El Circo. (Un jueves, un circo)

"El circo llega sin previo aviso. Ningún anuncio lo precede. Simplemente está ahí, cuando ayer no estaba".
Erin Morgenstern.
Al sonar las 10 campanadas, cuando el sol ya no brillaba y el cambio de turno se aproximaba, una de las enfermeras me rescata del sanatorio y me dice;
- Gustab , esta noche nos vamos a divertir.-
Y escapamos por los corredores hasta alcanzar las puertas y huir. El circo había varado en el puerto y los adoquines brillaban en todo su esplendor. Al llegar, después de bajar los cerros, una inmensa carpa de blanco, rojo y verde, se abría ante nosotros.
Al entrar, hombres y mujeres semidesnudas se pasean a mi alrededor, provocando la agonía, sensuales entre el público, que va llenando la gigantesca concha de lona, es un ritual.
Por ahí anda Muscari, frena sorpresivamente en una mesa alta, el instante perfecto en la que una madura mujer, está por darle el mordisco a un shawarma humeante. La señora está con su hija de aproximadamente 30, ambas se sorprenden.
La presentación entra en la profundidad de la fantasía más oscura, no respeta las reglas de la función. los artistas están entre el público, en un espacio abierto, donde todo pasa en todos lados.
Se abre la luz girando sobre el gran escenario, la chica de 30, mira a su madre que sostiene el shawarma estupefacta. La señora mira a Muscari, el mira entre las sombras, tan cerca que podría escuchar su corazón. La boca de la mujer tiembla pausada antes del mordisco, pasmada, es juego y es placer, es todo junto.
En la pantalla, un hombre parece penetrar a otro hombre, y el otro penetra a una mujer; una sucesión de testículos en roces desenfrenados que parecen no terminar.
De pronto, un chispazo en la oscuridad, Muscari unta su dedo índice en el hombro de la hija; Ella mira el dedo y luego mira la boca deteniéndose en los labios de Muscari, que pasa la lengua por ellos. Se acerca y les dice en tono susurrante a sus oídos:
- El sexo es movimiento, penetren la noche, si no, la noche las va a penetrar a ustedes. -Y se va.
Las luces bajan y escenas itinerantes, llenas de misterio, vergüenza, intimidación, provocación e incluso aprendizaje, va humedeciendo todo. Los cuerpos desnudos, transpirados del elenco, buscan el contacto con el público, un efecto sensual de cuatro dimensiones.
Todo lo que pasa en la sala, rompe la idea esperable, escenario y butacas desordenadas, sin ningún orden ni atención. Todo es incitación a liberar los sentidos y los deseos, un homenaje a la obscenidad, pero sin corset de moralidad.
La función es el triunfo del goce, después del confinamiento; La fiesta de la seducción del cuerpo, es el canal de expresión, de lujo y vulgaridad.
Baudrillard, su creador, le llama La transparencia del mal: “Exorcismo del cuerpo por los signos del sexo, exorcismo del deseo por la exageración en la puesta en escena, mas allá de la tradicional represión por la prohibición”.
-Es tan lindo.- le dice una chica a su novia. Mientras, la presencia más celebrada por las mujeres, es un hombre que pasa por su lado, con su torso desnudo, cargando sobre la espalda unas inmensas alas negras.
Al otro lado del escenario, la zona roja, un cuarto con baño, donde dos acróbatas enredados en gazas se besan y se meten los dedos o simulan sexo oral entre ellos, mientras, una pareja de enanos arrinconan a una pareja de espectadores, que ríen y disfrutan con timidez del fisgoneo. El mago, saca del sombrero un vibrador, y lo deja caer vibrando entre las piernas de una rubia, quien sorprendida, deja caer el trago sobre su vestido. Risas y aplausos otra vez.
Cualquier cosa puede ocurrir en cualquier lado. Inesperadamente, puede aparecer la chica de fuego y susurrarte al oído rozando con su lengua, mientras estás de la mano de tu novia. Hay interacción, orgías dialécticas y orgasmos gritados. La barbuda, juega con sus senos cerca de rostro de un anciano que no deja de reír.
Sobre la barra del bar, mientras un barman de verdad prepara un trago de verdad, para un espectador de verdad, la domadora de leones juega con su látigo y llama a los payasos , juntos simulan sexo anal entre las fieras. Ella, le habla a cuatro o cinco espectadores que le rodean agarrada de los barrotes, tan cerca, que unos huelen el sudor de los otros. El payaso aplaude, y todos ríen, mientras el golpea en cada embiste las nalgas de la domadora.
-¿Te gusta decirme cosas sucias?, me encanta que me digan cosas sucias-, gime al micrófono entre temblores, símbolo fálico por excelencia, hasta que termina, y su voz retumba jadeante.
En las alturas, una trapesista con sus piernas abiertas, y entre ellas, su compañero, que más tarde, tendrá su momento de esplendor, cuando en el desfile, pase entre el público enarbolando sus dotes.
Los artistas de la tropa, participan con el público hasta el limite. Si entre actor y espectador hay un beso o una caricia o más aún, es porque se dejaron llevar por la fantasía. Puede ser un acto erótico o el amor que flota en el aire.
Una malabarista, abraza a un espectador por detrás, deja que él le registre sus senos de pezones rosados y erectos... es ella, la intimidación que genera tener su cuerpo tan cerca, una mujer, significa fantasía y goce. Ella le cubre los ojos con una venda, le dice algo al oído, y ubica a la novia delante de él, le pide a ella que lo bese, que le acaricie, él, se deja llevar. Cree que es la malabarista, de lo onírico, al plano real. Cuando recupera la visión, todos ríen por la broma y ella desaparece.
Lo mejor, es cuando ves a las parejas que se besan después del cuadro apasionadamente, o se empiezan a acariciar en la oscuridad sin pudor, algo se  genera entre ellos.
La idea de la seducción y el erotismo, atraviesa la acción del show, nunca deja de ser una insinuación. Es un germen, que durante la hora y media de espectáculo, se planta en la molécula que determina el deseo de las personas.
-El sexo es movimiento, penetren la noche, si no, la noche les va a penetrar a ustedes”. - Repite Muscari, cuando la música se desvanece y la oscuridad, hace correr como manantiales la humedad por los cuerpos de los espectadores, terminando la función.
Mis manos están entre sus piernas, tiembla, puedo sentir su húmedo salar... esta noche no habrá pastillas, el circo a cerrado, y con ello, la función. Nosotros, nos perdemos entre los cerros, sin destino ni lugar.

Gustab, no bastan 350 palabras para contar todo lo que vi, espero me disculpen.

Otros circos en lazos y raíces.
"El tiempo es un circo, siempre empacando y alejándose".
Ben Hecht.

Comentarios

  1. Hola
    presagio que este circo tendrà mucho existo, sobre todo porque presumo que "lo que pasa en el circo se queda en el circo". sera un negocoo tam boyante que pronto podrá hssta prescindir de los artista, solo publico.
    Abrazoo Gustab

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  2. Parece que hay amor de la enfermera hacia el personaje, por ocuparse de él, el fugarse para que los dos se diviertan.
    Curiosamente, tu relato no cuanto cuanto hicieron como espectadores.
    Saludos.

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  3. Esa relación bajo las carpas, o ante los trapecistas me ha encantado, Gustab

    Un abrazo

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  4. Un espectáculo especial que, seguro, tus protagonistas seguirán disfrutando aún luego de la función. Muy original y descriptiva tu noche circense! Un abrazo

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  5. Lo que paso entre protagonistas, es para otro jueves, ahora lo que importaba, era el espectáculo, de eso trataba el reto.

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  6. Me ha parecido una escenificación mental, cargada de sensualidad, erotismo y sexo que sucede en la mente perdida del creador

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  7. Se le podría llamar el Circo del Sexo, donde todos los trucos están permitidos.

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Desde la oscuridad...

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