El uno y el otro.
Ella se levanta, camina con paso seguro y sensualidad en sus tacones altos, se sienta a horcajadas apoyada en el respaldo del sitial, abre las piernas y parece levitar esperando el primer compás. Sus ojos no se despegan de su presa. El otro, siente, tras las telas del pantalón.
La música, rompe la espera, gravita como una hechicera, girando a gran velocidad sobre la banca, mientras sus piernas se estiran y se encogen con cada nota. El Bolero de Rabel, aparece estridente, pero lejano. Suda por el calor que se genera dentro del cuarto añoso del Hotel.
El otro, siente su sexo latir seducido por la danza, mientras baila semidesnuda, en la penumbra de la habitación.
Su cuerpo se detiene; Con sus manos, se quita delicadamente el corpiño negro y lo suelta hacia el toilette, clavando su mirada perversa e intimidante.
Baja y se revuelca en el piso abriendo las piernas y presionando sus senos con las manos, tratando de ocultar su excitación. Se levanta y vuelve su mirada a la cama desordena, las sabanas, se enredan entre sus piernas provocan el delirio de su objetivo.
Sus bragas delatan deseo, pasión; El encaje negro, resalta su cuerpo y resbala por sus piernas, para detenerse en sus tobillos, sus piernas se doblan y con las manos se quita la ínfima prenda, hasta quedar desnuda.
Se levanta y corre por la habitación, sus nalgas tiemblan a cada paso, camina hacia él y abriendo las piernas, se sienta a horcajadas sobre su cintura. El puede sentir su aliento dulce y cálido bajando por su cuello. Ella, baila sobre las telas, dibujando con su sexo el suyo, como si dos engranajes ensamblaran delicadamente.
Pronto sus delgados dedos deslizan la bragueta, mete sus bragas entre la carne trémula de él, seduciendo sin clemencia; Sus manos entran delicadamente con ellas y tantea el flujo que que cae sutilmente, dibujando con sus dedos la figura.
Ahora, su sexo puede verse desnudo y abierto por fugaces momentos, cuando la luz blanca de la ventana golpea su desnudez. Sus senos son perfectos y sus pezones están erectos por la excitación al sentirse observada. La canción termina, la aguja se pierde sin sonar. Ella hace una reverencia y se despide aventando besos el aire.
Ahora, el uno y el otro, disfrutan de la tormenta, dejándose llevar por la intensidad de sus instintos y sensualidad, solo el silencio les acompaña, mientras la aguja,... zigzaguea sin volver a su lugar.
Gustab
"La música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión, que la música sea el alimento del amor."
Es como una danza sensual de libertad y excitación, recorrer la habitación y recorrerse en plenitud
ResponderEliminarUn abrazo
Un baile sensual, uno realiza el otro espera, luego se funden y vuelan.
ResponderEliminarGracias por sumarte. Besos
Bonita Tu Entrada
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