Concupiscente... (cuento improvisado)

Atado al piso, con los chasquidos del fuego tras mi cabeza, dos columnas de mármol negro abiertas sobre mi, en la altura, coronada por vellos oscuros y crespos enredados entre sus dedos, gotas de sudor y éxtasis que caían en mi rostro encendido en la oscuridad de la habitación. El deseo iluminado en su rostro oscuro, donde la luz del fuego la iluminaba, su vientre perfecto, sus senos colgantes endurecidos por el deseo y un par de casquillos aún más negros y erectados por la imaginación. Ella perfecta con su cabello desordenado y desbordantes de rizos sin brillo ni luz, estilando sudor en su cintura, gotas que buscaban un camino para caer sobre su sexo mojando sus recovecos entre piel brillante, hasta suspenderse en el aire, susurraba jadeante gemidos que me quemaban por dentro mientras el deseo despertaba entre mis piernas.
Sus rodillas se doblaron, abriéndo su sexo, como alas de mariposa en dulce vuelo, soltando el esperma de polen entre sus labios, posando la humedad cálida que se escapaba, mientras tomaba contacto con mi rostro, mi boca hasta lacerar mis labios de excitación, obligándome a beber de ella. Como cuna mecida por el viento y vaivén , despertó su alma salvaje mojando mi cara, esclavizando mi cabeza incrédula, mi cuerpo acalorado por el sabor que lo mojaba.
Sus ojos oscuros, llenos de brillo me miraron de lo alto, mientras sus pestañas se entregaban al goce de su poder. Como cortinas se cerraron escondiendo sus ojos mientras ella y yo lo disfrutábamos a pesar de las ataduras. El sabor amargo se escondía tras la dulzura que escapaba de su interior, a más humedad más dulce sus sabores, más exquisita las sensaciones danzantes a mi boca. Sus dedos buscaban mi sexo a sus espaldas mientras la erección le ayudaba a encontrarlo...
Muchas horas pasaron en ese viaje de mareas y contracciones, de sucúbus incubus. Un demonio que se

posa sobre ti sacudiéndote sexualmente hasta la eyaculación, incluso hasta la muerte, lo vivo como un sueño, vivo mientras ella sacude mis carnes hasta fundirme entre sus piernas... mientras, la muerte nos alcanza y empuja al vacío.

"El cuerpo de la muchacha yace incorrupto en un convento, pues quemó ella con un tizón la parte más concupiscente de su carne, yo aquí en un sanatorio por loco"...

Gustab.

Comentarios

  1. Si te digo la verdad no he podido leerlo muy bien has cambiado el estilo de la letra y me es un poco complicado, pero deduzco por la imagen que sensualidad le sobra por los cuatro costados. Un abrazo.

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  2. Esa mujer de ébano se columpia de las columnas negras. Es el símbolo de un placer llegado a la catatonia, me imagino.

    No hay mujer que no puedea llegar a ese estado, no siempre, claro. Y ha de ser muy gozoso poder verlo, presenciarlo, disfrutarlo. Un abrazo, y que reviva, si es posible.

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  3. Bendito sucumbir…
    Como una obra de arte que admirar y por la que gozar…
    Tanto así, como el placer mío de leerte, querido amigo.

    Abrazo, y feliz finde.

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  4. Me cuesta leer lo que escribes las letras son dificiles
    Linda entrada de una mujer negra y su amor saludos

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Desde la oscuridad...

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