Detrás de la ventana.

El día esta frio, las nubes grises anuncian lluvia... que hay detrás de mi ventana vieja? . El vidrio se siente frío, y ese frío se traspasa a mis manos al tocarlo, mi cuerpo reclama al sol que hoy luce ausente. Las cortinas empolvadas, roídas por palomas nocturnas que la van marcando con pequeños agujeros que dejan escapar el calor. Ellas lucen grises con sus alas de mariposa, esparcen sus polvos grises por toda la habitación. 

A lo lejos el mar luce tranquilo, desde las alturas . El mar siempre luce tranquilo. Me desnudo delante de las palomas y asomo mi cuerpo al tiempo. Esas palomas mal llamadas polillas, de polvos mágicos que van quedando en el aire y polinizando los rincones. La humedad siempre esta presente, sus alas golpean mi cuerpo incitándolo a seguir, mi pecho de vellos grises es recorrido por mis manos buscando explicación al tiempo, dibujan un sexo erecto al vacío, sintiendo cada vena que anuncia vida y deseo. Sólo cuerpos desnudos a mi alrededor, pezones que rozan causando vértigo, empujando al vacío la poca cordura que va quedando en mi cabeza. Puedo sentir su calor, su roce, su pequeña erección rozando mi piel, como piedrecillas en el zapato, molestando el poco aire que queda en mi habitación.

-Respira Gustab, mi vientre tibio calentará tus días, y mis manos harán lo demás. - 

Enseguida sentí su calor en mi espalda, mi oscuro rostro se pierde en el paisaje susurrando palabras ilegibles. Mis ojos se cierran a cada caricia sobre mi piel. Mi corazón se acelera a pesar de la soledad que siente, mi mente esta vacía. Los años pasan por la calle golpeando los adoquines con un golpe sordo. Tiemblo al sentir sus dedos tocándolo todo, y a pesar de la suavidad de sus ademanes, siento el deseo que parece esquivo. 

Mi cuerpo gris, toma roces rosas por donde pasan esos dedos intencionados. El silencio reina en cada rincón, el polvo suspendido en el aire, es atravesado por la luz que se escapa entre las nubes, a ratos tibio, a ratos vuelve a gris y el frío me recorre como la sangre por mis venas. Siento el tiempo duro, la caricia que enciende, la sangre corriendo por mis venas, sus labios tibios recorriendo mi cuerpo blanco y desnudo. El calor de su respiración tan cerca de mi piel , que parece hacer yagas en mis pensamientos.

Luego, el calor de su boca encerrando mis deseos para convertirlo en humedad... mis dedos en la ventana fría palpando el hielo que golpea los vidrios. Una mano que lo envuelve, cerrándose al vértigo de mi piel, mi agitado palpar atrapado entre sus manos. Un vientre que tiembla, mariposas que vuelan sin control en mi cabeza, inundando de colores el frío paisaje que acusa mi ventana. Desde el frente, una mujer con una copa en sus manos, enjuga el vino entre los labios, dibuja muecas en sus boca y muerde sus labios con sus blancos dientes, mientras sus dedos buscan entre las telas un sexo húmedo.

Fisgona y desnuda, me lanza un beso desde su ventana, mientras los cabellos rubios que me cobijan, esconden mi sexo a su mirada. Sus manos buscan apoyo en su ventana, mientras el vaho que escapa por su boca , dibuja sus labios en el vidrio frío, su atormentado cuerpo busca placeres a lo lejos imaginando que siente esta boca que me lo envuelve, mientras busca mis jugos agitando mi piel.

Curioso ver como se estremece la chica de enfrente, curioso sentir más su deseo, de la que esta conmigo. Mi locura lo va transformando todo, mientras siento el roce de sus labios en mi carne entregada a los placeres terrenales que el espacio me propone. 

Las maderas crujen por el frío, nuevamente mis ojos se cierran apretando las ganas de escupir dentro de ella, se pierde el sentido, se cierran los pensamientos y me dejo llevar hasta mojarlo todo. Un aire frío recorre mi cuerpo, los gemidos se esconden tras maderas. Tiemblan mis rodillas y caigo estrepitosamente sobre los cojines, inundando de polvo la habitación. Todo fluye atrapado entre sus labios, hasta deshacerme en ella. 

Al abrir los ojos, mi mirada atraviesa las telas de araña en las esquinas de mi ventana, la de enfrente, cuelga de las cortinas mirando el cielo, mientras tiembla tras los vidrios y desaparece sin dejar huella en mi memoria. Mi cuerpo se entrega a los deseos de quién no se detiene de disfrutar del calor que se ha generado en mi cuerpo, de los resabios que corren por su boca.

En mi mente vuelve el silencio y empieza a desaparecer del tiempo y el espacio.


Gustab.  


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