Diálogo de otoño. (relativa realidad).

"ya que la amo, amo el mundo entero, que incluye su hombro izquierdo - no, primero el derecho (por favor, quite la blusa del camino)... y su rostro que asoma sobre mi en el bosque, mientras yo reposo sobre su pecho casi desnudo..."
Kafka.
Franz me había hablado de , el que para él, era su único amor puro y descansado. Él casi sin temores se había entregado al amor, como una hoja se entrega a la tierra en otoño, como si la hoja se sintiera segura en su caída llevada por el viento. Simplemente era una caída, y en ese abismo, alguien la recogería.
Así es el otoño, así es el sanatorio en el que estoy con ella, el viento puede desprenderte sorpresivamente de la rama, pero sabes que al tocar el suelo, los dedos de dios están para recibirte y dejarte luego en el suelo, sin trauma ni dolor. La locura es infinitamente más cariñosa que la realidad, porque pinta de colores tu caída. Y la realidad, en tu locura, puede ser tan caprichosa como el viento, te lleva a parajes nunca imaginados, porque la locura es una realidad relativa, y esta a ahí para sostenerte. Kafka me mostró una de sus cartas que lo describía y que no se, porque aún estaba en sus manos.
"Las mejores cartas que me has escrito (y eso es mucho decir, pues tus cartas en totalidad son, casi línea por línea, lo mejor que haya ocurrido en mi vida) son aquéllas en las cuales justificas mi «miedo» y, al mismo tiempo, procuras explicarme que no debo sentirlo. Pero ocurre que también yo, aunque a veces parezca un sobornado defensor de mi «miedo», probablemente lo justifique en lo más hondo de mí. Es más: ese miedo es parte de mí y quizá sea lo mejor de mí. Y puesto que es lo mejor de mí, quizá sea también lo único que tú amas. Pues ¿qué cosa digna de amar puede encontrarse en mí? Mi miedo, en cambio, es digno de ser amado."
Kafka.
Así es mi locura, así es ella, digna de amarse, porque así le protejo (me protejo) de la relativa realidad. Esa que siente en su mente ( mi mente), la tranquilidad de que un loco no se debe enamorar, porque ella y yo permanecemos libres en el amar. 
El deseo es el otoño que, por temporadas, nos llena de hojas doradas y que después desaparece convertido en polvo, polvo de estrellas, polvo que puede perder su brillo en el tiempo. Porque al final, es polvo que una vez, nos lleno de vida. El deseo es polvo de estrellas, que brillan mientras haya luz en nuestra existencia.
¿Podría pedirle a ella que no dejara que la luz se fuera, si tiene que irse, porque así lo dicta la naturaleza?... Un ciclo que se repite una y otra vez.
Entonces, ahí nos quedamos yo y ella, desnudos, abrazados en nuestros cuerpos,.. yo besaba y
acariciaba sus senos, ella, ella sujetaba mi sexo.  Sus manos hacían del momento un paraíso y  su boca, convertía mis deseos en sueños.
Yo me transportaba en montes y quebradas, en profundos silencios y el gemido torrentoso salino con gusto a pimienta. Pimienta que escapaba de entre sus piernas, donde los oscuros refugios se convertían en agua, donde temblaba la pequeña lombriz, éxtasis de mis labios, apagando la sed que me envolvía.
En esos refugios, escondo mis temores, mis rabias, y tristezas, en esos refugios de profunda fragancia y diverso gusto, se diluyen mis pesares, porqué beber de ellos, es sosiego y serenidad para mi alma.
Ella , puede ser ella, o tu, o alguna, o todas... ellas están por todas partes, al igual que nosotros. Hojas que cumplen un ciclo una y otra vez y se dejan llevar por el viento y siempre hay donde caer y quien la reciba. Ellas son parte de un otoño infinito.
Kafka , era muy extraño; temía lo que yo amaba sin responsabilidad.

Gustab, un otoño a la vez...
(no quisiera escribir tanto, pero si no lo hago, duelen mis dedos)

Comentarios

  1. En ese sanatorio, donde en tu imaginación ella y tú estaís fabricando una realidad paralela de amor con pasión, es donde se puede volar, como las hojas en otoño, sin miedo a hundirse en el suelo. Porque miedos tenemos a docenas, y nos lastran. Tal vez los orates, como los niños, prescinden de filtros que enmancaran miedos y lo que es peor... deseos.

    Escribe, no sólo te salva de ti mismo, nos alegra la vida. Un abrazo

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Desde la oscuridad...

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