Soledad...

Hoy todo es soledad en el puerto. Al caminar junto al malecón, las olas parecen conversar con las rocas, la lluvia cae incesante sin dar tregua a los barriales que bajan por las escaleras, el frío es el único abrigo, la noche esta oscura. Intento seguir los senderos donde el agua no quiere pasar, los ascensores están detenidos. Puedo escuchar como los tirantes de acero se tensan al roce del frío, crujen como si se fueran a cortar, el propio peso los exige. Las escaleras se han convertido en caudales, las piedras tratan de contener las aguas... la humedad traspasa la suela de mis zapatos y el frío no deja respirar... es tanta la soledad que puedo escuchar los susurros del silencio conversando con la noche.
La luz de la casona esta encendida, aunque el rojo ya no es tan rojo, el farol ya no tiene el color del día de su inauguración. Al pasar frente a ella diviso un cuerpo al otro lado del cristal, es Rebeca la chica nueva... dicen que tiene 18, y que es virgen... Pero jamás lo podría creer, sus nalgas tiemblan al caminar, y sus senos cuelgan grandes sobre su cintura... y su mirada es alegre...hoy esta apoyada en el muro despintado de una fría habitación, los colores se confunden atrás, miles de brochas han pasado por ahí, esta descascarada, es raro... nunca supe cual era su color original...
Me gusta esa chica, son pocos los morlacos que llevo sobre mi cuerpo, en esos bolsillos gastados donde las chauchas se suelen descolgar, es un café cargado en el bar inglés, o una canita al aire, como dicen por ahí... de mi sombrero cae un chorro de agua intentando mantener mi cabeza seca, tengo frío, y el sólo imaginar la calidez de su piel, y ese fuego que permanece encendido en la vieja estufa a leña me hacen pensar... ¿ Virgen ?... no me acuerdo de haber tenido una nunca... sería una gran oportunidad... $ 5.000 pesos... mmmmm. 
Meditaba cuando sentí que la luz de la ventana se iba, al mirar, el agua que caía por el cristal dibujó unos grandes pezones que se dibujaban al otro lado, el vaho de la ventana pintaba aureolas alrededor de sus senos, y sus pezones parecían soltar el más cálido de los placeres, sólo una señal, un dedo en gancho que me invitaba a entrar y dejar el frío afuera... luego sus labios dibujaron un corazón en forma de beso, y de entre ellos, una lengua que lamía el cristal...
Ya adentro, el hambre se esfumó, y mi sexo entró en calor...
- Desvistase hombre que se puede resfriar, yo le haré unos cariñitos, le apetece?...
Sólo la miré a los ojos, y descubrí que sus piernas ya se habían abierto en alguna ocasión... Su mirada, no tenía la transparencia, y sus parpados, ya caían sobre sus ojos ... pero que importa, ya estoy aquí.
Empezó soltando el impermeable, y coquetamente se puso el sombrero para empezar a desnudar mi cuerpo mojado y frío... temblaba como un niño, mis piernas estaban entumidas y el agua había traspasado el pantalón... mis zapatos chapoteaban al interior... Sus senos desnudos rozaron mis muslos, y no tardé en entrar en calor... sus tibios labios hicieron que mis rodillas se doblaran, ella estaba agazapada y endureciendo mi dignidad... ni siquiera podía hablar... ¿ sería virgen ?... sentí como esa lengua tibia separaba mis carnes en la punta sin pudor, y como sus labios succionaban con extrema delicadez. Intenté tomarla de sus senos, pero mis manos frías la hicieron alejarse de mi, que estupidez... como tan bruto, debía de saberlo, ella estaba tibia y yo, más frío que un frigidaire... sin embargo, sentí como su piel dibujaba miles de granos en su piel, y los pezones se endurecían sin control... un gemido escapó de sus labios, y volví a tomarlos entre mis manos... esos oscuros pezones eran un espectáculo que prometía ser... luego dejé que mis heladicimos dedos bajaran hasta encontrar el rincón más tibio de su piel... ahí donde la vergüenza se convierte en placer, y la dignidad, deseo... La tendí sobre la cama de bronce gastado, y el relinchar de su somière... el aceite era algo que escaseaba en esos tiempos de recesión, y tendida sobre las sabanas amarillentas por la mala calidad el jabón, terminaban por dar un aire gastado a ese momento de degustación... El aroma de su sexo creaba un aire especial, pues el asomagado aroma de las sabanas... le daba un acento particular. Desde ese momento sólo sentí una cálida caricia sobre mi sexo, tan exquisito, que no habría podido pedir nada más... y minutos después un caudal estrepitoso cubrió mi vientre hasta hacerme volar entre luces rojas y puntos celestes que se dibujaban en mi interior. Y sin perder un segundo se montó sobre mi, para ajustar su existencia a la mía, formando un compacto final... y aunque creí que ya mi hombría desaparecería, ella no la dejó descansar...y entre gemidos se dejó llevar hasta el éxtasis sin pensar si habría un final..."
Gustab... cálido final.




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Desde la oscuridad...

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