Helena. (confesiones sin sensura).

"Solo recuerdo la emoción de las cosas, y se me olvida todo lo demás;
muchas son las lagunas de mi memoria."

Machado.


Si bien eramos unos niños la sensualidad la llevábamos bajo la piel.Cuando nos desnudábamos solíamos quedarnos mirando a los ojos para luego explorar el cuerpo del otro. La fascinación por nuestra piel era evidente, creo que hasta se podía hablar de amor, eramos unos niños libres y sin maldad... 
Pero la vida avanza y nuestros cuerpos fueron cambiando en esa medida. Mis genitales se hacían más grandes mientras los pechos de Helena crecían con una belleza difícil de explicar, hasta que un día el hombre que crecía dentro de mi, no pudo ocultar su condición, y en esas exploraciones junto al estero, tuve mi primera erección... 
Los ojos de Helena estaban extrañamente confundidos, y su curiosidad no se hizo esperar. Sus manos se acercaron a mi queriendo descubrir que había pasado, y aunque un poco asustada, al igual que yo creyendo que un bicho me había picado, no detuvo su curiosidad. Aunque sentía un poco de pudor, la sensación que sus dedos causaban, daban vuelta mi mente transformando las sensaciones que en ella se acumulaban... le pedí que nos fuéramos y que más tarde conversaríamos.
Al llegar la noche, sentíamos que algo nos hacía mirar de reojo nuestros cuerpos que nunca habían sentido pudor. Mientras ella miraba yo recorría con mucha atención el de ella, estaba más hermoso que nunca, y volvió a pasar... mi sexo se hinchaba sin control. Ella no tardó en tomarlo y su expresión fue un aliciente para ir yo más allá, y mis dedos tocaron el suyo...Mi mente daba vueltas y vueltas hasta causar mareos, y los dedos de Helena, imprimían nuevas sensaciones en mi cuerpo, mi pene pulsaba creando olas en mi vientre, mientras yo no dejaba de tocarla con un poco de tosquedad... sus palabras fueron tan suaves como sus suplicas;
- tócame más suave, me duele...- y yo aunque asustado por las sensaciones, obedecí sin chistar. 
De ahí, todo fue suave, hasta sentir como su sexo se humedecía y ella gemía raramente, pero lejos del dolor. Además me animé a tocar sus senos, y pude ver con sorpresa que sus pezones crecía entre mis dedos. Yo había visto a las nanas darles de mamar a sus bebés, y tuve la idea de hacer lo que ellos en sus senos. Aunque eran muy pequeños, su suavidad era exquisita, y sus pezones tenía un dulzor especial... sus manos dejaban de ser vergonzosas y sus toqueteos empezaron a crear dolor en mis testículos, además que mi sexo alcanzaba un tamaño y una hinchazón que no había sentido nunca. Me movía la piel hacia atrás, para ver que había debajo de ella. En uno de esos tirones, mi sexo empezó a sangrar y vi con horror que me había tirado tan fuerte, que mi piel se rasgó dejando una cabeza dura afuera. 
- me sacaste la piel, deja de tirar, - entonces ella asustada me dijo que no gritara que ella me iba a curar, y dijo que ella cuando le salía sangre, se chupaba la herida y que así la sangre no salía más... y se lo llevó a la boca sin más... la verdad es que el dolor se fue... y la sangre y la vida con él.

Gustab.

Comentarios

  1. Volver a aquel tiempo... Es muy fácil dejarse llevar hasta él con esta realidad tan palpable que has confesado sin censura.

    ResponderEliminar
  2. Sería fantástico regresar a ese tiempp de despertares. Muy buen anécdota, real o ficticia de ese instante en el que nos hacemos diferentes, en que dejamos la infancia.

    Un abrazo, Gustab

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Desde la oscuridad...

Entradas populares