Mi Ella.
El poderoso silencio que ocupa cada rincón de mi pensamiento, estaba ahí.
Apenas podía ver mi habitación con la tenue luz que rasgaba las paredes como arañazos, y esa tela que cuelga buscando atrapar cada bicho que vuela descuidado. Suspiré girándome para no verlos, intentando conciliar el sueño.
Recordé al moreno del sanatorio que había visto cuando paseaba por la calle, el día anterior en los alrededores. Aquel extraño hombre de mirada perdida tras los barrotes. Aquellos ojos oscuros y tristes, sus labios y su desnuda figura encarcelada entre los muros que permanecía pegado al vidrio mojado por la lluvia y un pene erecto entre sus manos, que quería arrancar entre los barrotes.
Me hablaba y yo me quedaba hipnotizada con su apariencia, preguntándome -¿Cómo será más allá de lo que me muestra detrás de la ventana?.-
Mi mano se ocultó bajo las sábanas y disfruté de la oscuridad y la paz que se siente al estar a solas conmigo.
Estiré mi cuerpo, mis piernas se abrieron y dejé que mis dedos trajeran su imagen a mi noche, mientras la humedad se escurría entre mis dedos. Me acaricié por debajo de la pijama imaginándome su morboso sexo y sus complacientes labios separando mi carnoso y mojado sexo. Sentí como si de pronto alguien me acariciara el pelo con ternura y besara mi cuello mientras la saliva se escurría por él. Arrastré una mano por mi ombligo, dibujando un camino, erizando mi piel con ese contacto abstracto con él tras los barrotes, hasta llegar a mi pezón, erecto y endurecido con su imagen, y lo apreté suavemente, con una deliciosa mezcla de placer, dolor y excitación.
Sentí mi cuerpo en llamas y aquel loco tras los barrotes de mi imaginación, seguía su ruta saboreando
con hambre mis pechos, mientras yo me retorcía en la cama.
Sus labios de besos bajaban por mi vientre, dejando mi piel ardiendo a su paso, hasta llegar a mi pequeño rincón mojado, donde apartándome la mano con suavidad, repartía pequeños besos alrededor de mi sexo torturándome. Gemí llevándome los dedos a la boca y mordiéndolos mientras él seguía con su insistente tortura, deslizó su lengua en mi interior.
Revolví mis dedos en la humedad, el ritmo de fricción, creando más fuego en mis venas, pulsando la locura de su imagen en mi cabeza. Dejando que mi mente explotase y sus cenizas se esparcieran por la habitación.
Casi pude sentir sus labios sujetando los míos, haciendo que mi cuerpo se arqueara de forma inconsciente. Sentí que venía, antes de que me consumiera en mis delirios y sus ojos oscuros, que me atormentaban tras las rejas. Lo sentí apoderándose de mi cuerpo, provocándome éxtasis una y otra vez, hasta que con una última, todo cesó y me dejé sin aire, agotada en la cama.
Abrí los ojos y pude verlo desvanecerse delante de mí, como si fuera un fantasma en la nada. Volví a la realidad de mi cuarto oscuro y mi absoluta soledad.
Suspiré de nuevo dándome la vuelta y me dejé llevar por el sueño que después de eso, me engullía como aquel silencio que lo engulle todo... su rostro, su locura, su intensa mirada perdida en mi sexo, su sexo palpitando entre los barrotes, sujeto entre sus manos... incluso a mí, perdida entre las sábanas.
"Sentí que terminaba después de mi."
Gustab. Mi ella.
La masturbación femenina requiere de muy pocos artefactos, como bien parece que entendías al ponerte en la piel de una mujer. La imaginación basta. Un ejercicio que apruebas sobradamente, y esa excusa, el loco tras los barrotes, muy bien llevada.
ResponderEliminarUn abrazo
Conoces muy bien el tema y has sabido ponerte en un momento íntimo de mujer, de autocomplacencia, siempre con erotismo y poesía. Basta un pequeño detonante para que se produzca un tsunami. La mente es el arma más poderosa que existe, para cualquier cosa.
ResponderEliminarUn beso enorme, Gustab.
Con la imagen que nos regalas, me ha dado un subidón de adrenalina.
ResponderEliminarChiquillo, te has puesto en el papel femenino, y aunque me gusta lo que escribes; a mi me parece que todavía les queda a los hombres mucho por aprender/entender la mente femenina.
Un placer leerte.
Un abrazo Gustab.
nacer, reproducirse y morir, son las etapas que todos los seres vivos recorremos. Sólo la reproducción depende de nosotros mismos, y te puedo asegurar que la hemos llevado a un punto de ser un arte, en compañía o en solitario. Un abrazo
ResponderEliminarUna buena muestra de la intimidad a solas de una mujer, en ella has plasmado a través de una imagen una linea y un camino que has ido configurando a través de tus manos. Ellas han sido cómplices absolutas de tu placer. Esa ella, bien podría ser el falo del hombre de la imagen. Un abrazo y feliz semana.
ResponderEliminarLa imaginación y la mente son muy poderosas. En este caso llevando al climax a tu personaje femenina.
ResponderEliminarMuy bien contado-
Un saludo
Se dice que la imaginación es el arma mas poderosa, muy bien relatado ese momento de placer femenino, tehas sabido poner muy bien en la piel del sexo contrario.
ResponderEliminarUn abrazo.
La masturbación de ella está muy conseguida, muy bueno como en su deseo y en su placer su fantasía y su cuerpo lo materializa, pero a mi esta vez me han parecido muy interesantes los detalles que desencadenan el acto, como juegas con las referencias a él; la escena del paseo, cómo lo describe, el sanatorio, la ventana, los barrotes, su sexo, su melancolía y su locura y luego la habitación de ella, todo el escenario me parece metáfora, todo enmarca muy bien el aislamiento y la soledad en el que se supone, se encuentran ambos.
ResponderEliminarSaludos.
Lo primero que aprendí de una mujer fueron secretos de la masturbación, que lo detonaba el deseo de lo prohibido en sus comienzos.
ResponderEliminarLuego vino para muchos el abuso, ella sabía manejar los sentidos y me enseño a entrar en los suyos, como si fuera un gran teatro de la masturbación... la inspiración nacía de verla enseñarme cada uno de sus rincones. Yo era su gusano de seda, que iba dejando su estela brillante La adrenalina la ponía un niño que quería ser su mejor experiencia.. y termino siendo la única que volvió tantas veces como la necesitaba, Sin adornos y expectativas, dedos y boca completamente a su servicio. una maquina que recién empezaba a descubrir cada uno de sus secretos... el diablo me llevó a los caminos mas oscuros, donde finalmente el fuego me calcino entre sus piernas ,una vz quise callar su boca, y sólo había una manera.
Como la crema catalana que ternibaba mojandoo lo que pedía.
un turbio secreto, como amaría el loco, y que tan separada de la realidad terminaría. nada sin terminar, su imaginación la llevó al borde del abismo, y yo caí con ella... que despierta un loco que en otra situación habíamos denunciado, que lo hacía tan poderosamente atractivo.
ResponderEliminarMe la imagino a ella también en también en el sanatorio mental en el sector femenino, las visiones tras los barrotes des su poderoso " objeto del deseo" que se materializa justo cuando ella cierra los ojos, co toda la corporativas que ella desea.
ResponderEliminarMuy buen aporte, casi abundando en otros tuyos, con un cambio de narrador
Me ha gustado mucho el comentario que has puesto en lo de Mag.
Tienes por el principio una fase en que repites muy seguido "cuello" (sin ánimo de corrector)
Abrazo gutab
Supongo que durante las reclusiones la idealización de aquello que añoramos, deseamos o construimos logran trascender los umbrales de la realidad y cobran vida propia. Ojalá ella logre alcanzar la libertad tanto de su cuerpo, su vida y su deseo. contundente tu relato, como siempre. Un abrazo
ResponderEliminarGabiliante.... buena observación....
ResponderEliminarLas palabras saltan a la hoja, y uno las deja saltar. Eso demuestra a lo menos que tengo problemas de dispersión.