Las manijas del reloj.
"En el segundo círculo del Infierno se encuentran aquellos que han pecado de lujuria. Dante condena a estos "malefactores carnales" por dejar que sus apetitos sobrepasaran su razón. Ellos son los primeros en ser verdaderamente castigados en el Infierno. Estas almas están condenadas a ser impelidas por un fuerte viento que las embiste contra suelo y paredes, las agita y las hace chocar entre ellas sin descanso, de la misma forma que en vida se dejaron llevar por los vientos de la pasión"
Estaba tranquila sentada en el desván, el viejo sofá la enmarcaba como una pintura de Ferri. Su cuerpo permanecía con su viejo vestido de flores y su delantal de hilos atado a su cintura. Lucía triste y perdida en los recuerdos, sus senos invitaban desnudos a volverla a amar. Su mente divagaba tras las cortinas de sus pestañas, aquellas que cubrían su mirada ajada por el tiempo. Sus senos parecían más caídos que antes, mientras sus piernas dibujaban venas, venas inflamadas que subían hasta esconderse cerca de su sexo, donde alguna vez me permitió entrar, cuando era tan sólo un adolescente con ganas de poseer a la mujer más sensual que habían visto mis ojos.
Al verla así, las manijas del reloj colgado en el muro, cambiaron bruscamente su dirección, corriendo alocadas hacia la izquierda, como si recogiera el tiempo pasado. Y yo estaba ahí, nuevamente como un niño temblando frente a sus ojos, mientras mi sexo se retorcía tras las telas del pantalón.
Yo no respondo , se llena de sangre tan sólo de verla, de engallarse con los besos que imaginaba corriendo sobre mi piel, sus largas pestañas escondían la lujuria que provocaba.
Una vez me recibió en este mismo salón, en el cumpleaños de su hijo , y mientras sus dedos envolvían las formas que dibujaba mi pantalón, yo trataba de imitar los amorosos movimientos ovejunos del celo de un macho, cosa que no nos llevaba a ningún lado, y huí de tan sólo sentir sus labios cerca de mi sexo.
Finalmente hizo una caridad; sabiendo lo que provocaba en mí, esperó un día a que me hallara sólo y
deslizándose mañosamente bajo la mesa, me reveló aquello, que por mi mismo, no habría sido capaz de descubrir. Recuerdo cuando mis dedos impacientes, jugaban con los nudos de su delantal, hasta desvestirle sus pechos, provocando un estallido de mar en ese lugar secreto de mi cuerpo. Sus pezones se endurecían al torpe roce de mis dedos, mientras me deshacía tras las telas del pantalón
Recuerdo cuando las palomas de sus manos, descendían al bosque de mi deseo, bajo mi vientre, y buscaba con su boca, beber la miel de mi océano, donde se perdían sus labios y su lengua.
Ahogada la fuerza de mi pasión, naufrago de las olas del placer que producía, moría en sus brazos poco a poco, beso a beso, en un abrazo eterno.
Esa noche, hizo mi alma... el amor con su sombra, y por un momento, su mirada se confundía con la luna mientras explotaba una y otra vez por dentro ante mis ojos, mientras mis dedos eran enseñados a acariciar a una mujer.
Vuelvo el reloj, hoy en la soledad del sofá, su cuerpo viste, una playa desierta, y su pecho una habitación cerrada, su sexo un bosque de silencio.
Tanta vida, tanto recuerdo suyo que se derrama con generosidad, profunda raíz que me nutre y me erecta. Lentamente emerges de las aguas, empapada de luz, y vibra la voz que se tensa con cada suspiro, con cada gesto.
En cada sentimiento, sus altivos senos proclamen su triunfo, el de su belleza y el de mi gozo, en ese estallido intenso blanco que anula la oscuridad y el vacío que hoy siento en su figura.
Gustab
No hay máquina del tiempo más efectiva que el recuerdo .. sobre todo cuando se trata de una memoria tan vivida como la que tu personaje evoca. Excelente relato. Un abrazo
ResponderEliminarCuando los recuerdos son capaces de elevar una erección significa que lo has vivido intensamente Un relato donde el tiempo son los recuerdos que provocan que el cuerpo se erice.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz noche.
Recuerdos recuerdos, un muy buen y belo relato lleno de sensualidad y deseo, me ha encantado
ResponderEliminarLos recuerdos es la única manera de conectarnos con el pasado, los recuerdos y la imaginación de poder volver las manillas del reloj hacia atrás. ¿Pero qué es el tiempo si no una fantasía?
ResponderEliminarMuy buen relato pleno de erotismo a través de esos recuerdos. Porque...¿Cómo puede ser pecado la carne, si estamos hechos de ella? O es todo una mentira, que lo es, invento de la iglesia, o deberían habernos hecho de viento.
Abrazos.
Como dicen por ahí, el tiempo es una ilusión....
ResponderEliminarGustab
Pecado o no, somos carne, corazón, mente y alma y nos nutren los momentos, la pasión, los recuerdos.
ResponderEliminarHe sido espectadora de tu línea de tiempo, las imágenes se sucedieron cálida y lentamente.
Placer leerte, Gustab
Pecado o no, somos carne, corazón, mente y alma y nos nutren los momentos, la pasión, los recuerdos.
ResponderEliminarHe sido espectadora de tu línea de tiempo, las imágenes se sucedieron cálida y lentamente.
Placer leerte, Gustab
Vaya, no tenía que haber leído los comentarios. Yo pensaba que el reloj corriendo a la izquierda habíaa hecho su efecto y había rejuvenecido ambos. Y habían vuelto a vivir la pasión. Habrá que pasar dos veces por el segundo círculo del infierno. Dos veces toda la eternidad.
ResponderEliminarErotismo muy subido sin perder el buen gusto.
Saludos gustab
ResponderEliminarEl mejor afrodisiaco que existe es el cerebro y si recuerda momentos vividos es como repetirlos de nuevo..
Un placer leerte
Saludos
Gracias a todos, pero como les dije el tiempo es una ilusión que nos arrastra sin escoger para donde...
ResponderEliminarEsos momentos en que volvemos a encontrarnos con alguien de nuestro pasado, a veces puede ser doloroso... todo cambia, y es el tiempo el que mantiene esa ilusión.
Los cuerpos ya no eran los mismos, el deseo había cambiado, y ella no lucia como antes...
Probablemente la clave del amor sea que el deseo no se quede estancado en el pasado.
ResponderEliminarMuy buen relato a dos tiempos, Gustab.
Un besazo
Recuerdos que llevan a otros años, sin perder la esencia vivida con pasión. Precioso. Besos.
ResponderEliminarYo no creo en el infierno pero sí en el infierno sin amor, sin manos, sin piel, sin sexo. Qué suerte la del protagonista neófito poder iniciarse en fuego y vivir para recordarlo. Un abrazo.
ResponderEliminarMaravilloso relato, maravilloso el recuerdo que deja la pasión vivida.
ResponderEliminarUn saludo!!
Nuestra querida Esther se me ha adelantado, yo tampoco creo en el infierno ese que nos quieren inculcar algunos, en donde van las almas esas que han amado en cuerpo y alma.
ResponderEliminarUn relato precioso, delicado , erótico sin caer en la chabacaneria.
Cada instante un recuerdo, un recuerdo para la eternidad...Al final lo único que nos llevaremos serán los recuerdos.
Un abrazo y feliz tarde de domingo.
ResponderEliminarSerá porque los mayores placeres y hasta la libertad, esta más cerca del infierno que de un paraíso lleno de culpas ?...Y quien realmente habita en nuestra alma son aquellos pequeños demonios que durante la vida, nos llevan por la senda de variados patíbulos. No sabré yo, que he sobrevivido a todos.
Gustab.
La chavacanería suele ser uno de los infiernos más difíciles de aceptar, ¿ será porque todos nos hemos alguna vez, calcinado en él.?
ResponderEliminarGustab, desde el sanatorio al que he vuelto a manos de los seres que amo.