La niña del reino de los peces y las zapatillas de colores.


La vi perdida entre sus dedos... buscándome tras recorrer varios hospitales, detrás de mis rejas. Ella sabía de un escritor que alucinaba escribiendo la historia de su vida... La llamaban princesa, al descubrir que aún estaba vivo, pidió a las enfermeras que le dejaran sólo con él. El tenía su mirada perdida tras las rejas mirando nada y mirando todo... le decían Gustab, la pluma de oro y fuego. 
Nadie sabía lo que escondía su mirada, sus manos temblaban , su boca balbuceaba palabras que parecían no tener conexión, siempre entre la espada y la pared.
Se acercó y le hablo al oído... le susurro unas palabras sin sentido. el no reaccionaba, entonces la niña poso sus manos en la hebilla de ese cinturón imaginario y dejó que sus manos se deslizaran por la pretina del pantalón elásticado.
Era un pijama grueso, lo cubría una vieja bata azul de toalla... siguió balbuceando palabras. Era la niña del reino de los peces y las zapatillas de colores. Soñaba con conocerlo, y se dejó llevar por su piel. Los bellos que cubrían el pubis eran canos y suaves, y aunque su miembro estaba quieto y tranquilo, empezó a pulsar entre sus manos. Su cuerpo empezó a reaccionar a sus caricias, y ella seguía profanando su mente con palabras inconexas , sin sentido lógico , pero con una profunda erotización en su sentido, en el tono. Lo tenía todo para ella y las enfermeras demorarían en llegar.
- hola, soy la niña del reino de los peces y las zapatillas de colores, me recuerdas?
Gustab seguía mirando por la ventana, sus ojos se cerraban de vez en vez susurrando gemidas palabras que nadie entendía. Esos dedos que sometían su carne, que erizaban su piel y humedecían sus pensamientos, no les permitía entender. 
La niña atrapo su miembro que parecía desvanecido, pero fue tomando forma y tamaño... mientras sus venas se hinchaban y la carne palpitaba, se fue humedeciendo por dentro... parecía una niña, pero deseaba como mujer. Los senos de la extraña, fueron dibujando sus casquillos en las espaldas de Gustab... estaba excitada, y el escritor lo sabía, pero seguía perdido tras los barrotes de la ventana. Sus ojos hicieron una pausa y se cerraron para dejarse llevar. La niña atrapaba el pez con sus manos para llevarlo erecto a sus labios, le beso suavemente y el pez se engullo en su boca, cortando las palabras de la infanta que ahora gemía al tenerlo atrapado entre sus labios... lo dejó pulsar frenéticamente mientras tomaba temperatura, y lo sacudía con su lengua despertando su esencia.

Gustab gemía y balbuceaba.
Los rincones de la fría habitación , parecían encerrarlos, cortando el aire que entraba por la ventana, entonces ambos se dejaron llevar.
La niña arrodillada y apoyada en la pared, Gustab con sus ojos cerrados perdiendo su mirada en la luz del sol que entraba por la ventana... ella dejaba que el miembro de Gustab se moviera lentamente en su boca, cada embestida se transformaba en un deseo indescriptible por poseerlo, de vez en vez, el miembro embestía con fuerza llegando hasta su garganta, para caer lentamente en un movimiento quieto. Lo disfrutaba así, medio loco y perdido en sus pensamientos, sin mirarle siquiera a los ojos volvía a embestir en su boca, ella lo sujetaba apretando la lengua contra el paladar, para dejarlo nuevamente enterrarse en ella. Todo se detuvo, el mundo parecía no girar, y ella con el miembro adentro sin liberarlo, se perdía elevando la vista a los rincones que vestían la habitación , de donde colgaban telas de araña enmarcando la luz que rebotaba en ellas. Los sentidos se agudizaban, podía oler  el sexo del miembro de Gustab, recién despertado, con algo de fragancia a sudor, pero perfumado a sexo, podía separar el olor al moho que resbalaba por las murallas... podía a la vez sentir las venas del sexo de Gustab dibujándose en su paladar. Tomo delicadamente las rodillas de Gustab separando su cuerpo del de ella, y quedóse mirando el sexo erecto y brilloso del escritor que palpitaba frente a sus ojos, imaginaba el sabor del semen que escaparía una vez que ella lo volviera a engullir entre sus labios, a acariciarlo con la lengua hambrienta que no dejaba de babear, salivando entre dulce y salado para recuperar el aire que parecía perder cuando el miembro la embestía. Separó sus piernas y arremango su vestido, y entrando con sus dedos por la pretina de su calzón, dejó que ellos abrieran esos labios que salivaban igual que los de su boca... su piel estaba suave, sus jugos parecían sedas, y sus dedos no demoraron en degustar la suavidad en su interior y enjugar sus dedos al pequeño gusano que emergía entre sus labios vaginales suavizandolo todo. y volvió a acercar tomándolo de las nalgas al escritor para que su miembro volviera a llenar su boca ... él le había enseñado a escribir, o soltar sus dedos cuando debía escribir y a liberar su mente para entregarse a los cuentos que imaginaba en su cabeza. 
El escritor estaba desnudo por las manos inquietas de su alumna, aquella que buscaba frenéticamente que la recordara, pero él, ya no era mismo aunque sus carnes parecían intactas y hasta más atractivas. Dejó el miembro en su boca por largos minutos engulléndolo con placer  y gula... luego sintió que
pulsaba fuerte en su boca y Gustab respiraba con fuerza y excitado mientras embestía sin cuidar sus modales, parecía violar su mente en cada arremetida hasta alcanzar su garganta, y al tratar de liberar su boca , tomó con su mano el miembro del escritor para sacudirlo con fuerza mientras seguía succionando le la cabeza, hasta que por fin y perdiendo el sentido de la razón , soltó el primer chorro que fue a golpear en los más profundo de su garganta ahogándole y obligándola a separar sus caderas de su rostro y sentir un segundo chorro que golpeaba sobre su cara y se esparramaba sobre sus senos y piernas abiertas que sus dedos masturbaban..  Todo parecía seda en su piel, y el semen empezó a desvanecer su densidad para convertirse en agua mientras chorreaba por su piel, el gusto dulce y salado, ese picor que había dejado el primer chorro en su boca le extasiaba y no terminaba de degustarlo en su boca esparciéndolo en su paladar... Gustab , seguía mirando por la ventana, sus ojos perdidos donde nadie llegaba y sus labios dibujaban una sonrisa que tranquilizó las culpas que ella sentía.
Volvió el pijama a sus caderas, beso su vientre mientras se levantaba del suelo, beso levemente sus labios con un suave roce en su lengua salada por los jugos de su mentor. 
Gustab asintió con su cabeza para seguir en su tranquilo trance mirando por la ventana. Ella pensaba en como lo describiría en su nuevo cuento, pensaba en como lo expresaría en su relato, pero sabía que el sabor en su boca le facilitaría la tarea...

Gustab, la seda de mis pensamientos....


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