La íra ...

El día estaba convulsionado, revuelto... la gente corría por las calles reclamando no se que. Gritos balazos, lagrimógenas silbaban por el aire tratando de disuadir a la multitud, al lumpen que se iba encima de todo lo que se les cruzaba por el camino, incendios por doquier, cristales que explotaban en mil pedazos.... la ira se había apoderado de todo y de todos, la gente no quería escuchar ninguna explicación, todo estaba fuera de control. 
En el hospital, la cosa no era distinta, trataban de mantener las puertas y ventanas cerradas, pero el ruido inquietaba a los enfermos y sus trastornos se agudizaban. Se sentían golpes en las puertas, gritos en los pasillos, y las enfermeras trataban de huir entre el caos que había en las calles y que intentaban entrar en el hospital.... 

Por segundos el silencio lo ocupó todo, salí del dormitorio recorriendo los pasillos desiertos, un silbido permanente ocupaba mis oídos.... la sangre corría tibia por mi frente bajando por mi nariz, mis ojos estaban nublados.... y corrí... corrí hasta ver un abrigo de plush que estaba tirado en el pasillo. No lo dudé, y me desvestí para cubrirme con él, sólo mis calzoncillos sujetaban mi dignidad, más allá unos zapatos viejos desacordonados que monte para salir por las puertas destruidas del hospital. 

El aire golpeó mi cara, mis oídos dejaron de silbar, y corrí por las calles hasta desaparecer en una

turba que corría semi desnudos por la calle. La excitación estaba en sus rostros, el descontrol era total, gritaban sin contener la ira, golpeaban todo a su pasó, piedras , palos fierros, todo servía para hacer escuchar su voz... sentí que perdía identidad en la masa, abrí mi abrigo y deje caer los calzoncillos sobre los adoquines.... la ira se apoderaba de mi, la excitación que sentía, tomaba forma en mi carne. Las chicas semi desnudas en la calle, me excitaban. Sus cuerpos pintados con frases irreproducibles, hacía sus senos aún más hermosos y excitantes.... entre los gritos y los olores que caían en mi rostro, la multitud se separó y enfrentamos una columna de carabineros que marchaban a nosotros. 
Nuevamente el silbido en mis oídos se hizo insoportable, quedando parado en mis pies y sin reacción. estaba congelado, frío, desconcertado...

Sentí una mano que cogía mi sexo para tirarme hacia algún lugar. Los gestos de una chica que gritaba en mi cara, me provocaron miedo, y empezó a tirar para empujarme a algún lugar... tropecé con una banca de cemento en mi camino, el dolor me tiró de rodillas a la calle, y el humo irritaba mis ojos...
El puerto era una turba que me acomodaba, los gritos me excitaban y el silbido se hacía más intenso..
Mi cabeza azotó contra una muralla, estaba fría... sin embargo, mi sexo estaba curiosamente tibio, y hasta agitado, una boca aliviaba toda esa locura. Mis oídos estaban muertos, y esa sensación húmeda me alivaba hasta suspenderme en el tiempo.
La fricción subía en intensidad, y mis ojos se nublaban... estaban mojados, húmedos y molestaban. La excitación era tal, que tomé a la chica de los cabellos y la levanté para hundirme en su boca en un beso que soltaba toda esa angustia. Mi lengua revolvía su boca entre batallas  que denotaban lo caliente de todo. Tiré de su pelo hasta aplastarla contra el muro que había enfriado mi espalda, la luz de los focos, escondía el éxtasis, se sentía en mi corazón. Levanté su falda y dejé que mis dedos se perdieran en la tibieza de su sexo que chorreaba deseo desde el interior. Ella apoyó su rostro en el muro , encorbó la espalda para empujar mi cuerpo hasta que la altura de su sexo quedara al mío... abrí sus nalgas y me enterré en ella... sentía su piel engrifada, su sexo mojado, sus senos duros dejándose manosear sin pudor .... 
Su interior era un infierno excitado, resbaloso y denso que invitaba a encularla con fuerza entrando y

saliendo de ella, para volverse a enterrar con fuerza, el silencio no dejaba de existir, y sentí como mi cabeza tomaba energía que transmitía bombeando sangre a través del corazón... todo se disipó, no existía nada a nuestro alrededor, la gente desaparecía entre nubes y alentaba a empujar con fuerza, hasta unas manos frías me tomaban por el culo, para hacerme embestir con más fuerza, hasta que sentí que mi cabeza explotaba y empujaba toda mi excitación a mi sexo , que sin poder controlar nada, dejó que expulsara todo mi semen rebotando entre los muros íntimos y mojados de ella, y seguí empujando hasta soltar la última gota.

Desperté después de una inconsciencia absoluta, no sabía como había llegado ahí... pero sentía una tranquilidad única en mi alma... el silencio seguía ahí.... mi cuerpo desnudo estaba ensangrentado, y frío.
Volví en la oscuridad al hospital, entré en mi cuarto escondiéndome entre las sábanas tibias, y dejé de existir después de una noche de ira excitante y sosegadora... la humedad seguía entre los muros, el moho y su intenso olor se apoderaba de todo, y mis oídos volvían a encantarse con
los grillos que corrían libres por el hospital.

Gustab.... después de la ira. 

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