Lluvio ... (testimonio de Un gato).

 

Observándolo todo, pude ver las curvas de los muslos que se desplegaban hacia arriba, hasta las Liga con su hebilla que ataba la media a las bragas firmemente, para perderse luego en la oscuridad, donde un muslo y otro se juntaban en el punto en que se reunían con su bajo vientre, para impedir la vista de la fina hendidura durazno, que apenas asomaba sus labios por entre las costuras . Deseoso de saber más acerca de ella, me acerque a sus piernas ronroneando entre sus pies.
Yo era un simple gato callejero, y ella me había recogido del callejón, pero nunca habría sospechado lo que venía. Me llamó Lluvio, el día que me recogió de la calle llovía a cantaros. 
Ella se veía agitada y con el fin de observar permanecí atento a sus movimientos hasta que escuche unos pasos al borde de la cama
-¡Anda, adelante, enséñame! -
En su impaciencia, había un no sé qué cautivador. El otro cedió y la besó embelesado. Ella colaboró devolviendo las caricias de su amado, contra la luz que se desvanecía. Sin oposición de parte de ella, pasó su mano por debajo de su vestido siguiendo más arriba. Sus inquietos dedos entraron en contacto con los suaves y temblorosos  muslos. El ritmo de la respiración de mi ama se apresuró. Muy lejos de resistirse, le placía el excitante jugueteo.
Mis ojos estaban clavados en las manos de él y de como temblaban las carnes de ella. Introdujo sus dedos más adentro, ella abrió sus muslos cuando él lo hizo.
Su mano alcanzó los delicados labios rosados bajo la tela y entre encajes:  Sólo su respiración denotaba la intensidad de las sensaciones que la embargaba en aquella embriaguez. Salte a la cama para verlos de cerca. Vi  debajo de su pantalón, que sobresalía un bulto gigante. En aquel momento ella cerró sus ojos, y dejando caer su cabeza hacia atrás, se estremeció ligeramente, al tiempo que su cuerpo se veía ligero y lánguido.
-murmuró- ¿Qué me estás haciendo? ¡Qué delicioso!,-él no parecía verme, me ignoraba, pero habiendo ya explorado todo lo que le permitía, le rogó que le permitiera ir más allá, y le aseguró que era capaz de producirle mucho más placer que el que le habían proporcionado sus dedos. Ella se asió a la entrepierna palpitante de él, se sentía transportada por el deseo, no pudo negarse a llevar de la sombra a la luz el erecto miembro de su amigo. 
Era la primera vez que ella contemplaba un bulto tan hermoso, de forma formidable y perfecta, y yo, para no ser menos, también. Poderoso, y aunque no hubiera sido así, el que yo podía ver cómodamente entre mareas, era de tamaño formidable. Lo que más incitaba a mi ama, una vez que lo tubo en sus manos, era la blancura del tronco y su roja y brillante cabeza, de la que retiraba la suave piel cuando ejercía presión con sus dedos. 
Mientras tanto los jugueteo, habían producido los efectos que suelen observarse en cualquier organismo sano y vigoroso. 
Enajenada por la suave presión de la mano y los deliciosos apretones que el daba, ella tiraba hacia atrás los pliegues que cubrían, para descubrir los detalles de la  cabeza y su diminuto orificio en espera de expeler su viscosa ofrenda. Él estaba enloquecido y ella era presa de raras sensaciones que la arrastraban hacia un torbellino que la hacía anhelar un desahogo.
Con sus hermosos ojos entreabiertos, sus húmedos labios, la piel caliente y enardecida a causa de los impulsos que se habían apoderado de ella, era víctima fácil. No obstante,  él no era tan ciego como para dejar escapar la oportunidad. 
Encontró palpitante y bien húmedo el sexo que agitaba bajo sus dedos; contempló a la muchacha tendida en una invitación, observó sus hondos gemidos, que hacían subir y bajar sus senos junto con el brillo de sus coronillas, y las fuertes emociones que daban vida a las formas de su cuerpo, estaba expuesta. A medida que quitaba cuidadosamente sus ropas íntimas, él descubría los secretos encantos, hasta que sus ojos en llamas, se posaron en los labios bajos por donde subían rematadas sus cinceladas caderas blancas y el vientre palpitante.
Su ardiente mirada se posó entonces en la rosada hendidura escondida al pie de un turgente monte de Venus, apenas sombreado por el más suave castaño de los vellos. 
El cosquilleo había provocado el flujo que suele suceder, ofrecía una rendija abierta como un durazno, bien rociado por el más dulce néctar. En oportunidad,  apartó suavemente la mano con que ella le sujetaba y se lanzó furiosamente sobre ella. Abrazó su delicada cintura y sus labios se besaron juntando los cuerpos ansiosamente. Ella sintió el contacto mágico del órgano masculino con los labios de su orificio. Percibió el ardiente contacto con la dura cabeza del miembro, se estremeció y anticipándose a los placeres, dejó escapar una abundante muestra de su naturaleza.
Ella era muy joven, en vano él se esforzaba presionando con su miembro hacia el interior. Los rosados pliegues resistían todas las embestidas de penetración de la mística gruta. En vano también ella, en aquellos momentos inflamada por una excitación que rayaba en la furia y semi enloquecida por efecto del cosquilleo que ya había sentido, secundaba por todos los medios los audaces esfuerzos empujando hacia él, la carne se resistía. Al fin, en un esfuerzo se hizo atrás, para lanzarse con todas sus fuerzas hacia adentro, con lo que consiguió abrirse paso taladrando con la cabeza y parte de su endurecido tronco en el sexo. Ella dejó escapar un grito, pero lo delicioso, y  le dio fuerzas para resistir el dolor con el alivio que parecía estar a punto de llegar. 
Se estremecía delirante, y de sus labios se escapaban cortas exclamaciones; estaba entregada en cuerpo y alma a las delicias. El Hundió hasta la raíz, hasta que los testículos, alcanzaron contacto con las firmes  nalgas. Ella, insaciable, tan pronto como vio realizada la completa unión, entregóse al placer que el rígido miembro le proporcionaba. 
Poseída por locos espasmos empujaba contra él  con quejidos y deleite, hasta que dejo escapar una copiosa emisión que inundó el cuerpo de él. Tan pronto como él pudo comprobar el flujo, que tan profusamente había derramado, un rabioso torrente de deseo pareció inundarle las venas; Echándose hacia atrás, extrajo el miembro casi hasta la cabeza y volvió a hundirlo con fuerza. Sintió un cosquilleo enloquecedor, apretó, y en el mismo instante en que otro grito se escapaba del palpitante pecho de ella, sintió su propio jadeo mientras se derramaba en el interior. Un apagado gemido de lujuria escapó de los labios entreabiertos de ella al sentir en su interior el derrame. Él grito penetrante, lo dejó tendido con los ojos en blanco, y entre jadeos y convulsiones, sus pies dieron con mi delicado cuerpo lanzándome fuertemente por la ventana, yendo a dar en la misma calle que me habían encontrado. 
La lluvia cae torrencialmente y ahora espero que se vuelva a apiadar de mi, para recobrar mi tibia cama...

Gustab

CONVOCATORIA JUEVERA aquí



Con Neogéminis.

Comentarios

  1. Hoy nos dejaste la más virtual prueba de que los gatos, son muy curiosos .
    Como siempre tú sensibilidad y sexualidad aflora de manera primordial.
    Un abrazo, feliz semana.

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  2. Es que el gato estaba en el momento y lugar menos indicado, no me extraña que saliera lanzado por la ventana. Un abrazo

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  3. Más de mil palabras, Gustab. No es que sea muy estricta, pero habrá quien proteste... más allá de eso, dicen que la curiosidad mató al gato...Un abrazo

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