1. No sé si era un placer a esas alturas, pero que había amor, había

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Gustab me deje llevar por el laberinto de placer de la historia hasta que me interrumpieron esos dos hombres que los separo. Muy bien lograda la forma de narrar la historia, mucha poesía se siente, felicitaciones!

      Saludos

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    2. Lamento que no hayas podido perderte en ese laberinto... yo sigo intentandolo

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  3. Muy sugerente y erótico con un giro inesperado. Siempre he considerado complicado lograr el equilibrio en un texto erótico, pero tú lo has hecho con una maestría increíble.

    Un placer leerte.

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    1. No se veían venir esos dos... lo erótico puede llegar a ser un mundo aparte

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  4. Me gusta esa intertextualidad.
    Por lo menos, el poeta pasó a estar bien atendido por las enfermeras.
    Saludos.

    El Demiurgo de Hurlingham

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    1. El erotismo sin intelectualidad ... deja de ser erotísmo.

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  5. Un equilibrio muy sutil con un final inesperado y creo que hay más de un giro relacionado con el escarate... Hay que leerlo más de una vez para entender todas la historias que hay en este relato.
    Muy bueno.
    Un saludo.

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    1. Es una historia de patio en un sanatorio, donde el amor te puede llevar al abismo

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  6. Como siempre en tu linea de erotismo, aunque en este caso el poeta esté entre la fina línea de la locura y la cordura. Un abrazo

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  7. Como siempre en tu linea de erotismo, aunque en este caso el poeta esté entre la fina línea de la locura y la cordura. Un abrazo

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  8. Impensada situación entre ese apasionado loco y el maniquí de la tienda. La letra de la canción nos ubica bien en la situación. Muchas gracias por sumarte Gustab. Un abrazo

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  9. Por fin me he enterado la causa de que estuvieras internado en el Hospital Psiquiátrico, con razón las enfermeras hacen cola para que las ames, después del espectáculo que se vió al recorrer las cortinas.

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  10. Interesantes metáforas para los comienzos de tu texto, mezcla de erotismo y locura, sorprendente final con los versos que cantó y escribió Joan Manuel Serrat, de cartón piedra.
    PATRICIA F.

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    1. El amor puede llegar a ser muy solitario... pero puede llegar a ser mucho más que uno real.

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  11. Es que donde llegan las ganas, llegan! La sensualidad se encuentra en muchas cosas a quien podemos culpar por este amorío efímero. Muy bueno me gustó como lo diste vuelta al final. Un abrazo

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    1. Debía sacarlo de contexto... y joan manuel serrat me vigilaba de cerca.

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  12. mojada entrada con final adecuado, un saludo

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    1. Osea... mojada mojada.... el mejor de los mojones , jajajaja

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  13. Vaya!!
    Pues este texto es toda una revelación para ña historia de Gustab, el loco.
    Y si mo es por el comentario de Mónica me lo hubiera perdido. Podría titularse " el origen de Gustab".
    La canción no dice que el protagonista se llame Gustab, pero tampoco dice que no.
    AbrZooo
    Gabiliante

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    1. Es la historia de un loco... Gustab ha tenido más de un problema en su vida por ser ansioso

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  14. Llego tarde con mi comentario, pero he estado devacaciones. Ahí va:
    El relato es un torbellino erótico que se transforma en un lamento poético de locura y deseo inalcanzable.
    Es un diamante crudo, con ecos de Lorca o Valle-Inclán: pasional, delirante y profundamente triste.
    Saludos, Gustab.



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