Pesadillas de Guerra.

"La guerra es una masacre entre personas que no se conocen, para provecho de personas que si se conocen , pero que no van al frente de batalla."Paul Valéry
Habíamos corrido más de mil doscientos kilómetros juntos, días y noches de balas y temor . Como había dado por hecho que mi vida se iría en cualquier momento, miraba el cuerpo de Dasvha como el último objetivo de mi vida. El enemigo nos superaba en número, y nuestras municiones no eran suficientes. Sólo el deseo de proteger nuestro país, nos movía en esta locura.
Por días mis ojos me delataban y ella no resistía esa mirada. El sentirse deseada, hacía que sus piernas se  abrieran. 
Cuando me miraba, sus ojos se cristalizaban bajo la lluvia. La tensión, era evidente entre nosotros.
Corrimos por el barro hasta alcanzar la trinchera y Dasvha que ya sabía a lo que íbamos, se sentó en los sacos que nos cubrían de las balas que silbaban sobre nuestras cabezas.  
Con el humo, el barro, los estruendos de los misiles que hacían temblar la tierra y los sacos que nos cubrían, nadie podría saber lo que haríamos y en caso de saberlo no nos hubiera importado.
Era el fin, nuestros fusiles estaban descargados, y las balas se dibujaban entre las costuras desgarrando los sacos de arena. 
Antes de tomarla de sus caderas, para acomodar su cuerpo, baje su pantalón y me quedé observándola, mientras sus vellos se acomodaban a la desnudes, ella terminaba de abrir la casaca y deshacerse de la camiseta que cubría sus senos embarrados por el barro de las trincheras. Pude ver, que Dasvha tenía, una generosa mata de vellos rubios que se escarchaba con el frío , un triangulo tupido, que al llegar a lo que era su sexo, mostraba la tibieza. El vaho que desprendía, ese calor entre sus piernas, facilitarían mi tarea. Sus senos colgaban desafiantes ante mis ojos, dos rozados casquillos terminaban por coronar el deseo que sentíamos.
Mientras terminaba de desatar mi uniforme, me lancé sobre sus senos queriendo sentir su cuerpo, y cubrir con la fragancia de su piel, todo el olor a pólvora que nos rodeaba. Bajé por ellos y su vientre, hasta llegar a su sexo, y  lo comí a bocados, mientras ella jadeaba y gemía haciéndonos olvidar por un momento el zumbido de las balas. 
-  Usa tu boca, quiero sentirla...- obedecí -... eso me gusta, vas a hacer que me corra , me voy a correr.- sentía como se deshacía entre mis labios. Sus manos empujaban mi cabeza, las mías, la atraían hacia mi, hasta escucharla gritar.
De pronto,sentimos ojos sobre nuestras cabezas, cuerpos que caían pesadamente en nuestro espacio. Al voltear la vista, soldados rojos apuntaban sus fusiles, mientras sus brazos temblaban al sostenerlos.
Bajo los cascos, dos niños vestidos de soldados, temerosos y angustiados nos miraban a los ojos,... de sus labios no salía palabra alguna, sólo temblaban de frío y miedo detrás de sus cañones. Miré a Dasvha a los ojos, ella asintió con su cabeza, y me enterré en ella. Un estallido en mi cabeza, y un intenso pitido me sacó la existencia.
Por unos instantes todo permaneció en mi cabeza, todo estaba en silencio y el tiempo se volvió infinito. Al despertar, los ojos de Dasvha  miraban a mis ojos llenos de lagrimas y una sonrisa dibujada en su boca. Los niños soldados, seguían apuntando con sus armas a nuestras cabezas. Impávidos, temblaban sin dejar de mover los fusiles, sin balbucear palabra.
- Vete, corre, no mires atrás, sálvanos, yo cubriré tus espaldas- Dasvha murmuraba sin dejar de mirar a los niños, - Es la única posibilidad de que nos volvamos a encontrar...
Por unos instantes entendí lo que decía. Corrí despavorido por las trincheras sin mirar
atrás, sólo escuchaba explosiones a mi alrededor, y balas que acompañaban el recorrido, con sólo una imagen en mi mente, encontrarme con ella en algún lugar del tiempo.
Desperté en una celda desolado por los recuerdos, y más allá, en los patios, la figura de una mujer que parecía reconocer. Sentada sobre el suelo y apoyada en un alambrado, su mirada estaba perdida y una sonrisa se dibujaba en sus labios...

Gustab. Historias de guerra.

Comentarios

  1. Hasta el barro de las trincheras puede ser un nido de amor, o de pasión.

    Mi no a la guerra. Un abrazo, y que esta barbarie acabe pronto.

    ResponderEliminar
  2. Mejor la pasión del deseo, de la lujuria, del deseo que esa otra pasión, del odio, de la guerra.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Desde la oscuridad...

Entradas populares