Alma y tinta.
“El instinto erótico pertenece a la naturaleza original del hombre... Está relacionado con la más alta forma de espíritu.”
Carl Gustab Jung
Hubo un día en que el amor, aquel oasis, emergió desde el rocío de un atardecer de invierno, el pasto yacía como de costumbre, bajo la escarcha insaciable cada noche, mientras las almas sin horizonte se sumergían en la mansedumbre del licor fermentado de caricias hambrientas. Era una caverna oscura, donde luciérnagas de carne hacían de su expirar humeante, su única tentación satisfecha.
Él se encontraba en la última mesa, su mirada despedía un fulgor inquieto, aún rebelde ante la sumisión asalariada de todo macho de clase media.
Pronto el segundo trago, fuera de presupuesto, haría sus efectos y aquel empleado público, decidiría por ésta ocasión, no marcar la tarjeta de su rutinaria existencia.
Los murmullos de las colillas desgastadas, anunciaban la danza de la partida, una risa desangrándose en el espeso horizonte, levantaría sus ojos desde el abismo expectante de las botellas vacías.
¿Quién sería ella?, le preguntó discretamente al humo del cigarrillo. No tardaría en recorrer, hasta los últimos rincones sumergiendo sus sentidos, súbitamente despiertos; De pié, junto a la barra, saboreando el espectáculo dolorosamente inédito de las soledades insómnicas, estaba ella.
Sin pensarlo siquiera se dirigió hacia ella para pedir un trago y observar su rostro, sentía el impulso inevitable de conocer la dueña de esa carcajada distinta a las de la calle. No sería la belleza el atractivo de aquella mujer de sonrisa triste. Bastó una mirada al aciago aroma de una copa extraña, bastó un tercer ojo en el alma, para saber qué se buscaban...
Los astros abrazarían dos distraídos caminos. Luego de unos cuantos tragos, habrían de pertenecerse, sabiéndose sin palabras, con toda la prisa de un espejismo urbano, para hundir la soledad cotidiana en convulsivos alientos de anónimas caricias.
La respiración sudorosa de la tierra se confundía entre los pasos sin nombre igualmente desvestidos.
Mientras , las sábanas prestadas aullaban y gemían como vientos de septiembre. Los volantines como banderas de lucha, arrancaron las nubes de su sitio, hasta quebrar el catre del cielo, en un vaivén sin revancha.
Ella,como en la noche anterior fue llamada DIOSA... Él, en su intoxicación racional, extinguiría el sometimiento irreverente a la heredada domesticación.
Bastó un oleaje insolente para apagar las brazas, ¿quién sería Él quién sería Ella?; Nunca habrían de descubrirse bajo los vestidos de la decencia diurna. Una puerta cerrada, anunciaría el regreso hacia el presente de cada uno. Toda abstracción utópica del amor sin recipiente se quedaría en el destello impenetrable de aquellos ojos partidos, con su historia escrita en el alma y en la tinta...hasta la noche siguiente. Solo besos sin olvido.
Gustab.
"Los astros abrazarían dos distraídos caminos". Pero qué onorismo poético has usado. Un texto maravilloso, la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo
Encuentros sin ser buscados, dan noches de placer de tal magnitud que ambos quedan perplejos de tanto éxtasis por disfrutar.
ResponderEliminarUna composición erótica muy buena.
Un besote Gustab.
Se dan las circunstancias... somos esclavos del destino y de los instintos. Poético relato, Gustab.
ResponderEliminarMil besitos y feliz día.
Un encuentro muy poético, sin dudas. Un abrazo y gracias dobles por sumarte
ResponderEliminarTiene su punto de tristeza, pero precisamente por eso es tan precioso, besos.
ResponderEliminarTodo en. Osotros es producto de las leyes cósmicas que lo rigen todo.
ResponderEliminarEl deseo siempre estará rodeado de estrellas, porque las estrellas son casi infinitas como el deseo. Las estrellas no viven solo de noche, siempre están ahí.
ResponderEliminarEl deseo siempre estará rodeado de estrellas, porque las estrellas son casi infinitas como el deseo. Las estrellas no viven solo de noche, siempre están ahí.
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