Sin Sentido.

Del libro, "La metamorfosis" de Kafka nace esto que les relatare para este jueves 14 de Julio...

"...Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos..."

-¿Qué me ha ocurrido?-, pensó, justo cuando a su cuarto entraba una enfermera, que sacó entre sus prendas intimas, un pequeño paquete de cannabis, lo que le hizo saber al entrar al cuarto. Era una de aquellas que acostumbraba luego de la ingesta de la bendita o maldita pastilla blanca, de practicar el sexo mientras Gregorio caía bajo los efectos de la droga.

- Hoy sera diferente Gregorio, esto te gustara.- Y puso un pequeño puñado de esta en una pipa, que después de darle la pastilla, fumaron entusiasmados, o así se lo hizo saber después de algunos días.

El efecto de esta yerba le llevo a un paisaje extraño, exacerbado por el efecto de la pastilla, y su mente divago entre humedales. 

Inmediatamente, las orugas aparecieron en su cabeza,  mucosas y peludas, envueltas en halos y anillos  de colores resplandecientes, retorcidas en su propia existencia, el moustruoso insecto que habia justo visto antes de la entrada de la enfermera, se hacia cada vez mas real y ahora estaba rodeado de estos bichos que masticaban ricas hojas, rebalsadas de nutrientes para permitir toda esa energía necesaria para la metamorfosis a la que se estaba enfrentando, al cambio y la evolución. 

Una de ellas se presentaba desnuda, erecta, mientras buscaba entre las piernas de la enfermera, un nido para guarecerse y asegurar su evolución explosiva excitada por el roce de los anillos de colores del lago de humedales frente a su tuerto rostro.

Luego, excitadas, aparecieron las mariposas, con sus alas abiertas y mojadas en vuelo raso, para atrapar a esta oruga desnuda, resplandecientes cubiertas de purpúreo vestido, envolviendo una cabeza de oscuro rojo, que emergia desvergonzadamente entre sus vellos  chispeantes de seda roja.

Las mariposas solo necesitan sorber néctar, esencialmente, agua espesa, a veces azucarada, pupando dentro de las celdas selladas del profundo panal.

En ese mágico e infinito instante, la crisálida encierra dentro de su sedoso capullo, que producen con su propia humedad, la dura larva que se le enfrenta vibrante y trémula. Una vez atrapada, la larva, cuelga boca abajo, prendida sobre un salivante hilo de seda, donde permanecerá unida a su cazador.

La mariposa, atraída por el brillo, su textura y el olor de su presa, recuerda su época como oruga, como transmutación del deseo, donde ambos, presa y cazador, se imaginan el uno al otro en su expresión máxima de éxtasis, convirtiendo sus deseos en un nudo de unión y conocimiento del éxtasis del otro..

Después de emerger, ambos parecen marchitos, sus cuerpos están mojados y necesitan un par de horas para expandirse, antes de emprender el nuevo vuelo.

Mientras todo eso pasaba frente a sus ojos, Gregorio iba cerrando sus ojos emprendiendo un vuelo atrapado por las alas de la mariposa, mientras su capullo de seda rojo lo absorbía sin poderlo evitar.

Gustab

“Es este maravilloso proceso... cuando los insectos realizan la metamorfosis, pueden explorar e ir a lugares que no podrían acceder como gusanos, orugas y larvas”.

Katty Prudic