Soplo de vida. ( Palabras desordenadas)

Como sacudir la espalda, como no doblarme ante ella, luce como una reina desnuda sin trono ni causa, duerme, y sueña conmigo cada luz de mañana.
Como un vástago sin figura ni fondo, levito entre sus alas, protegido por el polvo de vida que me mantiene y susurra; paz, paz, vendrán nuevas tempestades y no puedes vividlas todas. Abre sus alas y me envuelve con un soplo de vida, sufre por mis dolores. Acaricia los abismos que me rodean, tiembla y susurra a mis oídos... calma, calma. No vas a morir entre mis brazos, sólo dormirás un sueño eterno sin despertares.
Sus manos humedecen mi rostro, acaricia el agua que corre entre mis cabellos, besa el alma... tiemblo.

-Nunca más, nunca más... cierra los ojos, duerme.- Y mis ojos se cerraron envueltos por su aliento cerca de mis oídos sordos al silente paso del tiempo.
-El tiempo no es, no existe, es eterno para nosotros.

Sentí la sangre, que palpitante, corría por mi cuerpo como un caballo desbocado. Las sombras oscurecían el camino, tapaban huecos y espacios vacíos. El trepidante sonido de sus cascos golpeaban fuerte , muy cerca del alma, arrancando condenas inertes en ríos que fluían en espacios desocupados. No había huellas, ni sendas que seguir, sólo furia ciega quebrando mi cabeza, desencadenando ideas y pensamientos muertos. El deseo no era más que rojo y sus blancas manos iban tiñendo mi cuerpo de lagrimas que se desbarrancaban por su mirada.
Al volver la vista al camino, sentí sus senos envolviendo mi corazón, despertando nuevos latidos. Las hojas lo cubrían todo, como si el otoño fuera cerrando una historia, y el invierno calcinara un tiempo de espanto. Volví a dormir, mientras los latidos se apagaban, y sus manos sembraban mi cabeza. Plantaba luces apagadas desde hace un tiempo. Hoy no había nada, y pequeños brotes de oro salieron entre rocas, como luces mágicas... pero no las podía ver, mis ojos dormidos y mi cabeza sumbante dejaba de pensar...
Al fondo, sus piernas abrían puertas que habían permanecido cerradas para los locos del pabellón, y un ligero aire de plumas, escondían su sexo de las miradas. Y esas plumas se abrían al paso de mi boca, para alimentar el alma llena de cicatrices. Las agujas del reloj, volvían a detenerse dejando correr el zumo que me alimentaba, envolviendo de almibares mis secos labios, que se abrían camino entre las plumas.
Y así pasamos el tiempo detenido, sin foco ni final que lo atrapara... la blanca pastilla se hundió en mi garganta y dejé de sentir la vida que en ella palpitaba.

Gustab


Comentarios

  1. Qué intenso relato, sentir la sangre, los latidos que se apagan... esas cicatrices en el alma...

    Me ha gustado tu expresión... "como si el otoño fuera cerrando una historia..."

    Un placer siempre leerte.

    Un abrazo.

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  2. No sé si era esto lo que proponías. Te dejo el enlace
    https://palabrasdesocupadas.blogspot.com/2021/12/el-loco.html
    Allí también está el tuyo pero lo dirigí a la propuesta, ¿Era así?

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  3. Lo he leído unas cuantas veces, es que no quería dejarme llevar por la primera impresión, pero no, lo leo y lo releo y a mi me parece que todo tiene su orden y su sentido. De verdad, lo que haces de las palabras y las emociones es toda una belleza.

    Mi reverencia.

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  4. Esa emociones, en forma de pastillas me ha hecho recordar un verso de Sabina...¿tiene pastillas para no soñar?. Muy buen post.

    Un abrazo, y feliz tarde

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Desde la oscuridad...

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