En Libertad.
Por fin había logrado escapar del mundo de barrotes. Ella había dejado la puerta abierta.
La oscuridad se disipaba y yo corría por los pasillos, mientras los demás locos gritaban. Aferrados a los barrotes, gemían como verdaderos simios, otros ladraban como los perros. Entre los gritos divisé la luz, los muros parecían juntarse al fondo, los chillidos y alardes de los demás lo hacían aún más estrecho, pero corrí sin mirar atrás, hasta que por fin, de un golpe, se abrió la última puerta del pasillo. Sus gruesas barras, de fierro alemán fundido en canteras germanas, me dejaban en un portal de estrellas, y un paraje abierto a la libertad.
La brisa del mar golpeó mi cara, y aunque oscuros los adoquines, brillaban mojados, como un espejo, reflejados por la luz de las farolas de las lloviznas que se dejaban caer sobre el puerto.
Ese olor a tierra mojada me gritaba que estaba en libertad. Aún permanecía en mi nariz el aroma de las nalgas redondas de la última enfermera que había estado conmigo, un aroma a jazmines en la nariz y un gusto dulce en los labios, un sabor profundo me impregnaba la boca. Era fuerte, como un amanecer en primavera. Estaba desnudo, ella se había dejado mis ropas para no olvidar esa última noche. Esa que ella había decidido, que sería la última vez.
Gustab, un loco, siempre será un loco.
Hay que tener amigos hasta en el infierno y tenerla a ella le sirvió de libertad al protagonismo. Barrotes de locura triste lugar. Un abrazo
ResponderEliminarMuy bueno Gustab, me ha encantado la forma en que lo narras, haces que se siga esa carrera entre la locura, el encierro y luego los adoquines brillantes, el olor mojado.
ResponderEliminarY como siempre, Gustav envuelto entre la pasión, el sexo, una mujer, la pimienta de un buen relato ;)
Los adoquines mojados lucen muy hermosos en la oscuridad, aunque sus reflejos sean farolas porque ¿quién dijo estrellas si se tiene libertad? Me ha encantado tu relato porque ¿quién dijo pasión si se tiene poesía?
ResponderEliminarUn abrazo.
Muito interessante este post.
ResponderEliminarArthur Claro
http://www.arthur-claro.blogspot.com
Es un loco con suerte, la enfermera está con él, disfrutan, y cuando ella quiere, deja abierta la puerta a la libertad. Bien narrado.
ResponderEliminarUn abrazo
Tus relatos siempre tienen la coherencia de quien realmente siente esa locura placentera. Te felicito, Gustab.
ResponderEliminarMil besitos y feliz día.
Nunca se sabe a ciencia cierta si sus pensamientos son reales o causados por las pastillas mágicas.
ResponderEliminarBuen relato
Un placer leerte
Abrazo
Un paseo a través de diferentes aspecto de la locura. Cual es la realidad y cual la ficción.
ResponderEliminarEn conjunto un relato hermoso, mezclando el miedo, la sorpresa, el placer, los deseos.
Gustab , realmente un relato explosivo.
Bravo.
Un abrazo.
La libertad al fin! Ningún placer lo es si llega forzado, y ese prófugo acaba de liberarse de algo que otros hasta hubieran visto con cierto deseo. Un abrazo
ResponderEliminarUn relato que va desde la realidad a la ficción de la locura, creando ese paisaje que nos dejas de adoquines mojados como señal de que han terminado las pesadillas con placer incluido.
ResponderEliminarSaludos.
Intenso texto lleno de vos
ResponderEliminarsiempre hay una puerta al final de cada pasillo, como siempre hay una mano amiga que es un algel salvador. Un abrazo
ResponderEliminarA mí también me queda la duda de si realmente el protagonista ha logrado escapar de su encierro o si es el efecto de las pastillas.
ResponderEliminarMuy interesante...
Un besazo juevero, Gustab
Lo real y la fantasía. hilarante, pensando 48 hrs. una cabeza que no para y dispara. Un mundo muy desordenado que quiere hilar ideas que sólo a veces son hechos, o deshechos. Espero no perder mi oreja.
ResponderEliminarUn loco , siempre será un loco.
Y por fin la libertad!! Y el mar y el todo, poder dejar atras la locura y escapar...Un relato trepidante que engancha. Besos.
ResponderEliminarDicen que una vez muerto se es libre toda carga. Entiendo, tras la belleza de tu texto en las frases y metáforas empleadas, un acto de generosidad, o de lealtad. Le invitó a fingir morir para recobrar la libertad. Quizá nunca debió estar preso o nunca estuvo loco.
ResponderEliminarUn beso enorme, Gustad.
Por cierto, me dejaste un día la invitación a unos retos que hacías tú. ¿Me puedes dejar un comentario en cualquiera de mis blogs diciéndome en qué blog convocas y cuándo para poder participar en una futura convocatoria?
Muchísimas gracias.
Un pasillo interesante, que quizás lleva a cierta locura, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn saludo.
Interesante texto que me ha llevado por los vericuetos de la locura y de la libertad, nquizás sea la misma cosa.
ResponderEliminarSaludos.
La cárcel ha sido menos cárcel con esa enfermera como amante.
ResponderEliminarSaludos.