Asomagado.

Escape del hospital por las puertas de servicio y corrí a refugiarme en mi departamento. Al entrar , las cuentas no dejaban correr la puerta, y el olor asomagado se apoderaba de mis sentidos, la sensibilidad aparecía en mi rostro humedecido por la niebla que cubría el puerto. 
Un frío se apoderó de mi. Había decidido cerrar mi ventana.... pero la brisa se coló entre los maderos y la humedad volvió a brotar dentro, echaba de menos recorrer los cuerpos desnudos que dibujaba día a día mi mente, echaba de menos el aroma a sexo entre mis sábanas.... al abrir las persianas pude descubrir nuevamente el puerto, el aroma a café lo inundaba todo esa mañana... las persianas de los negocios volvían a descerrajar los candados, había mucho bullicio, la mañana se veía agitada. Volví a escuchar las gaviotas, sus graznidos roncos y dormidos, me habían despertado de un largo sueño... 
Llevaba muchas horas encerrado golpeando las teclas y doblando papeles sin saber que escribir, cuando escuche las voces de ellas en el balcón de enfrente, quizás eran gemidos, no sé. fue una extraña experiencia... pero luego, volví a cerrar las persiana , las que se quejaban del frío y la humedad, del oxido en sus bisagras, creí que caerían, y así después de empezar el nuevo libro, me fui a recostar en la cama y a pensar en que estarían haciendo esas dos, si se abrían ido, o si simplemente se habían quedado dormidas, sentí mis parpados caer y no supe más de mi...
Desperté entre temblores por la fría noche, sudaba pánico, hoy no estaban las pastillas blancas en mi boca, no había quién las tirara. Agite mis brazos bajo las almohadas, hasta que se enredaron en la prenda de alguna amante que había pasado por mi cuarto, al sentir su aroma en mi nariz, se disipó el miedo y volví a dormir. Me acompañaban los aromas de mis pinturas a medio terminar, los oleos que
no dejaban de secar por la humedad de la habitación, y mis pinceles bañados en trementinas difusas y gastadas tras remover los mil colores que cubrían las telas sin encontrar un rumbo definido. Ocre ocre café, verde verde amarillo, azul celeste y azul azul. Bermellones rojizos, hasta oxidados.. tierra tierra mar, botes sin velas ni motores, olas verdes, esmeraldas azules verdes... mar sin vida, cielos sin estrellas. La soledad de mi habitación, el humo impregnado con olor a tabaco en las sabanas, y una agua ardiente que evapora su fragancia, perdiendo el sentido del alcohol. El café entrando por mi ventana, y el perfume de su sexo en la delicada prenda interior. 
Mis dedos huelen a sexo, mi boca rezuma el gusto de su sexo, el semen que se escurre entre mis dedos y que aún deben permanecer en los labios de esa mujer....

Quizás las chicas del balcón me inspiren una nueva creación.

Gustab, entre trementina y pinceles secos.

Comentarios

  1. Excelso, mi enhorabuena por este relato tan sensual, erótico y evocador.

    Mil besitos.

    ResponderEliminar
  2. Ese humo olor a tabaco traspasa las paredes...

    Un placer leerte.

    Besos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Desde la oscuridad...

Entradas populares