Monografía del Dolor.

"Los  Amantes, primero se muestran nerviosos y tiernos hasta que lo hacen todo añicos, porque el corazón es un órgano de fuego.”

KRISTIN A. SCOTT THOMAS

Su figura suele perderse después de un relato, parece desaparecer entre los pasillos de gastadas baldosas caminando sombriamente , solitario y mascullando palabras que son difíciles de entender, hasta cruzar las puertas del sanatorio y escapar. 

Y cuándo esto pasa, la noche parece más oscura, el aire más pesado, y los lisonjeros tangos, aún más tristes. Las bocinas de los barcos parecen escucharse más lejos, es como si las ideas que rondaban en su cabeza fueran martirizándole sus pasos... Deja de reír el viejo del sombrero, la tabernera del Malecón, el viejo trompetista y la prostituta que vende sus atributos en la calle. Su figura seductora , se pierde entre las estrechas escaleras, que te pueden llevar a los cerros , o al mar. El puerto pierde el rumbo de sus pasos, las lloronas de los entierros parecen llorar aún más, y los borrachos aparecen orinando las viejas murallas, que de elegante portal, los transforman, en baños públicos.

Gustab, hoy esta más triste que de costumbre, y ni las pastillas  lo pueden evitar. Lleva días sin dormir, un discurso tenue escapa de sus labios mientras a lo lejos, se escucha un tango de arrabal... "Por una cabeza de un noble potrillo,que justo en la raya afloja al llegar y que al regresar parece decir: No olvides, hermano, vos sabés, no hay que jugar.", en fin, la música escapa del Arroyadero. El escritor parece no escucharlo, pero va murmurando entre los dientes la frase que le sigue. Baja la cabeza y se levanta, para emprender su caminata , a donde sabe quién.

Una botella en la mano y el cristalino vaivén del brebaje, cuelgan de su mano, en la otra , una pipa que nadie sabe nunca si esta encendida o apagada, en fin. El extraño que aparece mustio en el paisaje, no deja de murmurar. Su cabeza sigue escribiendo historias, y tras cada peldaño, parece volver a empezar.

El fresco de la noche lo llevó a las puertas de un bar, en el escenario , un trompetista negro, soplaba ahogado el instrumento , arrancando tristes notas de Jazz. Sostenía un pañuelo entre los dedos y tras una larga y sostenida nota, se seca el rostro guturando alguna canción.

Luego de varias copas una chica al frente le mira a los ojos, mientras juega con sus labios. Tras un

largo coqueteo, salen juntos del bar dando tumbos y sujetándose de cuanta cosa les sostuviera el cuerpo, ríen alborotados por quizá, que tema o conversación. Hasta que finalmente el paisaje los lleva de bruces al suelo.

Tirados en el mojado césped de una plaza del cerro la Concepción, a los pies de la iglesia anglicana de Saint Paul, sus cuerpos se desnudan sin vergüenza ni pudor. Las manos de la chica, agarran el miembro de Gustab, que agoniza entre sus labios, mientras los dedos de Gustab, se pierden entre las nalgas acariciando la exquisita piel. 

Ya nadie los puede detener, el puerto se duerme y sólo las alcahuetas, les miran tras los visillos. Quizás algún despistado marinero o algún borracho porteño, pasa disimulando no verlos, perdidos en el singular paisaje del lugar.

El dolor de Gustab suele terminar así algunos días, pero siempre vuelve al hospital. No sabemos de donde viene, hoy se ha diluido en los labios de una mujer, y otra nueva historia nace en su cabeza, mañana será otro día.

Gustab.

P.D. Gustab tiene un terrible déficit de atención...sufre un trastorno mental que comprende una combinación de problemas persistentes, como dificultad para prestar atención, hiperactividad y conducta impulsiva....Se piensa que las funciones ejecutivas del cerebro, como la memoria a corto plazo verbal y no verbal, la autorregulación y la motivación, se ven disminuidas en las personas como él. ¿Será esa la explicación de "ese dolor", que no logramos reconocer?

El problema es que él es yo, y yo soy él. ¡¡¡ diablos !!!