Loco.

 "En mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido ".Kahlil Gibran

Desnudo y en silencio me tiré sobre la cama y con una gran pastilla trabada en mi garganta, dura y cruel entre las cuerdas de mis palabras. 
Así espere las visiones que dia a dia, llenaban mis noches oscuras, llenas de recuerdos tormentoso y y llenos de furia; Visiones maltratadoras de mi cerebro, pobre escritor, encerrado entre estos cuatro muros blancos y lleno de imágenes nefastas de mi vida.
Y allí, en soledad, guarde el silencio en mis labios. No habían palabras, solo demonios que daban vuelta en mi cabeza, sin nadie que me contuviera. Las enfermeras llegaban en la oscuridad, mientras el dolor moral, corroía mi garganta. Un profundo dolor de un poeta en el abismo que parecía no terminar.
Bajo la sugestión de infiernos, me hacia un largo y lento examen de la existencia, de mis amores correspondidos, lleno de fe y esperanza, nobles para mi revuelta vida. Luchaba inútilmente por encontrar respuestas en esas delirantes imágenes de demonios que volaban alrededor de mi cabeza.
Discordante en el desconcierto de amores, leales en conciencia y desleales en inconsciencia. Ansiaba poner fin a todo y no era posible por mi cansancio. 
Deseaba un desenlace violento como amargo.Entonces pensé en su alma; sana y desprovista de malicia, y en esa ilusión pasajera, desprovista de visiones, que entraría por la puerta vestida de blanco con un vaso y una pastilla blanca. Ante esa idea salvadora, purificada de sufrimientos y dolor, esperaba esa contención difusa que ella me regalaba hasta que mis ojos se cerraron
Al día siguiente, con mi alma de poeta y profundo abatimiento y debido al exceso de medicación, angustiado y sumido por el tiempo, después de una insomne noche de demonios, lance una larga carcajada que retumbo entre los pasillos del sanatorio al despertar. Fue tan larga y poderosa, que se fue diluyendo en la soledad de los mismos. Poco a poco fue disminuyendo hasta terminar en un grito tenue y prolongado.
Ella, a pesar de lo tenue de mi desesperanza, escucho mi lamento y corrió a socorrerme, abrió el portal de hierro que nos separaba fijando la vista en mis ojos. Impresionada por mi deprimido semblante de poeta y todas las huellas de pesares inmensos, pregunto: 
-¿Que pasa Gustab?...- y respondí.

-Estoy loco.
Después de la respuesta alienada, las quemaduras del infierno cicatrizaron, los demonios se fueron y ella dejo caer una pastilla bajo mi lengua. Abrió los botones de mi pijama a rayas, y dejo que sus frías manos se perdieran bajo las telas, creyendo tal vez, que el frío y la suavidad de sus dedos, aliviaría en algo la tensión de mi cuerpo yerto.
Antes de volver a caer en el abismo nuevamente, sus dedos se retiraban suaves y pegajosos, mientras sus labios dibujaban una sonrisa untada en esperma simiente. Lo último que vi, fue su cuerpo desnudo 
cabalgando, mientras sus senos revotaban en el aire.

Gustab

Comentarios

  1. Inquietante. Cómo saberse loco nos redimen, en parte, de los demonios de la mente. Nada mejor que una felación a tiempo vestida de blanco con pastillaa de colores en la mano.

    Un abrazo

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  2. Parece que la mayor locura sería declararse cuerdo y renunciar a tan especial e intensa atención.

    Tiene mucho y muy intenso para rememorar.

    Saludos.

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  3. La primera imagen, el hombre con la cuerda, junto con el tema de tu texto me ha hecho recordar unos versos que yo los tenía en mi memoria como de Ibn Arabi; hace algunos años en mis momentos de locura de amor, de noches de brillante desasosiego, me dio por leer al poeta y de ahí tenía la certeza de haber sacado "Me fui y me volví loco/atado con la cuerda". He buscado el poema y cual ha sido mi sorpresa a no hallarlo por ninguna parte, en su lugar he encontrado uno de Rumi con esos mismos versos, se trata del poema titulado "La fortuna del amor" (...) "Me dijo: «No estás loco y no eres digno de esta morada». / Me fui y me volví loco, atado con la cuerda. (...) La verdad es que parte de tu misticismo me parece entroncar al misticismo de estos maestros sufíes. Para vivir, amar pese a todo y no perder ni la poesía, ni la cabeza con la moral y sus demonios, a veces se precisa el sentido de estar locos. El amor a la poesía no es algo racional, como tampoco lo es el amor al Amor, o el amor Dios.
    Por cierto, he visto que has renovado la celda, linda cabecera la que le has puesto a este espacio.
    Saludos.

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Desde la oscuridad...

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