El sexo mandamiento....

"El sexto mandamiento de la Ley de Dios prohíbe todos los pecados contrarios a la castidad. También toda acción, mirada o conversación contrarias a la castidad. Los pecados contra la pureza, cometidos con pleno conocimiento y consentimiento pleno, son siempre graves."

La tendí delicadamente sobre la cama, y mis manos recorrieron su cuerpo acariciando sus senos,  presioné con fuerza dibujándolos con mis dedos, hasta terminar , con un ligero pellizco en sus duros pezones.
Me alejé de ella para desnudarme en un acto vouyerista. Ella escondía su rostro entre los dedos, sólo quería vivir un instante de lujuria, una sensación que le poseyera, que  recorriera su virgen castidad.
Volví a la cama una vez desnudo, tomé sus caderas de esculpido acero, para  a traerla hacia mi; Abrí sus sudadas piernas e introduciendo las mías entre las suyas, dejé caer mi sexo suavemente sobre su piel.
Comenzó a sentir como entraba dentro de su cuerpo y salía de ella, mientras presionaba con fuerza sus Nalgas. Sor María, nunca entendió después de esto, porqué había sentido el llamado del señor, no soportaba las ganas de no gemir y de gritar, no podía ir contra los sentidos lujuriosos que en su cabeza ardían entre sus piernas.
Doblé mi espalda hasta alcanzar su cuello y la besé apasionadamente hasta alcanzar con mis labios sus pezones que rozaba levemente con mi lengua hasta perderme, hasta que mis dientes empezaron a morderlos, mientras entraba en ella suavemente. 
Mi deseo crecía entre sus piernas, jadeaba con fuerza y contenía el aire en cada embestida mientras la devoraba, y anunciando su orgasmo, mientras su cuerpo se contraía, salí de ella con fuerza alzando mis caderas, expulsando todo como blanca espuma sobre sus senos. Convulsionaba de éxtasis contrayendo su vientre, como las olas se recogen del mar y soltando abruptos gemidos enajenados de delirio,  los fluidos cayeron sobre sus senos, pintando su torso desnudo y agitado, hasta depositarse en su ombligo, donde quedaban atrapados, a la vez, que nuestros cuerpos caían agotados por el deseo. Ahí quedaron colgados todos nuestros sueños y gemidos, entre las delicadas sábanas de algodón.

La vida se rompe en cada explicación, el deseo fluye contradiciendo al sexo mandamiento. Los que sentimos, no respetamos.... los que respetamos, no sentimos.

Gustab.

Comentarios

  1. Sin duda una experiencia religiosa. Amen
    Un placer leerte
    Abrazo

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  2. Yo prefiero menos detalle pero guiar al lector a que tenga su propio orgasmo haciéndole leer entre lineas
    no escribiendo como si fuera mensaje
    un abrazo desde Miami

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