Desvaríos... ( cuentos en el velador)


El Señor de Las Aguas espera su visita, el cambio de turno es a las 22hrs, mira acorralado por el catre de bronce, pierde su ojos atrapado entre los barrotes... 
Danzan las arañas en los rincones esperando el ritual, mesen sus telas acariciando el rostro sumiso de quién conoce todos los secretos. Puede ver los peces dibujados en las aguas, y prepara el anzuelo con que será cazado, fundido en la esperanza de ese nuevo encuentro.
Sus ropas permanecen húmedas obligándolo a vestir desnudo.
Aún siente esos dedos que bajaron por el vientre, bajo la camisa, que resbala por la acción de sus dedos, dedos que se perdieron bajo el pantalón en la tupés de los vellos encrespados que escondían su secreto. 
Da vueltas por su habitación y cabeza, la deja caer sobre los barrotes azotando sus sentires.
A sus ojos, ella desnuda y culpable, vestida sólo del delantal, rodará las manillas atadas por un cerrojo, dejará caer llaves en el piso, y temblara ante su figura sometida. Cual vasallo, esperará sus ordenes, desabotonará sus vestidos, hasta desgarrarlo en su impaciencia. Ella espera su entrega, para someterlo a su desvarío.
Tiembla al sentir los tacos en el pasillo. Los rayos de luna tocan su cuerpo creando un halo mágico en su piel desnuda, erecta e impaciente.

Gustab, y el señor de las aguas.

Comentarios

  1. Someterse a algunos desvaríos ha de ser muy grato.

    Un abrazo, Gustab

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  2. Parece que ese hombre recluída despierta pasiones irresistibles entre las enfermeras.
    O sus desvaríos son tan intensos que se materializan como formas femeninas.

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Desde la oscuridad...

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