Arkantis, fuego que consume y enciende...

Arkantis era la hija de un Griego. Era ten hermosa que la comparaban con una diosa diciendo que era mas hermosa que la mas bella de las porteñas, criada y consentida desde que había abierto los ojos y lanzado su primer llanto.
Su cabello largo, de un hermoso dorado, caía sobre sus blancos y voluptuosos senos, llagaba hasta sus redondas y contorneadas caderas. Sus piernas largas y pequeña cintura, no había hombre que no la deseara, pero nadie se atrevía a seducirla por miedo al más poderoso de los empresarios del puerto. Cuando decidí conocerla, subí al más alto de los cerros,  y ahí me encontré con una criatura hermosa sería la causante de la siguiente historia.
Arkantis, ante las advertencias de nunca subir a los cerros sola, fue para encontrarme. Le habían contado que había un escritor medio loco y extraño en su forma de vida, creaba sus historias de experiencias reales, luego de seducir a cualquier mujer que se atreviera a jugar en sus terrenos amorosos, y sólo encontró a un distraído escritor que le contó el más increíble y exquisito relato erótico, algo que alguna vez le había pasado en su vida, un hombre lleno de los mas inimaginables tesoros literarios que jamás sus ojos leerían encerrados en la cárcel de oro que le había construido su padre.
Presintiendo que ella sería el personaje principal de mi siguiente historia, había arrendado una hermosa habitación en el hotel Gervasoni, toda adornada de rosas rojas, y petalos que se esparcían por toda la cama, las más suaves sabanas de fina seda. 
Al llegar el atardecer y el frío aire de la costa , la invite al hotel dónde había hecho la reserva Bajamos por los cerros , hasta llegar al cerro Concepción, y sin siquiera cuestionarse, se cerró la puerta justo detrás de ella. 
Sintió una cálida mano que le acariciaba su espalda hasta llegar a sus caderas, las cuales le presionaban y le atraían hacia mi, Arkantis nunca había tenido contacto con alguien tan osado como yo, y me lo dijo al oído, mientras bajaba por su cuello besándolo en toda su extensión, por lo que, al mínimo roce de mi boca, se dejó llevar,  lo que le  llenaba de placer.
Mis manos comenzaron a bajar y tocar suavemente sus senos sobre las tela de su vestido, y sin percatarse, solté los tirantes dejándolo caer delicadamente por su cuerpo hasta quedar desnuda, mientras sus senos destilaban pequeñas gotas casi transparentes y sus labios vaginales empezaban a destilar deseo, Mis dedos bajaron por su vientre dibujando su delicada figura, hasta llegar a perderse bajo las delicadas telas de sus bragas. Arkantis dio un gemido y me detuve para hundir mi dedo medio entre sus labios atormentados por la excitación. Al sentirla entregada a mis caricias, saque mis manos delicadamente, para desde sus caderas, bajar delicadamente la pequeña prenda que descubría el pozo de los deseos. Lo deslice por sus piernas, mientras mis labios besaban delicadamente su espalda  descendiendo hasta sus nalgas ,
mientras mis manos acariciaban sus piernas terminando  de desnudarle, para dejarla expuesta y sin pudor a mis ojos hambrientos de deseo.
La tendí delicadamente sobre la cama, y mis manos recorrieron de nuevo su cuerpo llegando a sus pechos, los cuales presioné con fuerza espculpiéndolos con mis dedos, hasta terminar , con un ligero pellizco en sus pezones. Me alejé de ella para desnudarme y asegurándome, que sus ojos, en un acto vouyerista, no se perdiera detalle. Volví a la cama una vez desnudo, tomé las caderas de Arkantis para traerla hacia mi, y abriendo sus piernas e introduciendo las mías entre sus muslos, dejé caer mi sexo sobre el suyo, comenzó a sentir como entraba dentro de su cuerpo y salia de ella mientras presionaba con fuerza sus senos. Arkantis, no soportaba las ganas de gemir y de gritar.... Doblé mi espalda hasta alcanzar su cuello y la besé apasionadamente hasta alcanzar con mis labios sus pezones y los rozaba levemente con mi lengua, hasta que mis dientes empezaron a morderlos, mientras  la penetra fuertemente. Su deseo cada vez era mayor, jadeaba con fuerza y contenía el aire en cada embestida mientras la devoraba, y anunciándome su orgasmo, mientras su cuerpo se contraía, salí de ella con fuerza alzando mis caderas, expulsé todo su semen como blanca espuma sobre sus pechos, al tiempo que ella convulsionaba de éxtasis contrayendo su vientre como las olas del mar y soltando gritos enajenados de delirio, mientras los fluidos que caían sobre sus senos recorrían su torso desnudo agitado hasta depositarse en su ombligo donde quedaban atrapados y esposados a la vez que nuestros cuerpos caían agotados por el deseo esparramado por todos los rincones, quedando colgados todos nuestros sueños y gemidos entre las delicadas sábanas de seda de la cálida habitación ...
Una tarde de la que el empresario no se enteraría jamás y Arkantis nunca iba a olvidar.

Arkantis y Gustab, destilando deseos.

Comentarios

  1. Alucino, que facilidad tienes para escribir....me encanta y lo sabes...

    Siempre...siempre...tu...no cambies....

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  2. Eres tan especial...como cada una de tus letras...

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Desde la oscuridad...

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