Perturbado.

Cargado de deseo, desorientado, recorro un pasillo, y en el oscuro pasillo se abre una puerta, y salen dos mujeres seductoras vestidas de portaligas blancos y cortas faldas que dejaban ver más allá de la piel, mientras unos profundos escotes hipnotizaban mis pasos.

Antes de dormir las había visto entre las nubes perturbado con bandeja de plata y minúsculos círculos de sal que prometían hacerme dormir profundamente... y así empezó mi viaje.

Un recorrido por lugares de una ciudad, de la que se cuentan leyendas, guiado por personas que fingen ser sobrenaturales. Y resultan serlo de verdad por su belleza inmaculada, profunda y sensual. Sus bocas rojas agrandaban su sonrisa ,mientras sus dientes mordían los labios, y el paisaje dibujaba calles sombrías y fríos adoquines que reflejaban los parafineros focos de luz amarillentas y titilantes.

Perturbado entre la vigilia y el sueño, soy tentado para usar una máscara que me daría un poder oscuro, ellas sonreían mientras yo, me desnudaba dejando sólo el artilugio que ellas me ofrecían. Ese poder era erotismo y sensualidad. Y mi cuerpo, mi cuerpo sucumbió al poder recorriendo esas pieles de aquellas que me habían dormido minutos antes, y que luego de una sonrisa, cayeron a mis pies ofreciéndome algo más que un sueño... realidad...

Cargado de deseo, desorientado, recorro el pasillo, y en el oscuro pasillo se abre una puerta. Salen dos mujeres seductoras, desnudas, provocando un orgasmo, guiado por personas que fingen ser sobrenaturales, y resultan serlo de verdad... una máscara que me daría un poder oscuro. Mujeres seductoras vestidas de portaligas blancos y cortas faldas, husmean bajo la piel, mientras sus bocas marcan mi sexo de rojo,... los dedos más allá de sus piernas, humedecidos entre las nubes,... gemidos, orgasmos y pasillos oscuros, susurros entre sus dientes,  leyendas, guiado por personas que fingen ser sobrenaturales, y resultan ser. Ellas son piel, calles oscuras y farolas de luz. 

Antes de dormir las había visto entre las nubes con bandeja de plata; La acidez, la dulce sal viscosa en mi boca, la pastilla blanca que me trajo aquí. 

Perturbado, escribo en su piel todo lo que siento y vivo; Están desnudas y mis versos escritos en sus senos vivos, en sus caderas, entre sus nalgas y mis sueños en su vientre vestido de olvido. Muero cada vez que despierto... Se repite una y otra vez, una y otra, otra vez, una y otra, una vez y otra vez.

Gustab.

El mundo onirico de

Demiurgo de hurlingham