Les mains aimants de Gustab


Me habían invitado a dar charlas en la universidad de Valparaíso sobre literatura erótica. El luminoso día me invitaba a tomar un café con el tibio sol de la mañana. Los adoquines, lucían más brillantes que nunca, el aroma a café había entrado temprano por mi ventana acariciando mi nariz que no dejaba de deleitarse con tal fragancia. Sentado en las mesas de coloridos parasoles, aprovechaba de leer La estrella de Valparaíso, el matutino que acostumbraba acompañar mis café. Ahí me solían saludar quienes me conocían y se alegraban de verme de buen talante, pues acostumbraban a verme en estados, que me son difíciles de reconocer, luego de una noche de farra en el puerto.
- Buenos días Gustab…
Todo esto hacía más agradable aún la mañana. Luego me encaminé cerro abajo, camino a la universidad… los almaceneros habrían recién sus locales para despertar el comercio del puerto, otros ya baldeaban las calles reclamando por los borrachos que orinaban sus juergas donde les pillaran las ganas.
Al entrar por las puertas de la universidad, me llamó la atención una chica de veinte tantos años, rubia, de vistosas pecas en su rostro, de pelo tomado como la cola de un caballo, que reía con otras chicas en las escaleras de granito, que encaminaban a las aulas del patio de los naranjos, de un acento francés, y casi tropezando con el tercer escalón, concentré mi rumbo para retomar la cordura. Al fondo, me esperaba, un fastuoso auditorio repleto de curiosos estudiantes que querían violar la pudorosa mirada de la sociedad actual.
Mientras dictaba la charla, y entre las preguntas de los curiosos estudiantes, la imagen de esa chica, no dejaba de dar vueltas en mi cabeza, algunas veces, tenían que volver a preguntar para que les prestara atención. Si hasta su voz parecía seguir flotando en mis oídos… hasta que por fin, y en el rincón más lejano del auditorio y apoyada sobre las largas cortina de terciopelo rojo, la vi apoyada y escuchando atentamente mi discurso… de ahí en adelante todo fluyó, era como si su espíritu fuera necesariamente imperioso en el salón.
Al terminar, la perdí de vista. Recorrí los pasillos esperando volverla a ver, su ausencia me ahogaba y angustiado subí y bajé por las escaleras del Campus esperando encontrarla, hasta que por fin la vi sentada sobre la cuneta, bajo un gigantesco nogal… Su ligera y adolescente figura me congeló hasta el punto de no poderme acercar, ni cruzar palabra con ella, a pesar de toda mi curiosidad. Yo sabía que ella notaba mi triste y nerviosa presencia, pero nada pude hacer, y me quedé ahí observándola mientras escribía con un lápiz sobre una delicada hoja de papel, con una gracia y fluidez extraña en una chica de su edad. Le di la espalda por un rato, y mientras encendía el cigarrillo entre mis manos , para evitar que el cerillo se apagara, voltee para no encontrarla más, sin embargo, entre las hojas caídas del nogal, había quedado un sobre tirado… al acercarme, este estaba dirigido a mi, lo abrí para leer lo que decía.
Estaba escrito en francés y decía así:
Les mains aimantes de Gustab
"Le soleil entrant par la fenêtre, accompagné Ameliè danse sensuelle. Chaque fois que Gustab plongea avec ses mains; les jambesd'Ameliè se sont tournés vers rejoindre le piégeage et la prise d'otages des doigts qu'elle ne voulait pas libérer pour le plaisir qu'elle lui a donné. Excité, il a couru son doigt du milieu humide avec des jus, de la cavité douce et juteuse elle, cette petite grotte mystérieuse et humide, qui a ouvert dans le rythme, orné de gémissements, la danse sensuelle de ses cuisses ouvertes et fermées les doigts de Gutab. Elle le regarda effrontément, il entrerait profanant leurs secrets. Ensuite, vous seriez la satisfaction d'être le premier à entrer entre ses jambes. Ameliè palpitait de joie rempli de petites secousses à travers son corps et lui fit gémir comme une chatte en chaleur. Après les halètements, il a laissé son corps à se contracter avec une brutalité, l'orgasme avait atteint l'emmener à l'abîme de la folie et de l'extase ... Ses jambes ont été fermées piégeage mains Gustab, ce ne serait pas arrêter éperonnage leur sexe sans cérémonie aucune pitié .... "
Mi francés nunca había sido fluido, por lo tanto y a pesar de mi angustia, trataba de traducir las letras, descubriendo un exquisito relato, pero habían muchas frases que no lograba hilar, ni unir… Entonces, el encontrarle el sentido a lo que había escrito, de pronto se convertía en mi obsesión, y corrí al cerro saltándome a veces hasta dos escalones en dirección al cabaré, la única persona que me podría ayudar era mi vieja amiga mademoiselle Ibón.
 Al llegar a las puertas, este permanecía aún cerrado al público, las sillas estaban sobre las mesas, mientras pièrre, como le decían al portero del cabaré, barría entre las mesas las colillas, trapeaba el piso baldeando las baldosas y aprovechaba de tomarse los conchos de los vasos que habían dejados los cristianos la noche anterior sobre la barra del bar. Entonces golpee los cristales de la mampara, rogándole que me abriera las puertas, y entre regañadientes me fue a preguntar que Qué me traía tan agresivo … y le expliqué. Me pidió que esperara, hasta que desde la ventana del segundo piso , se asomó La mademoiselle , y guiñándome un ojo, me invitó a subir. 
Luego de leer en silencio dijo:
- Así con la francesita, ah…. – y me fue traduciendo cada una de sus palabras y leyendo con gran sensualidad, aunque su voz sonaba rasposa y poco sutil, tras una noche de cigarrillos, farra y ron…
-Escucha con atención mi amado Gustab, que esto te puede llevar justo entre sus piernas… sólo lo leeré una vez, y luego te vas a retirar, y me dejarás seguir durmiendo… se titula…
Las Amorosas manos de Gustab
“El sol que entraba por la ventana, acompañaba la danza sensual de Ameliè. Cada vez que Gustab embestía con sus manos; las piernas de Ameliè volvían a juntarse atrapando y tomando como rehén los dedos que ella no quería liberar por el placer que le causaba. Excitado, acarició con el dedo del corazón, húmedo por los jugos, la cavidad suave y jugosa de ella, aquella pequeña cueva misteriosa y mojada, que se abría con ritmo, adornando con gemidos, la sensual danza de sus muslos que se abrían y cerraban a los dedos de Gustab . Ella lo miraba con descaro, él entraría profanando sus secretos. Después, le quedaría la satisfacción de ser el primero en entrar entre sus piernas. Ameliè palpitó de deleite llenándose de pequeños temblores que le recorrían el cuerpo y la hacían gemir como una gata en celo. Tras los jadeos, dejó que su cuerpo se contrajera con brutalidad, el orgasmo la había alcanzado llevándola al abismo de la locura y éxtasis… Sus piernas se cerraron atrapando las manos de Gustab, que no dejaba de embestir su sexo sin contemplaciones ni piedad….”
Cerró y volvió a guardar las letras en el sobre, guiño su ojo y me miró socarronamente, y me saco a empujones de su habitación
.-ve por tu francesita y déjame en paz.- los ventanales de la habitación temblaron sobre sus marcos, y uno de los vidrios terminó de caerse y ceder a sus frisaduras.
Caminé por los adoquines hasta mi departamento, me recosté en la cama, y abrí los visillos, dejando entrar un hilo de sol que ya abandonaba el norte de mi ventana, para ir a esconderse al poniente, para apagarse entre las olas del mar… el poco sol que entraba, sirvió para conciliar mis sueños, prometiéndome encontrarla como fuera dentro de los muros de la universidad.

Gustab.



Comentarios

  1. Un profesor con mucho que enseñar…
    Una alumna con tantas ganas de aprender…
    Y una historia que promete…

    Un beso.

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