Baile de máscaras, La noche oscura del alma. (el dulce susurro de las palabras...)

 

Aunque no había sido invitado a la gran gala del ultimo día del año, El baile de máscaras del caballero dulce perverso, Lo miré desde entre los barrotes de mi ventana. Al acabar la gran gala, recosté mi cansado cuerpo en el catre blanco que me esperaba, pero al cabo de un tiempo, y en medio de esa madrugada, terminaba por vivir la más oscura noche del alma; Un zancudo me había despertado del profundo sueño en el que había caído por la pastilla. Eran las cuatro y pico de la madrugada y desperté con la molestia del zumbido de dos alas frenéticas con su habitual molestia luego de haber escuchado las 4 últimas campanadas de reloj cucú que se había convertido en símbolo del sanatorio. Mis pliegues en las manos habían sido atacados a mansalva por un maldito Zancudo, que al encender la luz revoloteaba embriagado por mi sangre de la que había bebido sin detenerse ni un instante. con doliente vehemencia.
Tras muchos almohadazos al aire sin sentido ni puntería, decidí gritar para llamar a la enfermera, para terminar con mi cometido, y aunque ella dormía llego en mi ayuda como gran doncella al rescate de las suplicas que hacia.
Mientras yo seguía aventando almohadazos al aire, ella corría a tirarse al catre donde lo habíamos visto volar por última vez, y en cuatro patas salto sobre el colchón persiguiendo su vuelo. Ahí pude notar sus bombachas blancas, que dividía las dos mas hermosas columnas del mármol más blanco, y el juego de ligas blanco más sensual que habían visto mis ojos , que como señales de transito, indicaban la dirección correcta que conducía justo a sus redondas nalgas. Una vez más vi volar al desdichado y virtuoso bicho sobre ellas y rogándole que se quedara quieta, pues os juraría que vi al maldito bicho volar sobre ellas y suplicando que no moviera ni el alma, hasta detener el pulso de su corazón, se mantuviera así hasta que me preparara para darle muerte al bicho, hasta que por fin este se detuvo entre los elásticos coquetos de la bombacha y la profunda linea de piel que separaba esas hermosas columnas.
Usando la chata de yelmo, la puse en mi cabeza, y al ver que no había lanza, convertí al delgado y huesudo , que ya empezaba a excitarse como dicha arma, y aunque de punta redonda, mocha y no filuda, embestí contra él en busca de ensartar al mismísimo pequeño ladrón de sangre de finas patas y peludas, y sin misericordia ni arrepentimiento me fui contra el insignificante vicho sin piedad alguna, que con gran maestría alcance ensartando entre las carnes cuando emprendía errado vuelo, clavándome justo entre el elástico y el pliegue de aquellas hermosas nalgas humedecidas por la espera de la enfermera y el sudor del ejercicio y, sin gran esfuerzo, lo empuje infierno adentro, mientras la enfermera gritaba como una berraca cuando me hundía hasta el más recóndito de los rincones, y empujando una y otra vez, para que no volviera a salir entre los gemidos y jadeos de la enfermera, procure hasta eyacular y ahogar al bellaco...
Una vez supuestamente muerto, saqué mi lanza mientras la enfermera se retorcía de placer y lujuria entre las sábanas... me alejé por un instante de ella, para ver que mi batalla finalmente había terminado. Pero cual fue mi sorpresa, que al cabo de un rato, saliosele una burbuja de semen de entre ellas, donde atrapado en una burbuja aún el desdichado bicho estaba vivo y moviendo apenas sus patas. Mi visión se volvió venganza, al igual que mi hermosa y esquizofrénica cabeza, y volví a embestirla, ahora con la venia de la enfermera, llevando al bicho al mismísimo infierno, hasta dejarlo atrapado entre los orgasmos de la enfermera.

Gustab

                                           Baile de máscaras




Comentarios

  1. Me gusto el relato. Sensual y diferente. Te mando un beso.

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  2. Original y ubicado en otros tiempos, un texto ágil y apasionado en su conjunto.

    Un abrazo grande

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  3. ¡Brillantemente articulado! Tu publicación se destaca y ofrece perspectivas reveladoras. Apreciamos que compartas tu valiosa perspectiva.

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  4. Ese bicho es juguetón y haces de él lo que tu mente en cada momento te dicta.
    Metáforas empleadas para describir unas escenas de sexo donde enfermo y enfermera hacen de las suyas, congratulándose al final ambos en deseo y lujuria. Un abrazo Gustab.

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Desde la oscuridad...

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