Inconclusa.

Me hallé mirando su desnudez; el agua por su rostro, el agua por sus senos, intrépida bajaba como una gran marea. Sus cauces mojaban mi desnuda piel, me ahogaba y el cristal de mis ojos se enturbiaba con la caricia intranquila del temblor de sus senos. Gota a gota de sus pezones caían, de la blusa abierta, que cara al viento su luz anidaba, como dos caracolas en las nubes temblaban.
Me llevó por su estela de mar salina, como una barca, en el gemido de mi pecho, en el jardín salado encadenado a sus surcos, con brasa de espumas. Sus senos emergian balanceándose como delfines inquietos, rozando mis labios para ser atrapados por mi boca. Mientras, contra la roca, su sexo se volvia escapulario, soltando sus más íntimas lágrimas de oleoso brillo.
Abrazada al marfil de fiebre, ardorosa de rodillas, con besos furtivos, llenaba su boca. El deseo se sumergía gozoso, se hacía vertiente y filo en el temblor de su amorosa boca. De la crujiente seda que resbalaba, emergia mi blancura en control supremo, reprimiendo mis gemidos; De su redil celeste cimbraba erecto el mástil hundido, como naufrago insolente.
Me dio generosa sus ardientes labios, su aguda lengua, que cual fino dardo, vibraba en medio de sus dientes. Dócil, mustia, como débil hoja que gime cuando pasa el torbellino, gimió de delicia y de congoja. 
Espero su cuerpo y sus dientes, con la vehemencia de las palomas, cada noche; espero su sueño y su reloj parado justo en la palma de la mano; espero su boca, sus muslos abiertos como alas de mariposa, su cabellera lisa e infinita, espero sus procelosas manos y su vientre ágil como vuelo de golondrina; espero su piel de luz, espero su silencio y el sonoro vaivén de sus labios, porque su cuerpo suena con mi cuerpo.
Tenía que hacer un esfuerzo, para fingir que dormía, mientras araba mis carnes, para fecundar mis sueños. Luego hicieron efecto las pastillas haciéndome olvidar todo, el frío que entraba por la ventana, me mordía las venas, y ella se desvanecía como un ángel de luz. 
Asi es mi vida en este sanatorio, de olvidar las que pasaron por mi ventana dejando historias inconclusas; esas palomas blancas que llegan y van  convirtiéndose... en fugaces golondrinas.

Gustab

"...Escucha caracola del oído, como gime la humedad..."
Gioconda Belli.

Comentarios

  1. Wow. Generosa prosa poética repleta de haikus y tankas...

    Abrazazo!!

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  2. Sensualidad a flor de piel. Es un placer leerte.

    Besos.

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Desde la oscuridad...

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