De laberintos, faunos y ninfas.
Nadie nos había hablado del encuentro entre Ofelia y el fauno al centro del laberinto, ni la mitología ni la historia, pero cuando lo descubrí entre las antiguas escrituras del escribano ( como se hacia llamar) del sanatorio, un loco mas loco que yo, decidí contarles lo que el me contó y trata de lo que leerán en este relato, así, como empieza:
El laberinto tiene los ojos abiertos, vigilan a todos. El fauno mediante su mirada, controla a los demás.
Ofelia. la ninfa que decidió aventurarse en el laberinto, siente que no puede escapar de la vida real. El mundo mágico empieza a tomar forma de realidad brutal en ese espacio que parece no tener salida.
El fauno tenía su pasatiempo, era cazar y cortejar a las ninfas, le encantaba tocar la flauta para atraerlas.
Vestía pantalones de patas peludas y extrañas, y en su cabeza, a pesar de su apariencia humana, cornamentas que saltaban de un lado a otro.
Era la fantasía de Ofelia, entregar su virginidad a quien la hiciera sentir mujer. En el fondo, deseaba un orgasmo animal, como le habían hablado las diosas del templo de olimpo, las que le hablaban de los faunos y su sexual atracción, y en este encuentro se volvería realidad.
Definitivamente, el fauno se hacía ver desnudo, como una señal para empezar el ritual. Podía escuchar a Ofelia, como sus suaves pisadas, se tornaban cada vez más excitantes. El deseo de la Carne fue invencible e implacable al verla.
Raras veces había mordido el deseo con más furia y ponzoña. Ofelia, la serpiente, empezaba a bañarse en humedad, mientras su sexo latía fuerte. Su cuerpo era la lira del pecado. El Fauno era un eterno prisionero atrapado por del deseo, y la mirada de Ofelia lo empujaba al abismo. Al andar, hubiera podido buscarse en su huella fragante de almizcle.
¿Imaginan el dulce y casto sueño de una virgen, lleno de luz, de delicadeza, de suavidad?. Ofelia era una eucaristía, una sueño de lirios, plumaje de cisnes para el fauno lleno de orgías en su cabeza.
Este se le aparecía a Ofelia dispuesto a cumplir todas sus fantasías, "Un diablo vestido de animal", el mismo de las misas negras. Se aparece desnudo y soplando melodías a su oído, flautas que llenan los acordes del tiempo y espacio. Y Ofelia, en aquel sueño casto y blanco, hace brotar la roja flora de las aberraciones sexuales que el fauno llevaba en su cabeza, los extractos y los aromas que atraen íncubos y súcubos, esos de lo que le habían hablado las diosas.
Dos veredas donde el fauno puede pisar, una es gozosa y la otra perdonarle la castidad. En una dibuja el pecado en todo su deseo carnal, el paraíso de los sentidos, y en la otra, un feliz destino para la ninfa que buscara el amor de un dios a su altura y casta existencia.
Y, sin embargo, en la antagonía de estos dos caminos, se encuentran dos almas iguales en deseantes goces, como cuando se reposa en los placeres del pecado, porque los caminos más contrapuestos se juntan en el Infinito.
Toda llena de emoción y de misterio, Ofelia vestía del perfume de dos rosas; una era diabólica y la otra divina. Una rosa era de fuego y sangre, y la otra, de castidad e inocencia. Su cuerpo ardía, nunca había sentido tal emoción. Esta era tan profunda, que parecía querer decir el origen de la vida que le habían dado y debía decidir; por un lado, el deseo y del otro, el amor.
¿ Cual tomarían ustedes ?...
¡¡¡¡Pues ella, tomó la decisión correcta...!!!!. Hoy vaga por los bosques, porque ha encontrado la salida del laberinto.
Gustab.
El laberinto del fauno.
Que decisión difícil de tomar. Es muy tentador el juego mental de ser poseída por una bestia, de esos orgasmos animales. Por otro lado el amor tiene sus cosas buenas. En fin dejemos que el interrogante quedé sin resolver
ResponderEliminarBesos
Te felicito por este relato. La mitología vista desde otro punto... Me gustó leerte, Gustab.
ResponderEliminarMil besitos para ti y feliz semana.
Creo que en cada momneno tomamos el camino que nos parece más transitable, y claro, elegimos, a veces, muy mal.
ResponderEliminarUn abrazo
Una decisión difícil. Siempre hay riesgos ante cada bifurcación y nunca es cierto el resultado. De algunas decisiones no se vuelve, pero creo que no arriesgar es la forma segura de fracaso. Un abrazo
ResponderEliminarBuen relato mitológico con tu sello personal inconfundible.
ResponderEliminarTomar una decisión es siempre arriesgado.
Si diabólico es lo malvado, entonces la rosa diabólica es de la castidad. Y la celestial es la flor del deseo, de la lujuria.
ResponderEliminarUna mujer que busca la rutina, convertirse en ninfa, se entregará al fauno, un seductor a través de su música. Sería el final feliz para los dos.
Atractivas y provocativas imágenes.
Saludos.
Interesante relato, e imágenes, me ha gustado tu aportación.
ResponderEliminarY qué dificil es tomar decisiones.
Besos.
La decisión que se tome, siempre se puede redireccionar, es un buen relato, Gustab
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