El caliente balcón y mi día de salida.

Me han dejado salir del sanatorio, después de tanto tiempo que ya no reconozco la vida.El calor en los adoquines traspasan las suelas resecas y rotas de mis zapatos, las mujeres ya no cubren su cuerpo, lo exhiben,lo ofrecen y lo entregan a quien quiera darles unas pocas caricias a cambio de nada... La calle se siente solitaria, los rieles suelen gemir ante el inminente paso del tranvía... detrás de cada portal, entre la puerta y el farol apagado un flaco le hace empeño a una gordita que se arremanga la falda mientras el busca agacharse para hacerle el punto, pero luego de algunos exabruptos, este decide apretarla contra el muro, mientras ella agachada deja que el flaco le entre con todo... ella aprieta sus labios, se que el marido esta dentro leyendo el mercurio del puerto, sin siquiera sospechar lo que hace su mujer con el vecino detrás del portal...su rostro se rasguña contra el cemento que dejaron los escombros del terremoto.Ella pide más, él quiere huir, siente el pánico de la presencia de su marido tras el derruido muro... ella apoyada el la muralla empuja su redondo trasero contra la navaja del flaco, y golpea sus senos para sentir más placer... escena burda, pero así esta el mundo.
Desde hace un tiempo y luego del terremoto, las adivinas de Valparaíso juran a pies juntos que el fin del mundo esta cerca.Y las mujeres quieren sentir que aún pueden gozar de otro, sin perder el amor de su marido y la seguridad que ellos les dan.Luego le abrirán sus piernas aún mojadas por el semen del otro para que su marido tenga el placer de seguir a su lado. Siento que todo da vueltas en mi cabeza, y el exceso de sexo al que me han sometido las enfermeras en el sanatorio, me hace comprender que la sexualidad es sólo un deseo y que el amor esta muy lejos de lo que creíamos que estaba.Mis manos se pierde en mis bolsillos, la escena me ha excitado y busco entre las viejas escaleras de piedra a una que esté dispuesta a usar mis dotes para su satisfacción, pero parece que el calor tiene las calles vacías y muchas de esas mujeres hoy no están para mi. Mis palabras parecen no tener sentido dentro de mi cabeza, me cuesta hilar frases con sentido y las palabras se enredan y parecen viajar sin dirección ni congruencia.
Me siento en el descanso de una vieja residencial, pino viejo, húmedo y llenos de hoyos de clavos que se han clavado una y otra vez, las maderas están viejas, ya no resisten y parecen comida para termitas. las niñas se sienten en la calle, juegan a la ronda, gritan y transpiran sin parar, sus bragas han de estar mojadas... y la falta de baño las hace oler muy mal....Una mujer baja corriendo las escaleras llamando mi atención y gritándoles a las niñas para que se entren...les dice que no se ensucien más , que deben ir a ver a la abuela, recién entiendo que es domingo y por eso esta todo tan solitario y silencioso.El calor me apabulla, y hace sudar mis testículos volviéndolos de una fragancia dulzona y muy penetrante... están cocidos por el calor, y siento aún mi pene erecto y causando dolor a mis testículos, están mojados y el olor hasta me parece agradable, pero muy profundo.Al hundir mi mano entre la pretina de mi pantalón y el elástico de mis calzoncillo para acomodar la incomoda dureza de mi pene, mis dedos liberan su olor,,, me excita sentirlo, y deseo que otra mano lo coja y me masturbe hasta el cansancio. Siento el calor aún en la sombra, ese que brota de los adoquines.... algo cayó del segundo o tercer piso, es agua, alguien tiró agua, esta se evapora sobre los adoquines, que más daría yo por haber estado abajo justo en ese momento....me asomo para ver quién lo tiró. Al pararme bajo el viejo balcón de fierro fundido y oxidado por la brisa del mar, siento que alguien acomoda o corre una silla del mismo material, que chilla y se queja por no ser pintada durante muchos años, luego el taconeo de unos zapatos y la risa de una mujer, que parece frotar algo contra la vieja silla. De pronto el silencio, atravieso la calle para mirarla desde el frente, la silla esta en el tercer piso, esta sola y mirándome desde las alturas, esta muy oxidada, y el balcón parece reclamar el paso del tiempo, a medio desmoronar y quebrado por los efectos del terremoto, incluso inclinado hacia la calle como si fuera a caer.... la mujer sale con otro cubo entre sus manos, y lo vacía por el balcón...entra y vuelve a salir con él, para trapear el piso del balcón. Mi presencia no es notada, ¿estaré tan delgado?,,, sus piernas regordetas están desnudas bajo la falda arremangada, es la mujer de las niñas, les grita para que se apuren que su padre esta saliendo, y no deja de refregar el piso, sus calzones asoman a cada movimiento del trapeado. Al agacharse para lavar el trapeador, sus calzones acusan el calor y el sudor que atormenta a su vagina. ¿Será sudor?... no esta caliente como la gorda a la que le daba el flaco....me meto al portal de la casa de enfrente del balcón, cuando baja el marido vestido de eterno terno negro y gastado, como la tenida dominical que sólo se guarda para especiales domingos.Las niñas corren cerro abajo saltando de a dos escalón por escalón, nuevamente una baldeada cae de la terraza... la mujer mete su mano bajo la falda tirando del calzón que se chupa dentro de sus carnes cada vez que se agacha una y otra ve, rozan su vagina, e instintivamente lleva los dedos a su nariz y respira profundamente...el cansancio y el calor la invaden, y se tira literalmente en la vieja silla, levanta la falda y ventila aire para refrescar entre sus pierna, y con la misma se seca el sudor de la frente, dejando sus carnes del vientre desnudas, es algo vulgar el ademán, pero al sólo mirar,siento el jugo de mis testículos correr y mi mano dentro del bolsillo acomodándolo.
Trato de no mirar, pero sus faldas están arriba y sus piernas muy abiertas para evitarlo.Incluso, ella sostiene el trapero contra el fondo del balde, y lo apoya entre sus piernas, sus dedos se hunden en su vagina tras el calzón, se mueve tratando de acomodar las telas, pero pellizca sus carnes y las aprieta con sus dedos como con furia.Toma con su mano el mango del fregadero, y el palo es movido entre sus piernas, hasta dejarlo justo apoyado en su vagina, cierra las piernas y lo empuja hacia ella, luego tira del elástico de su calzón dejando su pubis a la vista de mis excitados ojos y tembloroso cuerpo, y veo como lo entierra entre sus carnes moviendo lo en círculos dentro de ella, y gimiendo en silencio con sus labios cerrados..corro al frente y trato de subir las escaleras en silencio con la secreta idea que pueda abrir la puerta; Había sentido como esta se abría, pero nunca escuché que se cerrara... y sí, estaba abierta y desde allí podía mirar a esa mujer que ya desaparecía entre sus ojos cerrados y moviendo el palo dentro de sí. Me acerque a ella y me bajé los pantalones sin decir nada, y acerqué su rostro a mi sexo, procurando que su nariz se refregara contra mi sexo, ella espantada soltó el palo y tiro a huir, pero mis manos le tomaron la cabeza obligándola a oler el sudor mojado de mis testículos, hasta que ser rindió y se dejo llevar por su calentura. Ella lo tiraba con fuerza y refregaba su nariz respirando entre mis testículos y abriendo su boca para chupar eso que corría entre mis testículos, y su lengua empezó a hacer maravillas; tiraba de mis testículos y se metía todo mi pene adentro , manteniéndolo apretado contra su garganta sin dejar de oler... creí que desfallecería pero estaba muy excitado y la dejé chupara hasta que me corrí dentro de ella, la que luego me miraba como a un extraño, y jugaba con el semen en su boca.El palo seguía dentro de ella y lo saco para rogarme con ademanes a que se lo chupara...me arrodillé delante de ella y abriendo sus piernas me enterrare hundiendo mi lengua entre sus labios vaginales mojados y con un gusto salado y una fragancia profunda y fuerte, era el olor del sexo, era el olor del infierno, era el sabor del pecado, y tomándome del pelo trataba que no le dejara , y me empujaba hacia su vagina desesperada y gimiendo y azotando su espalda en el respaldo de la silla hasta que sentí que su vagina reventaba sacando a chorros su excitación dentro de mi boca.... gritaba y se corría a chorros, no dejaba de gritar mientras sus piernas temblaban...mi pene estaba duro, muy duro y quería volver a correrse, entonces la tome del pelo y la arrastré hasta el catre de bronce saltado en negro, tirándola sobre la cama sin hacer y empujé entre sus piernas hasta hundirme dentro de ella mientras gritaba de placer y de dolor..me agarró entre sus manos aferrándose a mis nalgas y ayudaba a empujar hacia dentro, mientras yo me clavaba con furia, todo era violento, ella estaba desesperada por sentirme dentro, y yo por estar dentro de ella y correrme hasta que por fin solté toda mi energía y en medio de una clavada me corrí mientras ella apretaba mis nalgas contra ella para no perder una gota del caliente semen que explotaba dentro de ella a borbotones y sin parar.... hasta que mi cuerpo empezó a temblar entre sus manos, y ella cerraba sus ojos para dejarse llevar por el éxtasis de un tranquilo orgasmo infinito.
Desperté entre sus piernas y ella sólo gemía bajo de mi... me levanté y subiendo mis pantalones me fui de allí para volver al sanatorio. Esa noche las enfermeras no me molestaron, y después de la pastilla blanca me dejé ir. Su olor aún estaba en mis manos, su gusto en mi boca y sus gritos en mis oídos, pero estaba más tranquilo que nunca. Hacía mucho tiempo que no me corría con todos mis sentidos en alerta y tan gusto como aquel caluroso día de verano en el puerto.




Gustab, día de salida.

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