Hecho con mis propios dedos, diez cañones por banda, un medio plano de un tesoro que marcaba con una X, el lugar exacto del último botín.
Soltándolo al borde de la cuneta, lo dejé ir. Una vela blanca que lo llevaría a recorrer mil mares, empezando por aguas del jardín. Era tarde y todos los marineros del sanatorio me miraban extrañados, señalándome como el último loco, como el último pirata de la última historia.
No había un lorito que hablara el francés, que no es la que cuentan del corsario, ni tampoco lo contrario. En el fondo, son unos sentimentales, que graban en su piel, a la reina del burdel.
Y esa reina me alejó de los mares, para convertirme en lo que es, un pirata sin su barco, pero navegando entre sus mares, para hincarme de rodillas y beber de entre sus piernas, la espuma de sus olas y sus mares, convirtiendo el mástil, en su agazapado juguete de marfil.
Larga vida y gloria eterna. Cuando los piratas son unos enamorados, rompen sus promesas y se hunden a recorrer sus mareas fluyendo eternas y en cascada entre sus piernas, para hundirse en sus profundos mares, hasta perder la cordura y olvidar su espada, cambiándola por una flor de vellos aromas y colores.
No reclaman un rescate y rehúyen el combate, traicionando la ley del filibustero. Cuando los hombres se enamoran de una piel que huele a jazmines, rompen promesas, poniendo precio a sus cabezas. La reina ha doblegado su espada, cortándole las alas y asesinándole la cabeza por la espalda...
Marchando... una de piratas. Rompen promesas con sus hermanos de ayer y huyen al amanecer, prestos a recorrer mil mares, por una mujer.. que le hizo que pusieran valor a su cabeza.
Hoy el día se ha ido, el barco fue desarmado por las aguas y las enfermeras me obligan a entrar en mi cuarto, donde me desnudan y acechan cumpliendo fantasías y dejándome olvidar después con una pastilla.
...No hay historia de piratas, que tenga un final feliz, gente a sueldo los asesina, como al último loco del que les hablé. Un pirata que perdió su cabeza.
Gustab. Una de piratas para Marcos, pincha aqui para recorrer sus mares.
Desde luego que tu pirata se lo paso pipa entre las piernas de esas enfermeras que, más que olas, tenían espuma embellecedora ajaj.
ResponderEliminarAsi cualquier pirata quisiera naufragar.
Un abrazo Gustab.
Gajes de la locura.... no podía ser de otra manera. Gracias.
EliminarUna espuma entre las piernas salada y dulce a la vez. Qué descripción poética tan picantona y sugerente. Te felicito por tu aportación a este reto y gracias por lo de "para Marcos".
ResponderEliminarUn placer leerte.
Esa ausencia de lorito hablando francés me ha llegado al alma. Muy buen texto.
ResponderEliminarUn fuerte abarazo, corsario
Un barco que se hunde y un tripulante que goza de las piernas de las enfermeras. Un placer leerte. Abrazos
ResponderEliminargracias
ResponderEliminarUna poética y sensual historia con corazón pirata, y como siempre les ocurre, pierden la cordura. Esta vez parece ser que no fue por un tesoro, o quizá si, fue por enamorarse de una embriagadora mujer. Me ha encantado tu relato! Un abrazote!
ResponderEliminarMe quedo meditando en esa última frase "No hay historia de piratas, que tenga un final feliz" quizás porque la libertad absoluta no existe y toda aventura se cobra, al final, su precio en venganzas y desmemoriado. Buen aporte para este jueves de corsarios soñadores. Un abrazo
ResponderEliminarEl mundo de los piratas terminó cuando los tesoros se escondieron en casas vaji siete llaves y su olor a flores sólo sus poseedores los disfrutarian Un abrazo
ResponderEliminarEl amor suele originar dislates en quien lo padece y más si es un pirata dado a la aventura
ResponderEliminarVaya, Rodrigo, es la tuya una versión muy original. Un pirata del amor... o del sexo, como queramos llamarlo. Te ha quedado muy poético, y algo triste, por ser el protagonista un enfermo mental. Un abrazo.
ResponderEliminarTe he puesto Rodrigo, fiándome de Marcos, y ahora veo Gustav aquí al lado en tu perfil. Y ahora no sé cuál de los dos es el correcto, ¿o ambos?
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