Rebeca, la perra de Gabriel. ( Otra vez, después de los monstruos de Goya).

"Una tarde, cuando todos dormían la siesta, no resistió más y fue a su dormitorio. Lo encontró en calzoncillos, despierto, tendido en la hamaca que había colgado de los horcones con cables de amarrar barcos. La impresionó tanto su enorme desnudez tarabiscoteada que sintió el impulso de retroceder. «Perdone», se excusó. «No sabía que estaba aquí.» Pero apagó la voz para no despertar a nadie. «Ven acá», dijo él. Rebeca obedeció. (...)Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levantó por la cintura y la despojó de su intimidad con tres zarpazos, y la descuartizó como a un pajarito. Alcanzó a dar gracias a Dios por haber nacido, antes de perder la conciencia en el placer inconcebible de aquel dolor insoportable, chapaleando en el pantano humeante de la hamaca que absorbió como un papel secante la explosión de su sangre."

Gabriel García Márquez (100 años de Soledad)

No podía entender lo que recitaba, murmuraba como loba enferma, mientras sus manos se perdían entre sus labios vaginales, chorreaba deseo, sus dedos se perdían entre sus carnes despertando con gemidos mi sexo, que no obedecía a mi cabeza.
Hablaba de la enorme desnudez que había visto alguna vez colgando de una ventana, de cuántas veces había soñado que la atravesaba mientras vomitaba jadeos indecentes entre las sabanas. Desde ese día no había dejado de pensar en la lluvia de espermas que se enredaban en su cabeza.
No hubo manera de detenerla, las pastillas me anudaban las ideas sin dejarme escapar a sus arremetidas, y como García Márquez relataba, no tuve más remedio que clavarme en ella, mientras se deshacía en un orgasmo eterno, mientras temblaban sus caderas empujándome más adentro.
Sus gemidos rebotaban en los pasillos, mientras como urracas, los otros energúmenos locos de otras celdas, escupían palabrotas a cada grito de placer que soltaba en cada embestida... Mil años pasaron entre embestidas, y Gabriel repetía al final del pasillo... Ven acá... Ven acá ...Rebeca, perra traidora.

Gustab y García Márquez en 100 años de soledad.

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Desde la oscuridad...

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