A las puertas del infierno. (Dante, divina comedia).

"Dante pasa a través de la puerta del infierno, que tiene una inscripción cuyo texto dice: «Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí»
Dante viaja por los nueve círculos del Infierno, que son concéntricos, representando la progresión de la gravedad del pecado castigado, y culmina en el centro de la Tierra, donde Satán es prisionero. Los pecadores de cada círculo son castigados con penas eternas, pero aquellos que se arrepintieron y oraron antes de fallecer, se encuentran en el purgatorio, donde deben expiar sus culpas. En el Infierno se encuentran quienes justificaron sus pecados y no se arrepintieron."

En mi mundo de exceso de drogas y sexo, estaba más  interesado en los cuerpos cromáticas que se aparecían desnudos frente a mis ojos, seduciendo mi mente y provocando mi lujuria, que en las alternativas  que me ofrecía la vida para ser un hombre de bien, como lo soñaban mis padres. 
Los castillos caían a mi alrededor, mientras mis atribulados padres sacudían  su cabeza en torno a la hoguera, para arrojarme a las llamas de la conciencia, quemando la ira que emanaba de sus cabezas.
Avanzaban los colores frente a mis ojos, confundiendo los azules con el mar y los rojos amarillos con el sol. Comenzaban a brotar eróticamente los vicios de  la  belleza, escondidas en fundas de apero. Hubo momentos que me sentía bien, hasta el punto de flotar entre mis sentimientos para lograr una señal de plenitud.
Tan pronto se apagaba el sol, los sollozos y las risas,  se mezclaban con los gemidos de las prostitutas, sin poder evitar una cierta morbosidad en mi cabeza que no tardaba en llegar.  Las podía imaginar sobre los viejos catres de bronce, como esculturas  y deshaciéndose como la arena entre mis manos, derramándose  entre sus fluidos, aunque solo fuera permitido por los sentidos.
El persistente palpitar de sus sexos, producidos por mis dedos, acompasaban dulcemente, la melodía que insertaba en sus formas sinuosas, floreciendo  en esencia. Aparecían muestras, de lo que más tarde sería el reconocimiento eterno de un amante perfecto. Aunque las limitaciones eran insinuantes, me sentía tan cerca de la ilusión, que mis labios intuían el esbozo de sus sonrisas de éxtasis. 
Mientras mis manos, eran atraídas por los caminos del agua, dibujando siluetas inapreciables sobre sus cuerpos, se apoderaban de mí nuevos cantos mágicos que, haciendo alusión a las formas más sensuales, me envolvía de un cierto misticismo, elevado en mi calma, hacia lo más profundo del universo. Hubo momentos en que me sentía flotando entre las vibraciones cósmicas, repletas de imágenes eróticas, en concierto con articulaciones en espiral, como si fuera un corcel entre los vínculos más fértiles.
Era entonces, cuando los océanos levantaban olas y los rayos de sol proyectaban caricias. Cuando los
torbellinos de estrellas susurraban, tras los los vientos astrales, tras las esquinas del verso escrito, tras la literatura que hoy me enloquece a pesar de los ruegos de mi madre.
Llegó el tiempo de las palabras incoherentes aún más absurdas que llegaron a confundir mis sueños. Era demasiado tarde para dejar de acumular sensaciones. El sonido de la respiración entrecortada me seducía más que el amor de mis padres. Y huí a una improvisada casucha, que terminó por derrumbarse a causa del viento.
Entonces pensé, lo mejor sería no hacer nada, ni siquiera pensar, tan sólo sumergirme en lo más profundo y delicioso de un sexo, para emprender un nuevo y último viaje. Entonces hervía el opio y sin dejarme respirar, me perdí nuevamente en el abismo.
Una hoja seca, cae lentamente, hasta posarse suavemente sobre mi rapada cabeza. La cojo con delicadeza entre mis manos mientras la mujer se desnuda. Acercándola a su rostro, suspiró profundamente, mirando al cielo abierto. Una espontánea lágrima surca su mejilla, mientras esboza una complicada sonrisa, con el convencimiento de que era allí donde podía permanecer inmortal entre mis besos, sin dimensiones estructuradas, sin desengaños ni imprevistos.
Cierró los ojos y un resplandor inunda mi pensamiento. Por primera vez, escucho un silencio interior que antes nunca había logrado.
Las puertas del sanatorio se cerraron tras mis espaldas, y los llantos de mis padres se escuchaban a lo lejos. Una pastilla cayó en mi boca, y se deshizo bajo mi lengua, no había retorno, había entrado en el infierno, de donde, según los otros, jamás debía de haber salido.

Gustab, cruzando el Aqueronte...

Comentarios

  1. Esos infiernos concéntricos, que nos llevan de la mano de los pecados. Me ha encantado cómo usas a Dante, para llegar a ese concepto de pecar con toda la intención.

    Un abrazo

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  2. En mi época de estudiante en Granada, una noche de otoño, volviendo de la discoteca, me quedé colgada en la Acera del Casino mirando los brillos y reflejos irisados que se proyectaban en los adoquines mojados. Aquel espectáculo me parecía como la repetición sobre el suelo de un cielo de estrellas que aquella noche no teníamos, era como si todo se conjugara y la belleza del momento resonara viva en mi interior con todo el ansia de un amor que vivía y que por aquellos días estaba ausente. Mi amiga y compañera de piso tiró de mí entonces y volvimos a casa pero aquel momento se me quedó grabado en el corazón. Hace unos días cuando al llegar aquí a tu blog y leer el título me trajiste a la memoria del cuerpo esos momentos de éxtasis.
    Este cruzando el Aqueronte de Gustab me conmueve. Es un texto magnífico. Un abrazo.

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  3. A veces los textos hablan por nosotros, a veces viven por nosotros, pero sólo unos cuantos , nos rendimos a ellos... Hay etapas en nuestras vidas donde las letras se vuelven contra nosotros y es entonces cuando no te detienes a pensar en lo que escribes... hoy le di fin a este Dante Alighieri, a su divina comedia y lo lance por la ventana.
    Gustab, decidido a cruzar el Aqueronte. "Ahora está entrando en Acheron. En Inferno, Limbo es el primer círculo del infierno".

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  4. Tú lo lanzas por la ventana y yo lo estoy empezando a leer; me fastidia reconocerlo porque el tema de entrada por la jerarquía, espiral y círculos, purgatorio y paraíso me repele (en un paraíso que merezca la/tanta pena, digo yo, deberíamos caber todos, yo ya he quedado allí con un amigo para darnos un revolcón sin tener que causar dolor a nadie) pero junto a tus textos me han llamado la atención aspectos de los pasajes que has escogido de la Comedia y al comprobar que el Aqueronte es el río del dolor más me ha picado la curiosidad. No por morbo sino por una experiencia de tipo "mistico" que tuve hace algunos años en la cual se me ofrecían dos caminos: el camino del dolor y el del amor. Resultará absurdo pero me parece que Dante Alighieri con todo su dualismo me pueda aclarar algo y si no, pues bendita la poesía y (jejeje) a su propio infierno de hojas con Dante.
    Bueno, y si tu Gustab se encuentra ahora pasando por en el Limbo pues allí tampoco es que esté mal acompañado con OrfeoEurídice y compañía. Saludos desde aquí al autor, lo seguiremos leyendo ;-)

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  5. Estimada Esther, te respondo en este link. Dijo Alighieri " quién sabe del dolor, todo lo sabe".
    Haber si algo de esto te ayuda a entender...

    https://adoquines-mojados.blogspot.com/2021/09/carta-esther.html

    Gustab, explicando con razones sin razones.

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