Aurora.

"Todavía sostengo esa imagen mientras mis manos buscan el mismo camino que tú abriste en mi cuerpo. Haciéndose alianza con mi carne me sorprende un ruido de llaves. Aquí estoy yo con este impulso en la yema de mis dedos... Y bajo el quicio de la puerta me llega tu voz..."

Aroratris...

"Aquí estoy yo con este impulso en la yema de mis dedos...". Esa no dejaba de rebotar en mi cabeza, Aurora había despertado todos mis demonios, yo aquí, parado frente a la ventana, encerrado entre estas cuatro paredes blancas que se oscurecían hacia los rincones, las telas de araña colgando y movidas por el aire que entraba a mi habitación. Me retorcía agarrado a los barrotes queriendo salir al exterior, pero estaba encerrado y drogado por las malditas pastillas...
 En esa fiesta de los años 20, donde todos nos habíamos disfrazado como en la bella époque. 
Esa fiesta donde la conocí. Los disfraces cubrían apenas su cuerpo con vestidos de seda que dibujaban toda su figura. 100 años habían pasado y seguían coronando nuestros recuerdos, esos que nunca vuelven con tanto detalle.
¿cuáles eran sus deseos?... ¿Cuáles los míos?...
La seguí al toilette de damas. Cuando me vio entrar, sus labios dibujaron una sonrisa, me arrimó hacia los lavabos y miró fijamente a los ojos.
Una máscara ocultaba nuestros rostros. Lentamente ella me despojaba de mi cinturón, mientras la miraba y mordía mis labios, ella sólo su labio inferior, insinuando el deseo y despertando al más oscuro de mis demonios, la lujuria. 

Sus manos parecían, las que yo imagino, como la de los ángeles; Suaves, inquietas, provocadoras de sensaciones inimaginables. 
Cuándo sentí sus dedos, todo dio vueltas en mí, el ambiente era cálido,sinuoso, y sus dedos lo alborotaban todo. Me sorprendía su atrevimiento y falta de pudor, me deseaba , la deseaba. El tiempo se detenía a nuestro alrededor, los ruidos de la música se perdían en lejanos ecos que no nos alcanzaban. Todo era sensaciones que agitaban nuestras almas. Alguien podría entrar en cualquier momento, pero nada importaba, eramos sólo ella y yo. Todo se despertaba tras las telas de mi pantalón  abultando toda la sangre que era capaz de recorrer mi cuerpo en esos instantes. Sus ojos, los míos, miradas de libidinosa procedencia, todo era real. Sus manos temblaban tibias , y las podía sentir detrás de las telas. Imaginaba la humedad que desprendía su sexo sin llegar a alcanzarla, me moría por probar, pero ella dominaba el juego sin darme la oportunidad.
Y cuando estaba a punto te tocar mi piel desnuda, unas llaves se sintieron caer tras la puerta del toilette, y los tacos de una mujer, nos despertaban bruscamente de ese instante único e irrepetible, anunciando el peligro que corríamos dejándonos llevar, por el fervor de la fiesta, la música, y esa champagne que corría sin control.
Corrió a esconderse mientras yo inventaba una escusa para salir sin despertar suspicacias en la mujer que acababa de entrar, pero como no se me ocurrió nada, sólo pedí disculpas por tan grave error. La mujer sonrió dejando libre el paso a mi escape... Nunca más la volví a ver , hasta que leí este texto que alguien trajo al sanatorio, y que por alguna causa cayó en mis manos...
No puedo pegar los ojos desde que lo leí, me angustia e inquieta como llegó aquí, y esa frase que me esta volviendo loco...
-"Aquí estoy yo con este impulso en la yema de mis dedos...".-  Palabras de Auroratris... Aurora... y no dejo de pensar en esa noche imaginando como sus dedos cuentan la historia... y como los recordará.

"Si fue un sueño o no eso Nunca lo sabré." así termina este texto, su relato y mi mente agitada.


Desvaríos de Gustab.








Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. de los arrepentidos es el reino de los cielos... besos.

    ResponderEliminar
  3. la descripción en ese toilette me ha parecido sublime, incendiaria...



    por cierto, arrepentirse de qué, por qué?

    ResponderEliminar
  4. lo decía por Aurora... la que eliminó su comentario... tu no tr arrepentirías , y sin dejar de seguir obviarías las llaves hasta alimentarte de eso que esperan las mujeres con angustia, y los hombres en sueños.

    Juan de Marco, deseándote.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Desde la oscuridad...

Entradas populares