El anciano y la bombacha.
—Es la hora de la pastilla —dijo la enfermera.
—No —respondí airado—, esta noche no quiero dormir. Quiero que te quites la bombacha y la pongas sobre mi almohada.
Toda coqueta, se quitó la bombacha y la puso sobre la almohada junto a su cabeza. El anciano olió con deleite la cálida y suave tela. Entonces era un joven montado en un alazán salvaje, disfrutando con todos los sentidos, se vio niño y floto en las alas del tiempo.
Tomó a la enfermera de las caderas deslizando sus manos por la cintura, la desnudó, mientras ella sonreía picara y gemía palabras imperceptibles al oído. Ella era una niña consentida y él, un niño. Se dejaron llevar por el arrebato disfrutando su fantasía. Eran dos jóvenes amantes jugando con el tiempo, luego llegarían los orgasmos, los jadeos y la locura de un sueño deseado... ni tan real , ni tan imaginario, y besándose a la distancia abrieron sus alas sin pedirle permiso al cuento, ni al narrador, ni al teclado.
Al amanecer, la enfermera se peinaba mirándose en la frente del caballo. El anciano la miraba directamente a los ojos, y bajando la cabeza, volvió a oler la suave prenda caprichosa de ardiente manojo de encajes; Ahora era un hombre con bigotes y un frac de algodones y cachemiras, manejaba un coche de corceles, fumaba un puro dominicano con elegancia suprema recorriendo la campiña rumbo al campo.
En el jardín de la vieja quinta de adobes, lo esperaban su perro y la enfermera. Reconoció las praderas, el perfume de las buganvilias y los jazmines, los viejos y roídos muros por el desgaste del tiempo y el arco de laureles que adornaban su entrada por donde se escondía la sombra del abuelo. Fueron al río y nadaron hasta el atardecer viendo como el sol caía, y cuando estaban sentados en el comedor, llegaron los hijos y los nietos a visitarlo.
—¿Cómo pasó la noche? —preguntaron mientras subían la escalera.
—tranquilo, como siempre — dijo la enfermera.
El abuelo volvió a oler la bombacha, aspiró profundamente y se fue volando por la campiña. La enfermera abrió la puerta y salió a la calle, mientras corría mirando el cielo.
Gustab.
El anciano voló, pero la enfermera tan bien.
ResponderEliminarNunca fallas campirella, es siempre un agrado encontrarte por aquí
Eliminar...Que te puedo decir...es una historia que me ha gustado mucho..Hace comprender que el deseo en la tercera edad es una emoción que ha madurado y aprendido, que ha visto pasar los años, y que ha experimentado la vida en todas sus facetas...y ahora aprecia cada momento y disfruta de un mundo donde la fantasía y realidad se entrelazan como las arrugas en su piel. A pesar de sus años, el corazón late con fuerza, su piel siente el calor de la pasión y la mente se llena de sueños y situaciones imaginarias…Es un deseo fuerte por experimentar sin prejuicios, sin sopesar las consecuencias de dejarse llevar por las pasiones intensas... es mucho mejor que sentirse joven enfocado en la profundidad y la conexión emocional...es valorar la compañía, la conversación y el compartir experiencias…un refugio, un lugar seguro donde escapar del mundo exterior. …Igual como él pensaba "No me importa si me quedan pocos años de vida, lo que me importa es pasarlos bien…". Y ella solamente queria cuidarlo y hacerlo feliz y juntos, crearon un mundo de fantasías y realidades, donde la pasion era la protagonista…. En resumen, pudo detener el tiempo en su mundo imaginario y no le importó nada… solo la sensación de estar vivo, de sentir y de perderse en ese olor con aroma de mujer…Bssssss
ResponderEliminarSi, a veces solo basta con mirarle a los ojos para saber qué necesitan. Un beso
EliminarPerdón por lo largo...creo que me inspiré...bss
ResponderEliminarLargo? .. no, es un agrado que te tomes ese tiempo para visitarme.
ResponderEliminar¡Hola, Gustab! :D Tienes un don para expresar sentimientos muy profundos con todos los sentidos. Enhorabuena :D Subo ahora mismo el enlace a HELICON y a Tribuna de Lobos. Muchas gracias por participar en este Relato Juevero.
ResponderEliminarSaludos. AlmaLeonor_LP
Hola Gustab, un relato que nos deja bien claro que no importa la edad para tener fantasías sexuales o eróticas. Fueron muchas las sensaciones al leerlo; pude oler el laurel y percibir el aroma de los jazmines. Al final el anciano salió volando y la enfermera parece que vuelve también. Magnífico. Un abrazo
ResponderEliminar¡Que intenso relato!
ResponderEliminarEstá claro que esa enfermera, con apariencia de actriz de cine, al nivel de Charlize Theron, lo tiene bien atendido. Y está dispuesta a mucho para complacerlo. A un nivel que esfuma el nivel entre lo real y lo irreal.
Magistral
Que lindo sería tener una enfermera así en la tercera edad o en mi caso cuando sea el momento un enfermero así jajaja y es así el deseo y la pasión llegan a cualquier edad y si se puede vivir intensamente mejor así, la vida con emociones intensas se vive mejor jaja Besos por ahí!!!
ResponderEliminar¡Vaya, qué relato tan particular para el reto! 😄 Las sensaciones olfativas llevan todo al extremo, con un toque picaresco y erótico que está de lujo. 😏👌 ¡Me encantó!
ResponderEliminarYo creo que este anciano imaginario ( de imaginaria ancianidad) necesita más de una enfermera. Incluso enfermeras rivalizantes en sus atenciones. Podría hasta nombrarlas por días de la semana, pero te pasabas de personajes.
ResponderEliminar¿La pastilla que no se tomó ¿ era para dormir??
Abrazooo
unos vasos comunicantes que buscan el equilibrio emocional , la edad no limita el deseo si no que lo eleva a arte Un abrazo
ResponderEliminarJaja cuanto poder en una prenda interior! No hace falta gastar en medicamentos! Un abrazo
ResponderEliminar